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La fábrica rusa de noticias falsas

El caso de los trece rusos acusados en EE UU de interferir en las elecciones presidenciales de 2016 reaviva el debate sobre el uso malicioso de internet gracias a técnicas de marketing digital avanzado

La fábrica rusa de noticias falsas

La implicación rusa en las elecciones estadounidenses que llevaron a Trump a la Casa Blanca a través de propaganda difundida por internet es un hecho. Las 37 páginas de acusación de la Fiscalía estadounidense contra trece rusos por su intervención en las elecciones presidenciales en 2016 se presentan como una prueba irrefutable de cómo internet y las redes sociales pueden hacer temblar los pilares de una sociedad casi sin esfuerzo. La investigación llevada a cabo por el fiscal Robert S. Muller destripa los entresijos de una sofisticada red diseñada para engañar. Una red que utiliza herramientas al alcance de todos. Sólo se necesita un ordenador con el que crear "posts" (publicaciones) en internet y dinero para invertir en publicidad en Facebook o Google. Estas mismas herramientas las utilizan cada día las empresas dedicadas a la publicidad digital a través del llamado "Digital Marketing 101". El problema viene cuando esta fórmula para propagar mensajes cae en manos de los llamados "agentes de la desinformación". Es entonces cuando una agencia de marketing digital se convierte en una "granja de trolls". O lo que es lo mismo: una fábrica de perfiles falsos y publicaciones ofensivas que socavan los cimientos de la convivencia democrática.

San Petersburgo, Rusia, año 2014. Una oficina destinada al marketing digital llamada Agencia de Investigación de Internet comienza su actividad con unos 25 empleados. Ofrecen un buen sueldo -unos 1.140 euros semanales- y la prueba de acceso consiste en realizar un ensayo sobre la "Doctrina Dulles", toda una declaración de intenciones. En la Rusia de 1991 el director de la CIA de entonces, Allen Dulles, basó su estrategia para destruir a la Unión Soviética en la ruptura de los valores morales y el patrimonio cultural de la sociedad del gigante del otro lado del Telón de Acero. Precisamente lo que la agencia rusa de trolls estaba a punto de llevar a cabo en Estados Unidos.

Los trabajadores de la Agencia de Investigación de Internet, también conocida como "granja de trolls", trabajaban 24 horas, en turnos de 12 horas, diurnos y nocturnos. Estaban divididos en agentes de habla inglesa y de habla rusa y trabajaban en tres categorías: generadores de gráficos, análisis de datos y tecnología de la información. El objetivo de todos ellos era el mismo: generar crispación en Estados Unidos. Para ello, crearon cientos de cuentas falsas en redes sociales y escribieron numerosas publicaciones para elogiar al Gobierno de Vladimir Putin y desprestigiar la candidatura de la demócrata Hillary Clinton a las elecciones presidenciales de 2016.

Todo seguía un patrón estricto. Los ordenadores estaban programados para reenviar las publicaciones a las innumerables cuentas falsas de la agencia y los trabajadores recibían en su correo electrónico los temas sobre los que debían escribir y las palabras clave a utilizar. "El heroísmo del Ministerio de Defensa Ruso" o "El papel estadounidense en la propagación del virus del Ébola" eran temas recurrentes. Los documentos internos de la empresa comenzaron a dar instrucciones claras a medida que se aproximaban las elecciones. "Aproveche cualquier oportunidad para criticar a Hillary y al resto (a excepción de Sanders y Trump, los apoyamos)", rezaban los comunicados. Como robots aleccionados y parapetados tras perfiles falsos, los trabajadores de la "granja de trolls" se hicieron pasar por activistas cristianos, grupos antiinmigración o movimientos racistas. Muchos de ellos sin saberlo.

Aleksei, uno de los primeros empleados de la agencia, relató en una entrevista a "The New York Times" sus condiciones de trabajo. Atraído por el salario y su interés por el mundo del periodismo, afrontó el trabajo con la única pretensión de escribir. "Me daban dinero por redactar, era joven y no pensé en el lado moral. No estaba tratando de cambiar el mundo", relata. "El hilo conductor de las publicaciones del blog y los comentarios era destacar que la vida era muy buena en Rusia bajo Putin y muy mala en Estados Unidos con Obama", cuenta. Poco a poco comenzó a perder el interés por escribir al darse cuenta de que todos los textos decían lo mismo. "Fue como convertir a las personas en zombies que repetían: 'Todo está bien. Putin es bueno'", explica. En el edificio de la Agencia de Investigación en Internet, Aleksei escribía para la audiencia de habla rusa, separado de los que hablaban inglés. Durante los descansos, en la sala común para fumadores, comprobó cómo sus compañeros ingleses realizaban el mismo trabajo. "Se jactaban de crear miles de cuentas de redes sociales falsas", comento a "The New York Times".

