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Con vistas al Naranco

Paulino

Las conexiones vitales con Pablo García, socialista ejemplar y referente para los emergentes felipistas

A estas alturas parece incuestionable que la Casa del Pueblo es el auténtico mascarón de proa? Trinidad, F.: "Socialismo en Laviana"

Cuando ha mucho Eloína y yo comenzamos a dar el paso de un izquierdismo radical a predios más adecuados, que confesaba recomendar Emilio Alarcos en el prólogo a uno de mis primeros libros, nos dirigíamos los domingos a Pola de Laviana y El Condado en busca de las sabias palabras de Manolita y Emilio Barbón. Allí nuestros amigos nos introdujeron en Pablo García, el Zapatero, Paulino en nombre de guerra, definido ya por Barbón contra su proverbial modestia como "socialista ejemplar". En Pola nos veíamos en casa de nuestros admirables anfitriones, encima del BB, y en El Condado, chez Miguel Ángel Lombardía, hoy propiedad de Catarina, otra gran amiga.

Supe, pues, de siempre, que Paulino era para los que accedíamos al emergente socialismo felipista un referente imprescindible. Mucho le seguí luego en la Fundación José Barreiro, de cuyo fundador, que dio prestigioso nombre, conservo sabroso epistolario y al que conocí en el Sur de Francia, en la Alcaldía polesa, en su puesto de senador y, ahora, en la presidencia de la FSA. Incluso debo reconocer que su ponderada opinión me valió mucho para reafirmar el criterio, contra otros sectores de mi propio partido, para defender la autonomía ovetense en materia de aguas hasta el logro de conseguir, en último término, romper con lacerantes restricciones agosteñas y septembrinas de suministro ciudadano. ¿Cuántas veces nos reunimos en Tanes antes y después de la inundación de la presa?

Necesariamente tenía que asistir al oportuno detalle societario de poner su nombre a la Casa del Pueblo de Laviana, desde donde se iluminó, sobria honradez en ristre, todo el socialismo astur durante un par de décadas. No en vano también conservo infinitos recuerdos de ese lugar, muchas veces asociados a Juan Ramón Zapico, Arturo Carrio, Barreñada, Petón, Lolín, Julio, Vicente, Ovidio, Albino, Trinidad, Mario, Roberto, Aida y Paco Corte, Juanjo García y Regly, Gustavo y Maricusa, Solís, Cepedal o Adrián Barbón, entre tantos otros. ¡Cuánto me prestó escuchar la joven facilidad oratoria de Raúl Gutiérrez Álvarez!

Luis Yáñez me ha escrito: "En el tardofranquismo, cuando Carmeli y yo lo hospedamos en nuestra casa para un curso clandestino de marxismo, no logramos sacarlo para enseñarle Sevilla con el argumento de que no venía a hacer turismo y sí a aprovechar el tiempo libre para aprender mecanografía, pues en la FSA de entonces casi nadie sabía teclear los panfletos".

En fin, ¡siempre con Paulino!

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