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Arquitectura personal (I)
GENTO PANICERES | Empresario pionero del transporte sanitario

"Llevé a mucha gente a Bruselas en el taxi y conducía 19 horas, sin comer, parando a mexar"

"En el monte traté con los fugaos que iban a la cabaña donde yo dormía; un día cogí una pistola y Onofre me dijo: 'Con éstas somos los amos'"

Argentino "Gento" Paniceres, en los garajes de Transinsa, junto a dos ambulancias clásicas. luisma murias

Argentino Paniceres Carrio, "Gento", (Bimenes, 1935) está en el núcleo fundador de Transinsa, la gran empresa del transporte sanitario de Asturias. De niño fue pastor; de adolescente, albañil, y de joven, minero. Ya casado, compró un coche y sacó una licencia de taxi para llevar a la gente a los mercados, pero, sin conocer límites, pronto transportó mineros a Bélgica.

-Nací en la casería de mi abuelo, La Presa de Bimenes, cerca de Castañera, en 1935. Soy el segundo de cuatro hermanos.

-¿A qué se dedicaban en su casa?

-Mi padre era minero y los demás nos dedicábamos a la labranza. A mis 8 años pasamos a casa La Belía, que habíamos hecho a 800 metros. El bajo fue para escuela. Venían 40 chavales, de Melendreros, de Pedréu... Había maestro y maestra.

-¿Cómo era su padre?

-Marcelino Paniceres Martínez era muy fuerte, muy bruto en sí, trabajador y borracho. Le gustaba mucho el vino. Trabajaba en Rimoria y le llevaba dos horas llegar andando. Salía a las cinco de la mañana. Después de trabajar cogía un llabiegu (arado) de 40 kilos, subía dos kilómetros para arriba hasta una foguerá y enganchaba les vaques para sembrar centeno para comer nosotros. En casa andábamos así... yo veíalu venir y esnalaba.

-¿Cómo era su madre?

-Rosaura Carrio Paniceres... no cuidó su vida, era una trabajadora neta... ni comía, todo era poco pa atropar. Levantábase a les siete la mañana pa sallar y volvía pa preparamos pala escuela, y si no, íbamos con ella.

-¿Cuánto fue a escuela?

-De 8 a 12 años, pero en el recreo había que ir a por una gavia pación a la huerta. No me gustaba estudiar. El maestro mos ponía así de rodilles. Les cuentes se me daben bien, escribir, no. Combinábamos el trabajo con los estudios desde pronto.

-¿Qué rapacín era usted?

-Atravesáu. Ocurríaseme lo peor. Cuando no se comía el turrón, ni se conocía, bajé al comercio de Francisco Paniceres en Rozaes, donde teníamos libreta e íbamos por la pamesta de pan para el minero, y encargué dos kilos de turrón diciendo que era pa mi güela. Cogí una panzá de turrón que casi me muero. Al mes, al ir a pagar, mi madre vio el turrón y preguntó quién lo había apuntado. Yo, callado. Lo cogió mi padre: "¿Quién fue?". Vilo tan gordo que dije: "Fui yo". Creo que, si me garra, me mata.

-O sea, que no lo enganchó.

-No. Yo andaba con mi abuelo, que llevaba un rebaño de 30 vaques y teníamos una cabaña en el monte, en Tarna. Una vaca que no pude parar metióme un cuerno por la barbilla y sacómelo por la boca. No diji nada por el miedo que tenía a mi padre. Bajé pa casa y, cuando taba durmiendo, mi hermano vio la herida y se asustó. Me llevaron pal médico, me lo cosieron y no me pasó nada. Mi padre era sagrado. Era muy bueno cuando taba bien, pero si hacíes pifies... ¡menudo!

-Anduvo mucho con su abuelo materno.

-Alejo Carrio... un paisano muy alto y muy hablante. Era tratante de ganado y nos quisimos mucho. Con 10 años me llevaba a los mercados: jueves, a Laviana; martes, a Villaviciosa; lunes, a Infiesto, y sábado, a Nava. Mi abuelo se defendía muy bien: tenía mucho trato, ganado y casería. Al son de él aprendí a trapichear algo y a hacer atrocidades. Un día que había cobrado dos vacas los fugaos le pegaron un tiro y le llevaron el dinero. El caballo, que era como una persona, "El Careto", lo llevó a casa y lo vi llegar yo.

-Decía antes que usted fue pastor.

-Sí. A partir de los 9 años. Cantaba tonada con Armando Montes en la cabaña. Para no bajar a comer a casa mamábamos una cabra que se llamaba "La Gacela". En el monte me relacioné con los fugaos. Comían conmigo en la cabaña. Yo dormía con Peláez, un señor de Nava que tenía un hijo sastre y la cabaña al lado, porque pasaba miedo. Peláez les decía a los fugaos: "No me meter miedo al guaje, que marcha". Y ya me dieron confianza. Limpiaban las pistolas allí en la mesa. Me gustaban mucho. Un día cogí una pistola y Onofre me dijo: "Con éstas somos los amos".

-¿Tuvo problemas con la Guardia Civil?

-No. Me habían amenazado si decía algo y a los guardias les decía que no veía nada. Venía con ellos un señor que se agregó, muy entreabierto. Querían matarlo porque no se fiaban. Resultó que era un guardia civil que venía de Madrid, les preparó la trampa y murieron los catorce en un sendero. Luego lo acribillaron a tiros en Madrid.

-¿En su casa eran de algún partido?

-De rezar el rosario todes les noches. La madre de mi padre era católica y rezadora.

-¿Cuándo empezó a ganar dinero fuera?

