En 1918, Agarradiella en Covadonga, 66 décimas de versos octosílabos perpetradas por Rafael Álvarez-Borbolla López, Pin d'Escola, narran desde el Guadalete a Covadonga, en un estilo entre grosero y torpe:
A daquisti, una llanciá;
A l'utru, un estadoñazu;
Al d'ainde, un llabanazu;
Una espicha al d'acullá;
Daquel cai d'una porrá?
Y, en fin, nún creu, garabates,
Fesories, trientes, forcates,
Hachos, foces y cuchielles
Esmigayen los infielles
Qu'entá ximielguen les pates.
Del primer tercio del XX son también los 283 versos de la silva arromanzada en que, con el título de "La victoria de La Cruz", Marcos del Torniello repasa la batalla y sus preliminares. José Benigno García González (1853-1938), que es un escritor de verso suelto, gracioso y de un buen asturiano cuando se mueve dentro de las lindes del campo costumbrista, muestra aquí su otra faceta de grosería, tosquedad y un patriotismo ultraconservador y ultraespañolista, muy frecuente en su producción.
Véase esta muestra que no sé si calificar de antiliteratura:
Y entós la media lluna de los moros,
Esmondongada y rota,
Los cuernos, retorcíos, va escondese
Debaxo de la cola
Del rabo de la burra saltarina
Que Don Pelayo amonta
(Adviértase que "burra" es el término asturiano general para designar al caballo).
Francisco González Prieto, Pachu'l Péritu (1859-1937), en quince penosas décimas y con el título de "La Virxen de Covadonga", narra, también en el primer tercio del siglo y en quince décimas de versos octosílabos, el pelayino combate mediante todos los tópicos de la materia y un lenguaje escasamente elevado.
El abogado y periodista R. J. Roque Pérez-Santamarina Durantes (1869-1937), publica en 1926 el romance "La nuestra Santina" y en 1927 el soneto "Lo que fixo la Santina", ambos de no mucha calidad.
En un diálogo con un peregrino, al que, en un poema del mismo título, se lo invita a ir a Covadonga, Pachín de Melás (Emilio Robles Muñiz, 1877-1938), a lo largo de 52 versos arromanzados de seis y diez sílabas que constituyen la composición (agrupados los decasílabos de dos en dos de forma regular), pone el acento en el significado mariano e histórico del santuario, pero sin pararse a describir en detalle la batalla ni poner entusiasmo en las glorias bélicas y dando un giro al final hacia un canto a Asturies:
Pelegrín, pelegrinu
De vida andariega,
Non marches, descansa,
Ya tas en mio tierra,
Ya tas en mio Asturies...
¡¡Bendita sía ella!!
Agustín de La Villa, también en una silva arromanzada de más de 90 versos, predominantemente endecasílabos, le da un enfoque distinto y prestoso a la cuestión: "Remontose la Santina" muestra el enfado de la Patrona porque los asturianos están abandonando sus costumbres y su lengua:
La Patrona d'Asturies, la Santina,
Piquiñina, galana y gayaspera,
Que, desde Covadonga,
Mos ampara y gobierna,
¡Está que fuma en pipa con nosotros...!
Así-y dixo a Xesús, en son de quexa:
(En bable lisu y llanu, que la Virxen,
Pa nel Cielo charrar, no usa otra llengua).
Viene a continuación un diálogo de la Virgen con su hijo, exponiéndole el motivo de sus quejas. La Santina, en su parlamento, señala la pérdida de las señas de identidad (escarpinos, monteras, calzón corto?), pero, sobre todo:
?Tú considera
Qu'empérrense en rezame d´otru mou
Que non ye na so llengua:
En una xerigoncia que no entiendo,
Que, como fuese en bable, lo entendiera.[?]
Y todo, por n'hablar como Dios manda,
En bable, la más dulce y suave llengua.
Así que, Tú verás: sin que lo igües,
¡Nin arrastru me lleves a la Cueva..!
Fabriciano González García, Fabricio (1858-1950), secretario del Ayuntamiento de Llaviana, redactor jefe de "El Comercio", cronista de Xixón, miembro del IDEA, impulsor de una efímera Academia Asturiana de Artes y Letras en 1919, fue además un prolífico escritor. De entre sus composiciones es singular esta de "¡Viva la Soberana!", porque está escrita con motivo del regreso de la imagen de la Santina desde Francia (1939), al final de la Guerra Civil. La forma es la de una sextilla de pie quebrado, con versos de diez y cinco sílabas y rima en el tercero y el sexto. En ellos va mezclando los acontecimientos históricos (no sin caer en ocasiones en la ramplonería, pese a lo elevado del tema y a lo extraordinario de la circunstancia) con descripciones de la devoción popular y retazos del cantar mariano a la deidad.
Hoy ye fiesta de gran maravayu [?]
Ye fiesta d'Asturies,
Ye fiesta d'España.
Festexamos que volvia a ista tierra
La nostra Santina
Que fora furtada,
Y en mercáu de p'allende los montes
Por Xudes arteros
Ñunciada a sobasta. [?]
Y en Cuadonga de ñuevo la Virxen
Recobra so escañu
De Gran Capitana [?]
Y a subir golverá de rodíes
La xente devota
Pela escalinata [?]
Hoy ya podien le neñes pimpolles
De cabo la Cueva
Beber ba fontana,
Pos la neña que d'ella bebiese
Ya sabe de xuro
Qu'al añu se casa.
Ya la madre aflixía, consuelu
De Nuestra Señora
Con creces algama,
Al riezar por el fíu espatriadu
O muertu na guerra
Por Dios y la patria.
(Advertirán ustedes, como yo, ese piadoso "al riezar por el fíu espatriadu", pese a estar compuesto el poema en la inmediata coyuntura tras la guerra y desde la perspectiva combativa de los vencedores en ella).
Probablemente el texto con voluntad más lírica desde Caveda hasta 1944, fecha de su publicación dentro de "L'alborá de los malvises", sea el "Ye pequeñina y galana", de Constantino Cabal Rubiera (1867-1967), una serie de pentasílabos y decasílabos que, sin dejar de tener presente la batalla, presentan fundamentalmente un carácter mariano, abordan la devoción popular y muestran, curiosamente, al final del poema la presencia emocionada de un yo narrador que se comporta como padre o madre de la Virgina, acunándola. Así dice este fragmento:
Ay, quién coyera
Los sones toos entemecíos [...]
De los marmullos y chuchurríos
Que fain divina
La carbayera
Pela tardina?!
Quién los coyera
Pa igua-y un cantu que fora asina
Como un arrullu de paxarinos,
De carbayeres y de pimpanes,
A la Santina
de les Santines,
Nuestra Siñora de los endrinos
Y les mazanes..!