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La mar de Oviedo

Amanece en el poniente

Recuerdo a principios de siglo un partido de Copa del Rey contra el Sporting en El Molinón, sentado en el palco con Juan Pérez Arango, siempre afable, sin celebrar ninguno de los cuatro goles que nos encasquetó su equipo, a los que Eugenio y yo correspondimos no celebrando tampoco los dos goles nuestros. ¡Qué cordialidad antes, durante y después! Parecía, perdóneseme la comparación (no pretendo hacer apología del terrorismo), parecía que los dos equipos estábamos fusionados, o en trance de ser Asturias C.F. Al final les dimos la enhorabuena por meternos cuatro, pedimos disculpas por nuestros dos y les deseamos suerte en la Copa. A buen perder nadie nos ganaba. Ya no veo fútbol, comprendo que en la vida se aprende de los fracasos pero prefiero el cine, por ejemplo, incluso el cine español, hablando de empresas deficitarias y de profesionales que fingen sentimientos.

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