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No somos Ana, somos Oviedo

Escribo estas líneas con una profunda desazón por no haber podido corregir la injusta situación que derivó en la marcha de Anabel Santiago, una gran compañera. Que los partidos tradicionales centrifuguen a los mejores perfiles personales es algo a lo que estamos acostumbrados. Sin embargo, uno de los pilares del proyecto de Somos Oviedo, que tanto le debe al movimiento 15M y la experiencia de La Madreña, es, justamente, revertir esa dinámica interna de las organizaciones. Fallamos en esta ocasión, y por eso pido perdón a Anabel Santiago y a nuestros votantes.

Para avanzar en el proyecto colectivo que tanto me esforcé en imaginar, construir y reforzar junto con otros compañeros y compañeras ahora también apartados o desilusionados, tenemos que resolver primero algunas dinámicas que se instalaron en el día a día de la organización, especialmente durante esta etapa de oposición. Lamentablemente, la renuncia de Anabel no es la primera que se produce en circunstancias similares. Un gravísimo problema de ego ha terminado situando a las personas por encima del proyecto político, con enrocamiento en el puesto, asunción de plenos poderes y un progresivo cambio de una dinámica de grupo, colectiva, a una personalista. Nadie es más que nadie, ni se debe aplicar un rasero de la doble moral, cuidados para unas sí y para otras no. Somos no pertenece a una persona, debe estar al servicio de las personas, una herramienta de los vecinos de la capital de Asturias. Parece que eso se nos olvidó.

Por eso me duele en el alma que una de las personas que fuimos a buscar a su casa para que pusiesen su imagen, su trabajo y su valía al servicio de esta organización se lleve este mal sabor de boca de su paso por la política. Anabel, no Somos Ana, somos Oviedo y, al igual que yo, muchas otras personas que participaron y participan de esta organización reconocemos tu trabajo. También quiero hacer público mi agradecimiento a Nacho Fernández del Páramo por su labor encomiable durante las últimas semanas para tratar de poner cordura en toda esta situación e intentar mantener cohesionada la organización.

La batalla debe ser por la ciudad, por transformar nuestra realidad cercana a mejor, no por liderazgos. La política está fuera de los muros de las organizaciones y mirarse el ombligo como colectivo no ayuda en nada a Oviedo; eso es lo que hacen los partidos de la vieja política. Si no queremos actuar igual que esa casta de la que tanto renegamos en los momentos fundacionales, es necesario asumir responsabilidades, aprender a regresar a nuestras profesiones, dejar el testigo y saber cerrar un ciclo. El proyecto de Somos es más grande que todo eso y, aunque ahora pase por turbulencias, estoy seguro de que podrá volver a centrarse en lo importante, como hicimos durante los cuatro años que gobernamos esta ciudad. Pueden estar tranquilos todos esos que ahora tanto están disfrutando, las derechas y los poderes fácticos. Estoy convencido de que Somos tiene capacidad de sobra para recomponerse y resurgir como fuerza municipalista ovetense, pegada a nuestros vecinos y barrios, luchando por un Oviedo mejor.

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