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Asturias, plató natural

Los estrenos de "El secreto de Marrowbone" y "La Zona" confirman el tirón que los variados escenarios del Principado tienen para atraer rodajes de cine y TV

DOCTOR MATEO (César R. Blanco, 2009). Lastres fue San Martín del Sella en la ficción, convirtiéndose en un lugar de peregrinación para los fans. También hubo exteriores en Llanes.

Lo dijo en su día José Luis Garci, el cineasta de corazón gijonés que trajo a España su primer "Oscar" con "Volver a empezar": "Asturias es mi Hollywood. Hay mar, verde, una luz maravillosa, los Picos de Europa a media hora, ciudades fantásticas como Oviedo, Gijón o Avilés, una luz maravillosa y también maravillosos colores".

No es el Principado la meca del cine por la presencia de grandes productoras y estudios, pero sí por la variedad de escenarios que siguen atrayendo rodajes de envergadura. El viernes de la próxima semana verán la luz dos ambiciosos proyectos que eligieron localizaciones asturianas: "El secreto de Marrowbone", primer largometraje como director del ovetense Sergio G. Sánchez, y la serie "La Zona", que muestra un mundo apocalíptico. El 4 de noviembre llegará al Festival de Sevilla "Bajo la piel de lobo", en la que el noreñense Samu Fuentes dirigió a Mario Casas por tierras de Santa Eulalia de Oscos, Taramundi, Villayón y Pesoz. Se ruedan estos días en Candás varias escenas de "Sin aliento", del director rumano Tudor Giurgiu, con Belén Cuesta. Y en posproducción está Luis Trapiello con "Enterrados" protagonizada por Candela Peña, sobre un encierro minero.

Presentada en los festivales de San Sebastián y Toronto, la película de Sergio G. Sánchez dejó impresionado al público por la belleza de sus localizaciones. Antes ya había quedado prendado de ellas el equipo técnico y artístico durante un rodaje, como explicó el director a LA NUEVA ESPAÑA. El tirón del paisaje asturiano tiene en muchos casos una raíz sentimental. La misma que llevó a José Luis Garci y Gonzalo Suárez a pasear sus cámaras una y otra vez por el Principado.

Garci marcó un hito con "Volver a empezar": un "Oscar" histórico que puso histéricos a sus detractores, y que hoy sirve incluso como documental de aquellos años 80, sobre todo un Gijón casi irreconocible donde la fachada del añorado cine Robledo hacía las veces del trineo revelador de "Ciudadano Kane". Más tarde, con "Asignatura aprobada", mostró una calle Corrida y un paseo del Muro a toda pantalla. "El abuelo" fue la mejor carta de presentación de paisajes llaniscos, esos mismos que Gonzalo Suárez tiene como territorio imprescindible para sus fabulaciones, aunque diez años atrás dedicara a su ciudad natal "Oviedo Express", en la que casi no falta ningún lugar emblemático de una ciudad que, con permiso de Manhattan, encandiló a Woody Allen. Su "Vicky Cristina Barcelona" no figura entre sus grandes trabajos, pero le sacó mucho partido a unos pocos días de rodaje con Javier Bardem, Penélope Cruz y Scarlett Johansson. En Cataluña hubo incluso algo de mosqueo porque Asturias aparecía más y mejor en la pantalla. Viva el Prerrománico.

A 28 kilómetros, Gijón llegó a ser Oxford para la comedia juvenil "Fuga de cerebros", con la Laboral convertida en una flamante Universidad británica. De muy distinto signo fue la ácida comedia en asturiano de Javier Maqua "Carne de gallina", ambientada en la cuenca minera, un escenario que sirvió a José Antonio Quirós para lanzar una denuncia al viento con "Pídele cuentas al Rey", la odisea de un minero que recorre a pie la distancia entre Asturias y Madrid para protestar ante el monarca. Quirós repetiría aldabonazo con "Cenizas del cielo", en este caso contra los peligros de las centrales térmicas. Otro cineasta asturiano, Tom Fernández, trajo a casa sus comedias "La torre de Suso" y "¿Para qué sirve un oso?".

Uno de los grandes éxitos comerciales del cine español de los últimos tiempos, "El orfanato", eligió la inquietante casona de Partarríu para acoger su siniestra historia de terror, escrita por Sergio G. Sánchez y dirigida por el entonces desconocido J. A. Bayona con producción de Guillermo del Toro. Le dio suerte.

La literatura asturiana está detrás de algunas producciones que, con mayor o menor fortuna, llevaron a la pantalla textos fundamentales. "La Regenta", por ejemplo, tuvo una versión bastante accidentada de Gonzalo Suárez en los años 70, y una adaptación televisiva de Fernando Méndez Leite en los 90, sin olvidar la importancia de la obra en el drama de "Oviedo Express". Garci se sirvió de Ramón Pérez de Ayala para convertir "Luz de domingo" en un paseo por rincones asturianos (Oviedo, Gijón, Avilés, Noreña, Sobrescobio, Colunga, Siero, Ribadedeva, Pola de Lena, Benia de Onís...). No era asturiano, pero el gran escritor italiano Antonio Tabucchi viajó a Asturias invitado por el productor Juan Gona para asistir al rodaje de "Dama de Porto Pim" (José Antonio Salgot, 2001).

La pequeña pantalla también ha puesto sus ojos en Asturias para dar un toque de distinción a algunas series. Una de las pioneras fue "Segunda enseñanza", con la que Pedro Masó y la guionista Ana Diosdado convirtieron Oviedo en centro de operaciones. Unos jovencísimos Javier Bardem y Aitana Sánchez-Gijón figuraban en el reparto. "Los jinetes del alba" reunió también a un reparto de lujo para recrear la Revolución de Octubre del 34 a las órdenes de Vicente Aranda. Juan José Campanella, director argentino de origen asturiano, puso en pie el ambicioso proyecto de "Vientos del agua" para contar la historia de la emigración. No tuvo el éxito que se merecía.

Sí lo tuvieron, y a lo grande, dos series españolas de muy distinto signo: "La señora", melodrama con todas las de la ley que arrasó en los índices de audiencia, en el que destacaban unos aún poco conocidos Adriana Ugarte y Rodolfo Sancho, y "Doctor Mateo", una mezcla de drama y humor con mucho brote costumbrista protagonizada por Gonzalo de Castro, que convirtió Lastres en lugar de peregrinaje para espectadores de toda España que querían pasear por los rincones que aparecían en la pantalla.

A falta de que una macroproducción como "Juego de tronos" pase por aquí como hizo en el País Vasco, Asturias sigue siendo un plató natural de postín. Lo tiene todo para proyectarse más por el mundo. Y dejarlo boquiabierto.

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