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Los lagos de Asturias, a plena noche

Llega el verano y LA NUEVA ESPAÑA propone otra manera de ver la naturaleza de Asturias, la que da el Sol del crepúsculo al atardecer y la que prestan la Luna y las estrellas en la oscuridad

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Los lagos de Asturias a plena noche

El fotógrafo Miki López viajó tres noches de junio a los lagos de Covadonga, de Somiedo y del Valle para realizar estas imágenes de belleza real, regia e irreal realizadas con una Canon 5D y un objetivo 16-35 mm con exposiciones entre 1 y 30 segundos.

Al caer la tarde, un agradable viento del Sur comenzó a barrer las nubes que casi cubrían por completo los riscos más escarpados del macizo occidental de los Picos de Europa. Una joven pareja alemana freía carne en el hornillo de su Volkswagen surfera, aparcada bajo los árboles que bordeaban la majada del lago Enol. El intenso aroma de la carne atrae el hambre y la curiosidad de un zorro que merodea la furgoneta de los alemanes.

A las 9 de la noche el Sol de junio aún brillaba con un intenso destello que teñía de ocre las paredes calizas que bordean los lagos de Covadonga. Suenan cientos de cencerros del ganado que desciende hasta la orilla del Ercina. Los terneros se acuestan sobre la hierba fresca a pasar la noche a la luz de una Luna llena que asoma entre los claros.

Cuando el cielo se oscurece la Luna funde plata sobre el espejo del lago, creando una simetría de gigantes con montañas y nubes. Es un mundo irreal y cautivador, la cara oscura de la icónica imagen de los lagos más conocidos de Asturias en sus días azules.

Una semana más tarde, en una noche de menguante, caminando por los senderos que llevan a la parte más alta del valle glaciar de Saliencia, en Somiedo, cualquier sonido que surge de la noche es capaz de erizar el bello al más valiente. Se entiende la esencia de la mitología asturiana porque la magia de Asturias surge, muchas veces, cuando se apagan las luces del paraíso. En esta montaña occidental se esconde el Sol y las estrellas crean un paisaje de cuento de hadas, de brujas y trasgos, de xanas y cuélebres que guardan los tesoros que unos moros amontonaron en el fondo más profundo del lago siglos atrás.

La tercera semana de junio la visión de las estrellas parpadeantes en el cielo sin Luna corta la respiración. El Lago del Valle, con su isla, coronado por montañas que engarzan estrellas, es el rey de la noche. El sendero cae hacia sus aguas plateadas y las linternas iluminan la única palloza construida unos metros por encima de la orilla. Sentados en el borde, la naturaleza de Asturias ofrece una función desconocida. Cuando vuelvan las luces levantará el telón el espectáculo del día.

Llega el verano y LA NUEVA ESPAÑA propone otra manera de ver la naturaleza de Asturias, la que da el Sol del crepúsculo al atardecer y la que prestan la Luna y las estrellas en la noche. El fotógrafo Miki López viajó tres noches de junio a los lagos de Covadonga, de Somiedo y del Valle para realizar estas imágenes de belleza real, regia e irreal realizadas con una Canon 5D y un objetivo 16-35 mm con exposiciones entre 1 y 30 segundos.

Todas las fotografías en lne.es

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