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Amigo entrañable y pareja de dominó

No hace aún un año estaba yo en Barcelona conociendo a mi último nieto. Mandi me telefoneaba: "Pepe, se ha muerto Ludi, me dijo que te pidiera que fueras su albacea". Desde entonces, la vida perdió todo el sentido para Armando: más de sesenta años de feliz convivencia matrimonial se esfumaban de repente. Sus hijas tenían sus vidas encarriladas y su guapísima nieta, de la que se mostraba tan orgulloso, tenía un brillante porvenir profesional. Entendió que no le quedaba a nada por hacer y los médicos lucharon mucho más que él mismo en las últimas semanas para alargarle la vida.

Hace algunos años, Armando me dijo que en el club de La Fresneda se habían quedado sin gente para jugar al dominó: solo quedaban, él incluido, tres amigos vivos del grupo de jugadores que durante años habían disfrutado del juego. Para su desgracia, pues Marino y Quique no se dejaban ganar nunca, accedí a jugar con él de pareja los lunes por la tarde. Cuando, expcepcionalment,e nuestros contrincantes se relajaban y ganábamos alguna partida, lo celebrábamos a lo gradne. Pero la vida es inexorable y nbuestra gerneración, y parece que también el dominó, ya están en primera fila.

Amigo de los amigos, de tantos como lo fueron, fue su lema. Entrañable, quizá uno de los adejetivos que mejor le cuadren. Y, sin duda, de tal palo, tal astilla, Don Armando.

Mandi, un abrazo y hasta cualquier día.

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