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JOSÉ CARLOS FERNÁNDEZ ROZAS | Catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad Complutense de Madrid

"El Estatuto de Autonomía de Asturias fue una gran obra"

"Mi abuelo Buelta era el decano de la prensa asturiana; cuando nací creó a Aliatar, que pasa a recoger las cartas de los niños el día de mi cumpleaños"

El jurista José Carlos Fernández Rozas, el día que leyó su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo. FERNANDO GORENA

José Carlos Fernández Rozas, catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad Complutense de Madrid, no pierde de vista cuanto acontece en Asturias, pese a que lleva ya tres décadas viviendo fuera de la región. "A pesar de que muchas veces soy duro con Asturias, que soy muy crítico con los gobernantes y con cuestiones como la variante de Pajares, mantengo mis sentimientos por ésa que es mi tierra", asegura. Y a través de sus Memorias, que comparte con los lectores de LA NUEVA ESPAÑA en dos entregas, la segunda de las cuales se publicará en la edición de mañana, se puede reconstruir buena parte de la historia reciente de la región. Sobre todo aquellos años de la Transición, en los que Fernández Rozas fue figura destacada en el ámbito académico y, también, en el político.

Raíces. "Nací en Oviedo en 1950. Toda mi familia es asturiana, de distintas zonas de la región. Mi abuelo José Fernández Buelta era de Ribadesella. Tras la guerra tuvo mucha relevancia en la prensa asturiana: era el decano de la prensa. El otro abuelo, el de Mieres, era de origen francés, vino a Asturias en el siglo XIX, vinculado con la industria minera".

Buelta. "Mi abuelo Buelta era un hombre muy vinculado a Oviedo, Antonio Masip le puso una calle y todo. Era funcionario de la Diputación y fue el fundador de la Sociedad Ovetense de Festejos, tuvo el carné número 2. Fue impulsor de muchas fiestas de Asturias, incluso tuvo una participación en las Piraguas. Junto con Víctor Hevia reconstruyó la Cámara Santa tras la Guerra Civil, y también fue director del Museo Etnográfico. Tenía un amor desmedido por Asturias, y yo estuve muy vinculado a él hasta que murió, con 99 años y plena clarividencia".

Aliatar. "Dio la casualidad de que yo nací dos días antes de Reyes, en 1950. Él estaba muy emocionado, porque yo iba a ser su primer nieto. Y se le ocurrió crear a Aliatar, que llega a recoger las cartas de los niños justo el día de mi cumpleaños. Yo le quería mucho, era como mi segundo padre, y fue un hombre que estuvo escribiendo en la prensa asturiana hasta el final, hasta los 96 o los 97 años por lo menos. Recuerdo que en LA NUEVA ESPAÑA firmaba simplemente como "B.", con la inicial de su apellido. Hace poco aparecieron unos documentales que él grabó a los asturianos relevantes de aquella época, a gente como Severo Ochoa, Ramón Menéndez Pidal, Gómez Santos? Están en 16 milímetros, los voy a transferir a vídeo. Mi intención es dárselos al Real Instituto de Estudios Asturianos, porque tienen mucho interés".

Orense. "A los 3 años nos fuimos a Orense, donde hice mis primeros estudios. Tengo sólo vagos recuerdos de aquellos años, pero mi padre hizo amistad con uno de los personajes más importantes del desarrollo español: Eduardo Barreiros. En aquel momento estaba probando sus motores de gasoil, metiendo humo hasta que tuvo las licencias".

Bilbao. "Al cabo de unos pocos años nos trasladamos a Bilbao, que como decía Blas de Otero fue el 'turbio regazo de mi niñez'. En aquel tiempo era una ciudad espantosa, no tenía la belleza de ahora. Estaba llena de emigrantes, con una gran miseria. Vivían hacinados en casas, las llamaban 'putilos', podían vivir seis o siete familias en cada una. Iban todos a trabajar en los Altos Hornos. Pero los vascos son gente encantadora. Yo estudié en el Instituto Nacional, ahora llamado Miguel de Unamuno. Allí tuve excelentes profesores y amigos. Además eran unos años muy buenos. A partir de 1959, del plan de estabilización, los tres años siguientes fueron espectaculares, sobre todo viniendo de aquella miseria de los años cincuenta: salió la televisión, comenzamos a ver coches por las calles?".

