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"Tigra" contra el Inspector Baldosas

Los talentos emergentes que salvarán a Oviedo de la momificación

Disfruto estos días escuchando el nuevo disco de "Tigra" como antes disfruté con los últimos trabajos de "Alberto y García" o "Gente Terrible" -todos grupos de pop rock, ovetenses, jóvenes, originales, desprejuiciados y auténticos, de extraordinaria calidad- y me pregunto si esa musiquilla que a mí me susurra bajo la voz singular de Rafa Tarsicio, brillante letrista y vocalista de "Tigra", también se está escuchando allá arriba; allá donde residen los que gestionan la cosa pública municipal. La musiquilla, digo, es la que emite el emergente runrún cultural de una ciudad que el tópico dibuja sesteante y vetusta, lacada por bienpeinada, acartonada por bienvestida, tan vienesa que sólo se atreve a toser entre movimiento y movimiento. No todo es así. Si alguien prestase atención, escucharía que, además del salpicar de culetes y turistas en el bulevar de la sidra, en varios locales ovetenses emerge cada fin de semana un bulevar del rock que nos devuelve a la vida. Y que en las galerías de arte, y en otros ámbitos culturales, algo nuevo está brotando.

Dijeron que Oviedo ya es Oviejo, el tópico prendió y es fácil dejarse llevar por la sordera de la edad y pensar que ya sólo seremos momias en la calle Santa Clara y no queda más remedio que seguir muertinos hasta que nos encuentren aquí, en Momiedín del alma.

Es cierto que Oviedo, y Asturias entera, es Oviejo, pero también es cierto que no todos los listos marcharon pa Berlín. Hay un buen puñado de jóvenes creadores que no marcharon. O que marcharon y volvieron con el mundo en la retina. O que siguen por allá, pero acuden cada poco al calor del tupper casero. Porque ahora hay aviones y guasap, y la lejanía provincial de los ochenta es inmediatez digital en los dosmil. Todos esos talentos andan por aquí, resucitando a Momiedín, y si alguien les escucha y les pone micrófono, escena, pared para pintar cómo ven la ciudad y, sobre todo, si se hace "marca Oviedo" con todos ellos, esos que van con Vans, pueden contar la nueva historia de una capital insospechadamente efervescente. Desde la putada que Clarín nos hizo legándonos su aborrecida Vetusta, Oviedo no sabe vivir sin un relato superpuesto a su realidad. Pero llevamos años sin poder contar qué es esta ciudad. El último que tuvo claro eso del "relato", para bien o para mal, fue Gabino de Lorenzo, que reescribió según su gusto personal la ciudad de todos. Desde entonces sólo hubo balbuceos. Y ahora, como mucho, banderonas de España.

Por favor, dejemos que rujan los de "Tigra" y su generación. Seamos la ciudad donde vive esa gente tan creativa. No podemos seguir emitiendo las soporíferas aventuras del Inspector Baldosas, que todas las mañanas sale a ver qué charquín se nos ha abierto, madredediós.

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