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Una obra de artesanos del mundo digital

Los infógrafos de LA NUEVA ESPAÑA Juan Ferreira y Santiago Cuesta afrontaron un minucioso trabajo de meses para completar la recreación virtual de Santullano

Detalle del proceso de creación de la reconstrucción digital de Santullano.

"Cuando me puse las gafas de realidad virtual en la propia iglesia de Santullano y me metí dentro de la recreación que habíamos hecho de las pinturas me di cuenta de que, de alguna manera, estaba viendo la iglesia como la había visto Alfonso II". Es lo que confiesa el infógrafo de LA NUEVA ESPAÑA Santiago Cuesta. Junto a Juan Ferreira ha reconstruido en formato digital, y con todo lujo de detalles, los frescos de la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados. Comprobar en el propio templo la agradable sorpresa que causaba su trabajo fue una de las recompensas que se llevaron estos dos expertos, cuya preocupación por el rigor histórico queda de manifiesto en las imágenes de Santullano que se reproducen en estas páginas.

La idea de traer al siglo XXI las pinturas de Santullano partió de Juan Ferreira, que desde niño había estado vinculado a este templo ovetense de la zona de la Vega. "En esa iglesia se casaron mis padres, allí iba yo de pequeño", comenta. Él se encargó de la construcción de la maqueta digital del templo a partir de los detallados planos del edificio elaborados por el profesor Lorenzo Arias. Fue un proceso extremadamente laborioso, de muchas horas, a lo largo de meses de trabajo en programas de diseño digital en 3D. En primer lugar hubo que crear un modelo gris del edificio, con las proporciones exactas, luego conferir a cada rincón la textura y los colores propios de sus materiales reales, más tarde iluminar el templo hasta alcanzar la extraordinaria sensación de realidad que transmite esta recreación. Santiago Cuesta se encargó de colorear las pinturas a partir de los dibujos elaborados por Magín Berenguer, que en algunos casos estaban en blanco y negro.

En todo momento trataron de mantener el rigor histórico y en algunos casos modificaron las tonalidades de algunos colores para ajustarse lo más posible a lo que podría haber sido el tono original. El resultado de este trabajo minucioso está ahora a la vista de todos los asturianos. Llegaron muy lejos: partieron de un recuerdo de infancia y acabaron viajando nada menos que al siglo IX.

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