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El Otero

¿Qué es el Campo?

La obligación de preservar "el corazón vegetal de Vetusta"

En Oviedo, si hablamos del "Campo" está claro de qué hablamos. No nos referimos a ningún terreno extenso fuera de poblado. Ni a ninguna tierra laborable. Ni tampoco a terreno de juego alguno. En Oviedo, el Campo es nuestro Campo San Francisco. "Ay, huerto de San Francisco, el de los árboles altos, donde se cumplen los gustos y al hospital van los llantos", al decir de una vieja y pícara copla. El Campo. Remanso primario de generaciones de ovetenses. Inmenso y natural patio de juegos. Paseo de amoríos umbrosos. Marco vital para tantas fotografías en blanco y negro en las que posamos con la ropa de los días de fiesta, con mirada infantil y unos barquillos en la mano que, probablemente, acabarían en los picos de los cisnes o en las fauces de la pobre osa Petra. Fotos que perduran en el álbum de la memoria de cada cual. Imágenes esenciales de la historia de tantos y tantos ovetenses.

Por eso me pregunto, ¿qué es el Campo? Muchas respuestas, apostaría, albergan un denominador común: el Campo es algo muy nuestro. Porque, estoy convencido, en el corazón de cada ovetense hay un gran espacio para este "corazón vegetal de Vetusta", como lo definiera Juan Antonio Cabezas.

Hasta en seis ocasiones he dedicado estas líneas a nuestro epicentro nemoroso. Porque a pesar de ser lo que es para Oviedo y para los ovetenses, el Campo necesita ayuda. Afortunadamente, en los últimos tiempos se alzan cada vez más voces en su defensa. Bien está. Que en Oviedo -no es ninguna novedad- no siempre mimamos nuestro patrimonio como merece no es algo que sorprenda a nadie. Ejemplos varios hay.

Con relación al Campo, en enero de 1965 nuestros antecesores ya mostraban su preocupación. Vean lo que decían: "El Campo -una y mil veces es preciso decirlo- merece más dinero que el que hasta ahora se le viene concediendo. Son bastantes años de abandono y es preciso reparar todos los desperfectos que ha producido ese olvido". ¿A que no parece que haya pasado más de medio siglo?

Les invito a que en próximos días crucen por él. Y a que cuando vayan pisando la alfombra policroma con la que se engalana cada otoño se pregunten qué es para ustedes el Campo. Dejen que sus recuerdos fluyan. Tal vez, permítanse ser de nuevo niños. Y sientan qué respuesta les dicta el corazón.

Por tanto, sumo mi voz a las voces que se alzan en su defensa. Estamos obligados a preservar este pulmón de Oviedo. A conservar su patrimonio como merece. Ayudémosle a recuperar ese espíritu de bosque que fue. A resucitar su más íntima esencia. Hagamos nuestras sus demandas. Que su clamor sea nuestro clamor.

El Campo es Oviedo.

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