Retorno. "Volví a Oviedo en torno a 1963 o 1964. Me costó un poco adaptarme, porque tenía hasta acento bilbaíno. Y me pasó algo que también noté en Bilbao: a mí no me interesaba el fútbol y era una barrera para facilitar la adaptación. Sucedía además que el Real Oviedo estaba en su mejor momento, con aquella generación espectacular, Sánchez Lage y compañía. Curiosamente, aunque nunca he seguido el fútbol, siempre miré la clasificación cada lunes, aún lo hago, y me alegra ver que al Oviedo le va bien. Pero nunca iba al campo ni nada, lo único que recuerdo del Tartiere es que, cuando tenía 16 años, el padre de un amigo era contratista y nos contrató para pintar todos los anuncios".

Felices sesenta. "En aquellos años, Oviedo era una ciudad mucho más grata que Bilbao, una ciudad muy agradable, y con muchos componentes sociales. Completé el Bachillerato e hice los estudios universitarios, viví los primeros guateques? fueron años deliciosos, en los que se pasaba muy bien. Los jóvenes éramos totalmente ajenos a los acontecimientos políticos: la política llegó después. También pasaba que en aquella época sólo estudiaban las clases burguesas, la clase obrera aún no se había incorporado a la enseñanza superior. Vivíamos en un mundo feliz, en una ciudad yeyé, y luego te dabas cuenta de que junto a ese mundo feliz estaban las cuencas mineras y había otros problemas".

Universidad de paso. "Estudié en la Facultad de Derecho, donde tuve la suerte de que me tocaron profesores magníficos. Pasaba que, en aquellos años, las universidades de provincias, y Oviedo era una de ellas, eran universidades de paso. Estaban los catedráticos locales como Manuel Iglesias Cubría, José María Muñoz Planas, un gran mercantilista, o Juan Luis de la Vallina, que fue luego un excelente político. Hablamos de catedráticos de Oviedo de toda la vida, los que mantenían el 'fuego sagrado'. Y luego venían muchos catedráticos de fuera, que estaban unos pocos años y se marchaban. Estaba en Oviedo José María Gil-Robles, que había sido diputado en la República y que se jubiló poco después, o Fernando Suárez, que se fue al Congreso y acabó siendo ministro. Había mucha movilidad, y se dieron casos como el de Óscar Alzaga, que estuvo muy poco en Oviedo".

González Campos. "Cuando estaba terminando la carrera apareció en Oviedo Julio González Campos. Tenía mucha aureola, porque era comunista y tenía fama de ser un excelente jurista. Pero además tenía un gran respeto por todo el mundo. Cuando llegó a Oviedo tuvo muchos problemas de adaptación, porque las fuerzas locales reaccionaban contra los que se quedaban. No había problemas con esos profesores de paso, pero sí con los que se querían instalar aquí. Lo primero que preguntaban al recién llegado era: '¿Tú cuándo te vas?'. Y si alguno compraba piso, se le echaban encima. Con González Campos pasó algo de eso, pero para mí fue muy importante. Fue mi maestro, me incorporé a su equipo y allí trabajé con dos grandes condiscípulos: Paz Andrés, que se quedó en Oviedo, manteniendo las puras esencias, y Luis Ignacio Sánchez Rodríguez, 'Miche', como le llamábamos, llegó a ser decano de la Facultad de Derecho, y fue el que mandó quitar los letreros de la Guerra Civil, como aquel de 'Universidad de Oviedo, cuna de estudiantes y soldados'. Murió hace siete años".

