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CON VISTAS AL NARANCO

Asturias, oscarizada en el virus

Los elogios al Principado durante la pandemia

Caen bombas, pero seguimos consultando libros en las bibliotecas. Aforismo atribuido publicitariamente a un ciudadano tras el bombardeo de 1940 sobre Londres.

Se ha ensalzado la respuesta asturiana a la pelmaza pandemia.

Sonrío, aunque sea mínima y respetuosamente, dentro de la borgeana unánime noche. Comparar Asturias, como ya he escrito en estas sabatinas, con los más incompetentes de España, llámense Torra y/o Ayuso, "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", es demasiado obvio. ¿Qué influencia regresiva han tenido las privatizaciones y el olvido de la atención primaria? Tampoco es para eludir que somos el primer país europeo en contagios.

Como veterano testigo, incluso cualificado, de la cosa pública, valoro el esfuerzo regional, que constaté positivamente este verano en Jarrio, Vegadeo, Castropol y Figueras.

Tuve ocasión de tratar a López Muñiz, tan incomprendido en el Hospital, los MIR, enfermería, psiquiátrico y un montón de iniciativas modernizadoras cuyo pago, en ocasiones, nos cupo, ¡y bien lo supe!, años después.

Superados desajustes, el sistema encontró, ya universalizado, en Rodríguez-Vigil "su siglo de Pericles" .

Juan Luis llegó a Sanidad, de la que había sido secretario provincial técnico, al primer Gobierno autónomo, que presidió Rafael Fernández, cuando en el proyecto figuraba para la Consejería de Presidencia, que iría al impecable Bernardo Fernández. La remodelación definitiva se debió a que Marcelo Palacios declinó invitación, que, de rebote, me permitió asumir Cultura, tras negar oferta de Urbanismo.

Desde aquel instante, por encima de nuestra amistad íntima de adolescencia e hiperactivismo político, me entusiasmó su labor, en la que tuvo a la par muchos disgustos. Desde luego, su carácter no es fácil a algunos. La Sanidad no despertaba el interés de ahora.

Ha sido admirable, insisto, hasta este reconocido, u oscarizado, éxito parcial astur. Recuerdo la mañana en que todavía el Gobierno regional se reunía en el edificio de la Diputación, ya Junta General, cuando Juan Luis presentó la audacia de fusionar el Hospital y la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social, muy antes de las competencias descentralizadas, origen luego del magnífico HUCA. Todavía me tocó firmar de alcalde la controvertida licencia del pasadizo entre los edificios que algunos despectivamente denominaron "Autopista Rodríguez-Vigil. Tuvo mala suerte como Presidente por fiarse, entre otras cosas, de quienes desmerecían.

La llamada España de las Autonomías atraviesa grave crisis funcional con reacciones desalineadas y erráticas ante el covid. Hay que decir alto que Juan Luis no fue escuchado a nivel nacional, salvo por el ministro García Vargas, en materia en que descollaba brillantemente. Es intolerable, en cualquier caso, el desarme del Ministerio de Sanidad.

No es para congratularse de la desgracia, pero, como el simbólico flemático londinense, sobreviviente a las bombas, hay que valorar la Cultura y depurar hacia ¡Adelante!

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