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La mar de Oviedo

¡Arriba el hombre!

Echo en falta hombres en la natación sincronizada, no necesariamente homosexuales ni travestis; bien que el hombre nade cien metros mariposa, cien a lo rana, incluso que nade de espaldas, pero qué discriminación negarnos la oportunidad de desarrollar nuestras cualidades en la armonía de movimientos, la danza sutil, el donaire y la branquia; poder mostrarnos en la posición de ballet, de flamenco, de grulla, de cola de pez, arqueados como un delfín, o haciendo el espagat; cercenarnos la posibilidad de maquillaje, un eye-liner que nos resalte los ojos, ponernos sombras y carmín para que trascienda a las gradas nuestra expresividad, gel para el cabello, un bañador integral con pedrería... Y la gimnasia rítmica: pasar por el aro, las mazas, ¡ay, las mazas! ¿Y qué del patinaje por parejas sin discriminar sexo? ¡Reivindico que en la espiral de la muerte el hombre gire arriba y lo levante ella, o que lo levante otro hombre!

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