-A los 17 fui con los albañiles. Mi hermano era carpintero y yo albañil. Empecé a trabajar con uno de Rozaes por 6 pesetas que nunca me pagó. Y marché a trabajar a Carbayín a la empresa de edificios y caminos. Hice les dos barriades de Carbayín, 200 viviendes en dos años. Los materiales eran regulares y los revoques y enlucidos dejaban que desear. Faltaba cemento y los hacíamos con cal. Fui a la mina para no ir al servicio militar.

-¿Por qué?

-Mi hermano mayor empezó a trabajar en La Encarná, en la Hueria Carrocera. Habíamos comprado una moto Peugeot a medias. Cuando aparecimos con ella por el pueblo fue más que si llegara ahora un helicóptero.

-Habrá presumido bien.

-Había baile en La Casilla, en Blimea, en Sotrondio. Los fines de semana eran a lo grande. Teníamos baile en casa, en el chigre que puso mi padre con mi hermana. Yo tocaba el acordeón, un Guerrini 11, y cantaba. Había mucho ánimo.

-Pero íbamos a que no quería ir a la mili.

-Todos me decían: "La mina ye lo último", pero mi hermano ganaba allí 900 pesetas y me convenció para acabar de pagar la moto. Yo ganaba más que él, tenía mis negocios.

-¿Qué negocios?

-No era legal. La mina era más segura.

-Pero no quería ir. ¿Por qué dice que era lo peor si su padre era minero y el entorno también?

-La mina ye muy miedosa. Pasé miedo el primer día, aquella rampa por la que había que ir andando y andando a oscuras. Después fue mi vida. Trabayé hasta domingos. Sólo estuve seis meses de guaje porque se mancó el postiador, Alfredo, y quedé llevando la guía. Empecé a picar y el primer mes gané 1.500 pesetas. La dejé por ser industrial. Yo quería hacer algo que se viera y comprendí que había que situase con Araceli.

-¿Cómo conoció a su mujer?

-Un Jueves Santo que paré en Priandi, porque yo cortejaba más arriba. Ella salía de misa, yo estaba en el bar de enfrente, con la moto, y le dije: "Adiós, guaja". Empecé a hablar con ella: "A ver cuándo vamos al baile", y la seguí. Más allá había un puente y de allí no me dejó pasar. Me quedó en la memoria y otro día fui a ver a aquella chavalina de 17 años. Yo tenía 24, quería asentame con algo que me viniera bien y cogí esta flor. Y me probó bien. Si no aciertes en casate, no aciertes en nada.

-¿Cuánto tardaron en casarse?

-Cuatro años. Fui a vivir a Priandi, a casa de los suegros, durante 13 años. La mujer se dedicaba a la labranza y era modista desde que tenía 17 años. Siete u ocho chavalines aprendieron a coser con ella.

-Estuvo once años en la mina.

-Y pedí una licencia de taxi en Nava para un Land Rover. Los otros tenían Seat 1.500.

-¿Y esa diferencia?

-Subía por carreteras malísimas a sitios donde no iba nadie. Iba a los mercados, a Villaviciosa, a Laviana, y llevaba paisanos y lo que compraban: gallines, conejos y xatos arriba, en la baca... Donde no entraba nadie entraba yo. En Laviana iba por Meruxal, por carreteres abiertes de la pala, y volvía con perres más guapes pa casa. "El Carbonero" me denunció a la Guardia Civil.

-¿Por qué?

-"El Carbonero" quedaba en Villoria, pero yo subía a los pueblos. Actuaba como un microbús, les dejaba en casa y escotaben elles para pagarme. Peleé también con los taxistas de Laviana. A los siete meses, cuando me prohibieron subir, les paisanes lloraben. Al año empecé a llevar gente al extranjero.

-¿Adónde?

-A Bruselas, a la estación de Midi. Empecé alquilado por Cirilo, que tenía autocar en El Entrego, lo llenaba y los que le sobraban venían conmigo. A Cirilo le pegaron dos tiros poco después. El tercer viaje lo hice por mi cuenta porque se extendió en Bruselas que llegaba dos veces por semana. Llevé mucha gente porque fue cuando las huelgas y marcharon a colocarse allí. Una de las veces, al llegar, hubo un accidente en una mina de Asturias, la gente quería venir al entierro y volví lleno. Fue como si me tocara la lotería.

-¿Cómo eran los viajes?

-Salía de todos los pueblos. Eran 19 horas conduciendo solo, sin comer y parando a mexar. Era un hombre montado a un volante y hasta donde llegara. Para cargar gasolina me ayudaba cualquiera que supiera algo de francés. En el primer viaje tuve que dormir en una gasolinera porque no tenía francos y no iba a esperar a que abriera el banco. Luego ya salía del restaurante El Cantábrico de Oviedo y cogía paquetes. Cambiaba francos en la frontera y en Bruselas descansaba en casa Sello, de Moreda, y salía al día siguiente. Ganaba veinte mil pesetas por viaje.

-Eso son 160.000 pesetas al mes. Muchísimo dinero en 1963.

-Cuando nació mi primer hijo estaba de viaje en Holanda. No pude quedar en Nava porque los pasajeros iban con contrato de trabajo y tenían que llegar a fecha fija. Estaba nevando, en una arboleda y tenían que pasar andando porque no podían cruzar la frontera sin dinero. Nos vio un avión, vino la Policía y los cogió por ilegales, y a mí como cómplice. Me dieron un tiempo para salir del país. Luego un policía de Oviedo, muy malo, vino a buscarme a casa de mi suegro por Interpol. Salvé porque dije que me habían alquilado para ir y no sabía más.

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