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La frontera entre la ópera y las seguidillas

La música del compositor José de Nebra es una de esas rarezas cuya música aúna a partes iguales la herencia de la tradición melódica de la ópera barroca italiana con el sabor popular de las danzas tradicionales más características del alma española. Lo mismo ocurre con las letras que la acompañan, versos de elevadas temáticas mitológicas y amorosas se entrelazan con pequeñas píldoras más mundanas en una retórica que incrementa aún más el valor de estas partituras.

La propuesta de "Nereydas" y su director Javier Ulises Illán se contextualiza en la celebración del 250 aniversario de la muerte del compositor. Un acontecimiento del que tengo la impresión que se ha pasado de puntillas y del que agrupaciones historicistas como ésta, han sido los verdaderos valedores.

Contar con una cantante como María Espada como solista siempre es un acierto seguro, no solo por el conocimiento y la experiencia que posee interpretando las obras líricas de Nebra, sino porque su voz atraviesa un momento estupendo, con mucho volumen sonoro. Su interpretación se caracterizó por la energía que desprende en el escenario, el dominio de la coloratura y los pasajes en el registro agudo. De ello fue ejemplo "Tempestad grande, amigo", construido sobre un ritmo de fandango vibrante, y "Siento en el pecho un áspid" que cerró el programa. No menos importante fueron las arias de carácter más intimista, con mayor uniformidad en todos los registros vocales y un fraseo muy cuidado. La propina que Espada y Nereydas ofrecieron de "Acis y Galatea" de Haendel, que dotaron de enorme sensibilidad, se puede incluir dentro de estas últimas.

Si Nebra articuló todo el concierto, también hubo espacio para otros compositores que desarrollaron parte de su carrera en el entorno de la corte madrileña del Setecientos. El concierto de Giacomo Facco con el que Nereydas abrió el concierto auguraba lo peor para el debut del ensemble en Oviedo, por la inseguridad de varios de los integrantes y del propio violín solista en algunos pasajes con algo de dificulta y dobles cuerdas. Sin embargo, tras la intervención de María Espada, la mejora de la agrupación conforme abanzaba el concierto fue asombrosa, con intervenciones de muy alta calidad, con un sonido y una compenetración de conjunto completamente distinta que, entonces sí, dejó claro que Nereydas busca hacerse un sitio en el panorama de la interpretación antigua española y tiene recursos para ello.

Illán no dudó en dirigirse al público para explicar la demora en la afinación que interrumpió varias veces el transcurso del concierto por la inestabilidad de las cuerdas de tripa que utiliza la familia del violín en este repertorio. Es plausible que rompiera esa barrera, casi infranqueable en la música clásica, y se dirigiese al público para explicar los inconvenientes que estaban teniendo los músicos, porque le daba, así, al público una dimensión más amplia sobre la naturaleza de los instrumentos y su interpretación.

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