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Crítica / Música

Juventud y experiencia

Giorgi Gigashvili ofrece un recital de gran nivel en la Sociedad Filarmónica

El quinto concierto del año de la Sociedad Filarmónica de Oviedo deparaba un recital de piano a cargo del georgiano de tan sólo 20 años Giorgi Gigashvili. Reciente ganador del III Concurso Internacional de piano "Ciudad de Vigo", Giorgi venía de interpretar este mismo programa en la Sociedad Filarmónica de Málaga y, debutaba el viernes en la ovetense, antes de continuar su gira (esta misma semana) en Gijón.

Abría la velada musical el "Preludio y fuga, op. 87 en re menor" de Shostakovich. Gigashvili se mostró algo conservador en cuanto a tempo e intensidad en el preludio, centrando sus esfuerzos en un tratamiento sumamente delicado de todas las entradas del tema en la fuga. Siguieron dos conocidos preludios de Debussy: "Pasos sobre la nieve" y "La puerta del vino". A pesar de sucederse de forma continua y de estar ejecutados correctamente, el segundo de ellos fue el que más agradó a los asistentes al reconocer el ritmo de habanera, la ornamentación y los giros melódicos que la puerta de la Alhambra, de la que toma nombre el preludio, había inspirado al francés en la composición de esta pieza.

La primera parte se remató con la "Sonata nº 3 op. 23 en fa sostenido mayor" de Scriabin, donde Gigasvili supo conciliar con exquisito mimo el peso armónico de la mano izquierda con las sutiles líneas melódicas de la derecha. En algunos momentos del primer movimiento, de textura muy densa, hizo gala de un sonido algo duro, pero supo desplegar una gran brillantez técnica para solventar la sonata con acierto y sin aparente dificultad.

Tras la pausa, llegó el turno a la "Sonata op. 10 nº 3 en re mayor" de Beethoven. En esta obra, la joven promesa se sintió especialmente cómoda, demostrando, además de un innegable dominio técnico, un conocimiento musical que se trasladó a la interpretación gracias a un tempo ligero, unas secuencias muy marcadas y unos juegos con las dinámicas, tanto en progresiones como de forma súbita; elementos todos ellos que aportaron un sabor muy temperamental y beethoveniano.

La "Balada en si menor" de Liszt, escrita en la misma tonalidad que su sonata más célebre, estuvo llena de serenidad y virtuosismo, con Giorgi muy celoso de cuidar el volumen y contraponer los temas que expone el compositor húngaro, marcando las transformaciones del tema inicial en su homónimo mayor.

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