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La mar de Oviedo

Hasta lueguín

Siempre me agradó esta amable despedida: "Hasta lueguín"; nació en las tiendas de Gijón a finales de los setenta, y se extendió por esa urbe y su población, frente al "Hasta luego" tradicional y el circunspecto "Adiós" que se usa en Oviedo, capital que ahora se coordina para potenciar el comercio noble y señorial y que, con el debate acerca de su inclusión en el área central metropolitana de Asturias, corre el riesgo de vulgarizarse. El adiós es cortante, parece rechazo o decepción, cercano al enfado, a una despedida definitiva. "Adiós", decíamos, y por lo bajo seguía la cantinela: "...que te vaya bien, que te pille un coche y te mate un tren". Hasta luego es más cordial, deja puertas abiertas, desea que nos reencontremos pronto, y el maravilloso hasta lueguín me recuerda al Teodoro que habla con Diana en "El perro del hortelano", un: "Yo me voy, señora mía; yo me voy, el alma no".

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