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La hora del Campo San Francisco

La necesidad de actuar de inmediato sobre la gran mancha verde del centro de la ciudad

Las primeras referencias al Campo de San Francisco se sitúan en el siglo XIII siendo en 1534 cuando los representantes de la ciudad y el Cabildo catedralicio acordaron la conversión de todos los terrenos en un único espacio de uso público. Así pues, mucho tiempo sobrevivió el Campo hasta que en 2016 fuera declarado Jardín Histórico, formando parte del inventario de patrimonio cultural del Principado de Asturias. Esta cualidad, por conferirle una especial protección y por concernir a dos administraciones, la autonómica y la local, con los problemas de entendimiento que ello suele conllevar, tal parece haberse convertido en una rémora más que en una prerrogativa. En todo caso si, como afirma el actual alcalde "tal es el grado de protección que no podemos cambiar un bordillo, hay que pedir agilidad en todos los asuntos" es normal que los ciudadanos se pregunten si todas estas restricciones se toman un descanso en San Mateo o Navidad. Entonces no hay limitación ni parsimonia alguna a la hora de permitir el acceso de vehículos, instalar barras, celebrar conciertos o habilitar una pista de hielo o cine para niños, tal y como recordaban el pasado viernes "Los Franciscanos", un movimiento cívico plural que, tan educada como reivindicativamente se ha constituido para la defensa de nuestro principal espacio verde, partiendo del incontestable diagnóstico que resulta de un mero paseo por este rincón de rincones ovetense.

Bordillos rotos, desconchones parcheados a golpe de cemento en el incomparable mosaico de Antonio Suárez, esculturas más que dañadas, farolas, bancos o papeleras necesitadas de una pintura que sobra para grafitis, fuentes sin agua o un quiosco del Bombé eternamente andamiado y convertido en "paradigma del abandono" como acertadamente lo definió el geólogo José Galán en la presentación de "Los Franciscanos", son solo un resumen del sangrado, breve, puesto que cada rincón del Campo, de sus nueve hectáreas, es una joya a exhibir en perfecto estado de conservación, el que hoy le falta. Impropio es igualmente de este jardín histórico un Quiosco de la Chucha víctima del vandalismo, con placas identificativas desapareciendo constantemente, baldosas rotas, huecos donde hubiera de haber árboles o, ya que hablamos de árboles, un "hongo" que, según nos dicen, está justificando su tala.

El abandono de nuestro emblemático Campo no encuentra parangón con los de jardines históricos de otras ciudades españolas y por ello urge que se atiendan los requerimientos de "Los Franciscanos" que son, al fin y al cabo, los de cualquier ovetense de nacimiento o adopción que vimos tiempos mejores y no alcanzamos a entender el abandono de una infraestructura como esta, respecto de la que sí podemos ver que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Si el pasado mandato no dejó mejoras visibles en el Campo y otros anteriores priorizaron el despilfarro en obras faraónicas que ahora representan un problema y más gasto, este debe ser el de la recuperación integral del Campo, lo que va a requerir menos anuncios y más acciones, compromisos presupuestarios incluidos. Es el momento del Campo porque sencillamente no aguanta más y no es aceptable perder ni un día en su planificación. En este contexto de emergencia no es de recibo que no se haya abordado aún el problema de ese hongo que viene siendo noticia esporádica desde hace más de una década y que, repito, al talar uno de los árboles se ha llevado por delante la obra "Naturalezas" que sostenía su tronco, y de la que desconocemos donde está, en qué estado y si va a retornar al Campo.

Bueno sería que el alcalde recibiera a Los Franciscanos y escuchara sus sugerencias, y bueno también que se acordara la celebración de un Pleno, como hemos pedido desde Vox, para tratar el asunto. El Campo es patrimonio histórico y emocional de la ciudad, espacio para el arte y la historia, y también para los recuerdos de vida de los ovetenses.

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