Les invito al alcalde y a los concejales del Ayuntamiento de Oviedo a dar un paseo por una zona del Oviedo antiguo que para ovetenses y turistas debería ser de atención preferente.

Comenzamos en el Museo de Bellas Artes, calle de la Rúa hacia Cimadevilla y entramos en la calle San Antonio, cruzamos Santa Ana, seguimos la calle Canóniga, Corrada del Obispo, Museo Arqueológico y plaza de Feijoo.

En la acera de la derecha de la calle San Antonio nos encontramos nueve edificios y, de ellos, cinco deshabitados completamente, unos sin rehabilitar y otros a medias en su construcción.

En el cruce de Santa Ana, desde cuya calle se tiene acceso al Museo de Bellas Artes, nos encontramos con el horroroso martillo de Santa Ana, la mayor vergüenza del Oviedo antiguo.

En la calle Canóniga observamos los bajos plenos de pubs con música amplificada, con los primeros pisos vacíos y el malvivir en las noches de los fines de semana, por el insoportable ruido.

Solamente paseamos por uno de los lugares más atractivos de Oviedo y no hablamos de los edificios vacíos de Trascorrales, la plaza del Paraguas, etcétera.

Decir que la culpa de que no se pueda vivir en el Oviedo antiguo es de los pisos de uso turístico es otra barbaridad más de las muchas que tenemos que soportar de parte de quienes nos gobiernan en Oviedo, y no sólo de los actuales ya que esto viene de hace mucho tiempo. Si se obliga a cumplir las normativas municipales, limpieza de fachadas (vuelven las pintadas a poco tiempo de limpiarlas), evitar el exceso de ruido, no permitir botellones, es decir, lustrar el centro histórico como se hace en todas las ciudades de Europa, en vez de alcanzar su incumplimiento, la gente volvería a vivir en el caso histórico de esta preciosa ciudad.

Creo que el que podría ser un bonito paseo con entrada a los referidos museos, el balcón de las limosnas de la Corrada del Obispo, el edificio del Conservatorio de Música y el lugar de nacimiento de Oviedo se convierte en doloroso y penoso camino.