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Las calzadas ovetenses

El continuo cambio de los materiales utilizados según las modas

No piensen ustedes, sobre todo los más jóvenes, que los firmes de las calles estuvieron siempre como se ven hoy. Los materiales con los que se pavimentaron las rúas de Oviedo fueron modificándose con el paso del tiempo. Seguro que en un principio era frecuente dejar el solado tal cual como ocurre en las "caleyas" de los pueblos, donde abundaría el polvo y/o el barro.

La primigenia cita conocida sobre el empedrado de las vías urbanas proviene del primer cuarto del siglo XVI y se refiere al efectuado en Gascona (Acuerdos municipales de 26 de abril de 1521); poco después se hizo lo propio en las ahora denominadas Magdalena, Mon, San José y Trascorrales. A mediados de ese siglo el Ayuntamiento ordena que cada vecino empiedre la zona donde se encuentra la puerta de su vivienda.

En la siguiente centuria continúa el afán por adecentar el suelo que pisaban los ciudadanos, publicándose al efecto varias órdenes municipales, entre ellas las actuaciones, efectuadas en 1649, en San Lázaro, San Roque y Rosal, o el afirmado de la plazuela del Fontán para remediar su lastimosa situación pantanosa, labores que se dilataron hasta 1674.

Transcurrido un dilatado periodo están documentadas algunas anécdotas que podemos tildar de sorprendentes, como la acaecida con el marqués de Vista Alegre -personaje famoso, entre otras cosas, por ser uno de los pioneros en circular con coche por la capital- quien en 1818 adelantó dinero para cubrir con piedras una zona del Fontán, ya que era habitual arrojar escombros que producían encharcamientos atractivos para los cerdos que pululaban por el entorno, originando un pestilente hedor acrecentado por la mala costumbre del paisanaje de hacer sus necesidades, menores y mayores, en el lugar.

El método operativo habitual en aquel momento consistía en colocar un lecho de cantos rodados de naturaleza cuarcítica en el suelo, en su mayoría provenientes del río Nalón (principalmente, de la zona de Candamo), aunque asimismo se hicieron impresentables extracciones masivas de "regodones" en diferentes playas del concejo de Cudillero (Concha de Artedo, Oleiro, Cueva, Vallina, etcétera), requiriendo rudimentarios teleféricos para subir los acopios.

Sin embargo, desde 1830 se inició el enlosado de aceras y se revistieron algunas calzadas: Argüelles, San Francisco, Rosal, Fontán y Dueñas. A partir de entonces comienza a ponerse en boga la usanza del adoquinado, empleando elementos extraídos, de modo especial, en la cantera de rocas calizas del Cretácico ubicada en Lavapiés-Fuente de la Plata -en cuya oquedad creada se construyó en el año 2000 el nuevo campo de fútbol del Oviedo-, y algo después también de la pedrera de La Granda, en San Lázaro-Los Arenales. De esta manera, una disposición consistorial permitió intervenir sobre calles del antiguo: Canóniga, Cimadevilla, Rúa, San Antonio, Santa Ana, Rosal, Corrada del Obispo, y, casi al mismo tiempo, se procedió igualmente sobre las de Águila, Mon, Postigo y una parte de Rosal.

Declinando la etapa decimonónica, se produce un cambio sustancial en el tipo de materia prima destinada a acicalar las vías (Acuerdos municipales de 7 de febrero de 1885), cobrando protagonismo una petrología muy diferente de las anteriores: el granito, roca que ofrece una resistencia mecánica muy superior a la caliza. El primer suministro -traído de San Ciprián o San Cibrao (concejo de Cervo, Lugo)- se empleó para embellecer Cimadevilla y la plaza Mayor. No obstante, se siguieron utilizando adoquines calcáreos para arreglos en Altamirano y los laterales de los pasos de comunicación en Uría; como novedad, en el tránsito del XIX al XX se aplicó un baldosín de cemento hidráulico para las aceras, destacando el ensanche realizado en Fruela y Uría.

En los inicios del pasado siglo se comenzó a usar pavimento asfáltico, que presentaba la ventaja de ser más útil para reparar los baches y para impedir que resbalaran las caballerías. El asfalto se solía combinar con superficies de hormigón e incluso con adoquinados o con áridos de diversas granulometrías (macadán).

En la actualidad los viales y plazas de Oviedo peatonalizadas presentan diferentes configuraciones de revestimiento. Unas veces se recurre a variados tipos de adoquinado, tanto de piedra natural como artificial, otras se colocan losas pétreas de caliza de diferentes coloridos: rojizas, pardo-amarillentas o grises, tanto de procedencia regional (Llanes o Llanera) como foránea (País Vasco). Empero, se ha popularizado dada su persistencia el uso del granito, cuya denominación y origen es diverso: "gris Quintana" (Badajoz) -por ejemplo, en la plaza del Paraguas-, "gris Alba" (Pontevedra) -en Cimadevilla-, "rojo Sayago" (Zamora) -en Schulz- o el precioso "Eagle Red" (Finlandia) que ornamenta las aceras de Uría.

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