Política. "En aquellos años, en los que yo aún vivía a la sombra de mi maestro -se marchó a Madrid en 1977-, yo era militante del Partido Comunista (PC), que luego derivó en el Partido Comunista de Asturias (PCA). Fueron años muy intensos en lo político, también en la Facultad. Cuando yo ya era profesor ayudante llegó a Oviedo Elías Díaz, un catedrático de Filosofía del Derecho muy importante. Era socialista, muy relevante dentro del partido, aunque entonces todavía no se definía públicamente. Aparte de Juan Luis Rodríguez-Vigil, el único socialista que había en Oviedo era Álvaro Cuesta. Luego estaban por allí Vicente Montés, de Derecho Civil; Francisco Sosa Wagner, que era muy brillante; Gerardo Turiel, que era muy querido? Después apareció por allí un personaje que no era un profesor: era José María Laso, un alumno, pero más que un alumno. Fue dirigente del PC y promotor con Juan Benito Argüelles de 'Tribuna Ciudadana', que aglutinó a aquellos profesores de izquierdas. Eran tácticas propias del PC, como el Club Cultural o las famosas 'Cenas del Fontán', un antecedente de 'Tribuna Ciudadana'. Allí se reunía la gente de izquierdas, era un foro para hablar. Participamos todos en una gran manifestación, de la que sacó una foto muy famosa 'Asturias Semanal' porque en cabeza estaban todos los dirigentes de izquierdas, y que fue reprimida. Yo, como no era nadie importante, estaba detrás y recibí los palos. Eran momentos apasionantes, en los que había además mucha actividad cultural. Y personajes entrañables como Emilio Barbón, Horacio Fernández Inguanzo o Gerardo Iglesias, que acababa de salir de la cárcel y vendía chocolate para que no le aplicaran la ley de Vagos y Maleantes. Fueron años muy importantes que salieron bien, afortunadamente. El pueblo español supo elegir bien y logramos tener este sistema que ahora se critica, pero que fueron los antecedentes del actual".

Estatuto. "Empecé a colaborar en la preautonomía, estaba en la Comisión Mixta de Transferencias del Estado al Consejo Regional. En aquellos años estuve muy vinculado a Inguanzo, que llevaba la Consejería de Sanidad, y a la política autonómica. De ahí que pasase a la Comisión Mixta de Transferencias. Había gente que tuvo un papel muy destacado, como Sosa Wagner, Bernardo Fernández o Ignacio de Otto. Pero yo soy privatista y tuve un papel más secundario. Luego, en una comisión más reducida, participé en lo que fue el Estatuto. Creo que hicimos un buen trabajo, aquél fue el modelo de Estatuto de línea corta, que luego inspiró a otros. El Estatuto de Asturias estaba bien hecho, fue una gran obra".

Cátedra. "Aquellos fueron años muy intensos, porque al mismo tiempo preparaba la oposición a Cátedra, que justo la saqué en 1981. Era un no parar, pero sacabas tiempo de donde fuera. Yo iba hasta a pegar carteles. Me pasó que una vez, siendo ya catedrático, estaba pegando carteles un día en el que estaba nevando. Pasaron unos estudiantes que no me reconocieron y dijeron algo así como: 'Mira estos pobres, qué moral'. Siempre empezábamos por la calle Foncalada, y en invierno subíamos pegando carteles y al final de la calle, con aquel frío, nos dispersábamos. Por eso, la calle Foncalada era la calle con más carteles de todo Oviedo".

Negociación. "El partido sufrió una hecatombe en 1982, aunque en Asturias un poco menos, porque se sacó un diputado. La clase obrera empezó a votar al PSOE y el partido se fue descomponiendo. Empezó a derivar a cuestiones como el regionalismo, cayó el muro de Berlín y llegó Anguita, que acabó con el partido. Pero volviendo a 1982, yo estaba aún en el partido, incluso era muy amigo de Roberto Sánchez Ramos, 'Rivi', que era un fenómeno. Pero al sacar la cátedra dejé la política. Mantengo un grato recuerdo de mi participación en política, grandes amistades, y no tengo ningún descargo que hacer. Pero es cierto que después me dediqué a otras actividades que me permitieron conocer a otras personas, porque en un partido hay cierto elemento sectario. El salir de la política me permitió conocer a los grandes empresarios asturianos, como Serafín Abilio Martínez, que era un gran político y un empresario importante. Y los que vivían al margen del poder de Masaveu: Valentín Antuña, Adolfo Carrocera? gente muy simpática, agradable, combativa también, en una época en la que se negociaba. Había grandes discusiones, pero luego se sentaban todos delante de un plato de fabada y se resolvía, también porque UGT y CC OO obraban con gran sensatez. Pero sí, en Asturias se negociaba".

Segunda entrega mañana, lunes:

"He trabajado mucho en México, donde ser asturiano te abre todas las puertas"

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