Con la mirada puesta en el cielo salían el pasado jueves los profesores de la Orquesta Oviedo Filarmonía, después de que el concierto del lunes terminase suspendido por la lluvia que empezó a caer sobre la capital.

El último programa que ofreció la agrupación ovetense fue un monográfico de música en torno al compositor Antonín Dvorák, con su "Serenata para vientos, violonchelo y contrabajo", a la que siguió su "Serenata para cuerdas", una de las composiciones más famosas de este músico bohemio.

El tratamiento que se le dio a ambas serenatas fue desde un punto de vista camerístico, con una orquesta reducida y, quizá lo más llamativo, sin la presencia de director en el podio.

La serenata como obra musical tuvo en un primer momento la función de ser una composición para interpretarse precisamente al aire libre o acompañando con música algún evento, pero Dvorák quiso dotar a esta forma, menos ambiciosa que la sinfonía, de una entidad propia. El jueves, dos de sus serenatas fueron las protagonistas en el ciclo de verano "OFIL contigo" que la orquesta está ofreciendo en el patio del edificio histórico de la Universidad de Oviedo este verano tan atípico, y que ha pasado ya su ecuador, con un aforo muy limitado y con un público entregado, que hace cola rigurosamente y persiste en sus ganas de disfrutar de la música en directo.

Los solistas de viento de la OFIL ocuparon el semicírculo central de la orquesta para interpretar la "Serenata para vientos". Destacó la ligereza de algunos de los movimientos, como, por ejemplo, ocurrió con el segundo. También el ataque uniforme de todos los instrumentos, especialmente en aquellas secciones más contrapuntísticas e imitativas, y el empaste del conjunto, aunque hubo algunas cuestiones de afinación.

En la "Serenata para cuerdas" el público se involucró aún más. No en vano sus cinco movimientos son más familiares al oído. Las cuerdas de la OFIL ofrecieron una lectura relajada y flexible, sin excesos en lo referente a la sonoridad, con un fraseo bien dirigido y enfocado a construir momentos de tensión y distensión, según avanzaba la partitura. Enfatizaron algunos recursos desde una postura bastante personal, como fue el uso de "glissandi". El último movimiento, "finale", dispuso todo para que el concierto terminase en lo más alto y el público se marchase satisfecho.