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Doble amenaza para las víctimas de violencia machista

El peligro que implica el confinamiento para las mujeres que conviven con un maltratador

No corren buenos tiempos para el mundo globalizado en el que nos toca navegar, nunca nos hubiésemos imaginado que nuestra confortable manera de vivir se iba a ver alterada por una pandemia que irrumpió de forma inesperada y puso patas arriba nuestras vidas demostrando la fragilidad de nuestra existencia.

La cuarentena se ha impuesto en la mayoría de los países del mundo y este confinamiento que por un lado nos ayuda a protegernos, tanto a nosotros como a toda la comunidad contra la expansión de un virus de una virulencia y mortandad hasta ahora desconocidas, tiene también su aspecto negativo en las relaciones familiares. Nos vemos obligados a pasar todo el tiempo en casa y esto, que puede ser asumible para la mayoría de la población, resulta una bomba explosiva para un colectivo muy vulnerable como son las mujeres víctimas de violencia machista. Si esta convivencia familiar nos resulta extraña porque nuestras vidas discurren entre la prisa y el individualismo en tiempos normales, se convierte en tiranteces, enfados y hartazgos, en situaciones que nos ponen en el disparadero. El estado de alarma es una cárcel para muchas mujeres víctimas de violencia machista y para sus hijas e hijos, mujeres que tienen que convivir con su agresor las veinticuatro horas del día, que viven vigiladas, donde el agresor se estresa y acaba estallando, insultando, humillando, maltratando, pegando, controlando el teléfono, los movimientos ? en definitiva, desarrollando una violencia extrema y, lo que es más grave, desde la impunidad y la seguridad de estar solos con su víctima y desde la dependencia que han generado en ellas. Estas mujeres son invisibles para el resto del mundo y muchas sufren en un terror silencioso, por eso, es en este momento cuando no pueden quedar desprotegidas, ni deben sentirse solas y abandonadas; tienen que sentir que somos muchas y estamos a su lado y saber que existen recursos para ayudarlas las veinticuatro horas del día, que hay mecanismos de protección a su servicio. Uno creado para este tipo de situaciones es alertar en su farmacia de que está sufriendo violencia machista solo con decir "Mascarilla 19", que permite iniciar el Dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas y saber que otras mujeres han tejido una red de solidaridad para crear estrategias que promueven la resilencia en las víctimas de violencia de género y lograr que pasen de una posición de victimas a una posición de empoderamiento. La violencia machista en el fondo es un fracaso de la humanidad, cada mujer agredida, asesinada, es el testimonio mudo de lo peor que encierra el ser humano. Fuerza, mucha fuerza, apoyo y protección para este colectivo que vive una doble amenaza: la de la violencia de género y la del coronavirus. Ojalá llegue ese día en que las mujeres maltratadas puedan abrir la puerta violeta hacia la libertad.

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