Los ingenieros son competentes en túneles pero, según demostré en mis dos anteriores entregas, también los escritores (Kellermann y Sábato) y los poetas (Nicanor Parra, León Felipe, Juan Ramón Jiménez...) tienen algo que decir acerca de la descongestión del tráfico en el norte de Oviedo con una ronda subterránea que enlace la AS-II con la A-63. En la confianza de disipar las tinieblas del consistorio ovetense, termino esta trilogía, ampliando el abanico a matemáticos como Poincaré, con sus conjeturas sobre la cuarta dimensión, y Roy Kerr con su ergosfera; a físicos como Nathan Rosen, co-descubridor con Einstein de los agujeros del espacio y los vagones relativistas de vía estrechísima; y a filósofos como Anaxágoras, que propone el túnel cóncavo, y Pitágoras, que pasa de catetos y propone la imperiosa hipotenusa. Por estos atajos, los conductores de nuestra ciudad llegarían a sus oficinas incluso antes de salir de casa.