La primera tarea de todos los empleados era, precisamente, crear tres identidades en "Live Journal", una popular plataforma de blogs. Uno debía ser de un alto nivel de escritura y los otros dos "marginales". En este proceso de creación de perfiles, la acusación del fiscal Mueller habla incluso de robar las identidades de ciudadanos estadounidenses. Una investigación del diario "The New York Times" descubrió que muchas cuentas reales se copian y se convierten en "bots" (perfiles fantasmas automatizados) que venden compañías creadas a tal efecto, como Devumi. Incluso los usuarios verificados de Twitter (los que tienen la medallita azul) han sido suplantados. La investigación concluye que es más fácil crear un "bot" que eliminarlo. Las redes sociales requieren una prueba de identidad para cerrar una cuenta falsa, pero nunca para configurarla. Por eso Twitter, tras cambiar las reglas del juego y amenazar con cerrar los perfiles ofensivos, ha eliminado de cuajo esta semana miles de "bots" de su red social. En concreto, en esta remesa se han cargado las cuentas falsas de la ultraderecha americana. También han anunciado nuevas medidas. La publicación automática de la misma información en varios perfiles y los "Me gusta" o "retweets" masivos están prohibidos. La red social se asegura así de que detrás de la actividad no hay ningún robot. Al anunciar las nuevas medidas, Twitter puso como ejemplo precisamente lo ocurrido en las elecciones de Estados Unidos.

Los perfiles falsos generados por la Agencia de Investigación de Internet se cuentan por millones. La propia compañía creció a pasos agigantados. En dos años, unos 1.000 trabajadores formaban parte de la "granja de trolls". Algunos como Aleksei dejaron su puesto de trabajo, alarmados por lo que estaban creando. Otros, sin embargo, siguieron como si "les hubiesen lavado el cerebro", explica. Sergei, otro de los que contaron su experiencia a "The New York Times", tenía 25 años cuando comenzó a trabajar en la agencia. Sólo tenía la Educación Secundaria y no sabía nada de política. En la oficina compartía sala con 40 personas cuya labor era crear comentarios y publicaciones en redes sociales. Debían generar 80 comentarios al día y 20 publicaciones. "La idea principal era trabajar en el pensamiento de las personas, elevar el patriotismo entre los rusos y retratar negativamente a los EE UU". Así describió Sergei su labor en la agencia, donde sólo duró seis meses. El trabajo, reconoce, le cambió: "Me volví más patriótico".

"Hillary es un Satanás, y sus crímenes y mentiras demostraron lo malvada que es". Éste es uno de los anuncios rusos más sonados para desprestigiar a la demócrata Hillary Clinton. Bien pudo ser escrito por Irina Viktorovna Kaverzina, otra de las implicadas en la operación. Su tarea se centraba precisamente en desprestigiar a Clinton y apoyar a su rival en la campaña de las primarias demócratas, Bernie Sanders. Todo ello bajo las directrices de sus superiores. "Creé todas esas fotos y publicaciones y los estadounidenses creyeron que fue escrito por su gente", declaró Viktorovna en el momento que comenzó a destaparse la operación.

A estas alturas, la pregunta está en el aire: ¿por qué fue tan fácil, y barato, engañar a millones de estadounidenses? La respuesta se encuentra en el marketing digital. El proceso que utilizan las empresas para vender sus productos en internet es el mismo que utilizaron en la Agencia de Investigación de Internet para difundir propaganda política. La clave está en la segmentación. Los anunciantes pueden, tanto en Facebook como en Google, decidir a qué personas dirigen sus productos: por edad, localización geográfica, nivel educativo o preferencias políticas. Una vez se ha lanzado la publicidad se puede analizar qué mensajes han calado mejor y dónde lo han hecho. Después de probar y analizar, es momento de ampliar la dosis. Así es como funciona el llamado "Marketing digital 101". Un "agente de la desinformación" puede probar cientos de mensajes diferentes y dirigirlos a miles de grupos demográficos hasta dar con su audiencia ideal. Los algoritmos de aprendizaje automático de Google y Facebook analizan una cantidad ingente de datos hasta dar con la "víctima perfecta", aquella que esté receptiva ante determinada afirmación. Tanto que no sea capaz de ver que lo que tiene ante sus ojos es propaganda política, una noticia falsa creada para reafirmar sus creencias y buscar la confrontación. Según datos oficiales, los anuncios rusos alcanzaron a través de Facebook a 126 millones de estadounidenses. Inteligencia artificial que pide a gritos una regulación humana.

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