"No tenemos que ser los más cafres sino lo contrario, los más respetuosos"

Ruiz, R.

Escuché en la radio a un restaurador cordobés en el que sus colaboradores, e incluso la admirada periodista Gemma Nierga, valoran la forma cariñosa y atípica de ¡cerrar la puerta de la nevera! El propio ensalzado critica insensibilidad de patadas y goznes desengrasados. ¿Quién no memoriza los ejes de la carreta de El Atahualpa?

Intentan aquí restaurante permanente en el antiguo patinaje francisco, ¡referencia superadora en el Norte a Arzak/Subijana/Berasategui!, y, según se entienda Norte, a icónicos Can Roca/El Bulli. Vamos, ahora que falta, ¡un Bocuse redivivo! Para cuatro destellos lunares en foresta sagrada trinchando cachopo... ¡El nuevo fartómetro! ¡En línea depredadora con los tres arquitectos insolventes y el ingeniero que planifican la destrucción de La Vega!

Competíamos en cultura, paisaje, paisanaje? pero la hortera Otea conduce en sentido opuesto. Cierta indolencia moral apenas aprecia apoyo a respetable centro de ocio de partidas a becas escolares o investigaciones biomédicas. Conozco mi ciudad, hay que sufrir con desamores de Otea o partidarios, quizá menos dañinos, del antiasturiano Uviéu y algunos profesionales enloquecidos.

Nacho Quintana se pregunta si al lujoso establecimiento se llegará, ¡qué menos!, en coche y, pienso y temo, por qué no, en calesa o limousine. ¡Restaurante, parking, taxis, forzadas visitas regias y/o de laureados?!

En 1983, Covi Bertrand, excelente concejal, suprimió el bailongo entre vallas de la Herradura, que, en primer paso inverso, se levantó el vergonzante homenaje al Pavo Real, simultánea y negligentemente desaparecidos los auténticos que correteaban en el ya excesivo cemento.

A mi vez, tras parlamentar con los clérigos don Fernando Rubio y monseñor Sánchez, obispo auxiliar, me cupo tirar abajo la alambrada de guardería parroquial.

En el epistolario entre Clarín y Pereda, el San Francisco es el mejor parque urbano español. Pascual Maragall, alcalde de Barcelona, a presencia del edil García Casal, exclamó "¡envidiable parque inglés en el centro! ¡Cuidadlo!". El gran Rafael Moneo, contactado por los Hnos. Bustillo, soñaba con unir metafóricamente las copas de los árboles franciscos a la música de su Auditorio, luego postergado a adefesio arquitectónico. ¿Por qué no presumir del genuino Campo, recosiendo malas prácticas, y no por la ocurrencia gastronómica antinatura?

El empresario andaluz, no sé si delicado cierrapuertas; me gustaría, en cualquier caso, que jamás nadie abra puertas de restaurante en nuestro San Francisco y surja pronto una Covi corajuda. Por lo demás, un chef genial difícil de improvisar aún en jaula de oro.

Por cierto, en la tradición de Doña Velasquita y alfayates las neveras eran pozos narancos.