La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ÁNGEL MARIO CARREÑO | Ingeniero de Caminos, exdirector general del Instituto Nacional de la Vivienda (1979-1981) y exdiputado nacional por el PP (1989-2000)

"Oviedo fue sede del Mundial-82 gracias a una tormentona"

"Pactamos que las dos grandes ciudades asturianas acogieran partidos de la competición durante una comida en Casa Gerardo"

Carreño saluda al Rey Juan Carlos durante una celebración del Día de las Fuerzas Armadas en La Coruña, en la década de los ochenta.

Durante toda su vida, Ángel Mario Carreño (Oviedo, 1934) ha tenido tres grandes pasiones: su familia, la ingeniería y el fútbol. Su carrera profesional le acabaría llevando a la política, donde siempre demostró un espíritu inquieto y cierto carácter contestatario, además de un inusual desapego a los cargos. En su dilatada trayectoria, fue director general del Instituto Nacional de Vivienda (1979-81), conselleiro de Ordenación del Territorio y Obras Públicas de la Xunta de Galicia (1982-86), presidente de Alianza Popular de Orense (1984-86), presidente de la Comisión de Nacional de Deportes de AP/PP (1986-96) y diputado por el PP en el Congreso en representación de la provincia de Orense (1989-2000). De todos los cargos cesó por voluntad propia, o los abandonó al concluir su mandato. En esta primera entrega de sus memorias, Carreño habla de su infancia, de sus recuerdos futbolísticos, de su trayectoria profesional previa a la política y de su labor clave para que Oviedo y Gijón fuesen sede del Mundial-82.

Familia. "Nací en Oviedo, el 22 de septiembre de 1934. Vivíamos en la calle Campoamor. Toda mi familia es asturiana, de Avilés mayormente. Los Carreño eran de allí, y los Rodríguez de Maribona, de Villalegre. Por la parte González Wés son también de la zona: mi abuela materna nació en Solís y su hermano, Juan, fue director de "La Voz de Avilés". Por la otra parte, los Malgor vinieron del País Vasco francés después de Napoleón: se instalaron en La Carrera, en Siero, y abrieron una fábrica de curtidos. Luego se trasladaron a Villalegre. Mi tatarabuelo Pantaleón, que tuvo catorce o quince hijos, fue alcalde de Avilés, y dos hijos suyos también. Otro lo fue de Gijón".

Infancia. "En la calle Campoamor. Yo vivía en el número 30; en el 28 vivía don Justo Álvarez, que fue presidente del Oviedo, y en el 30, donde nosotros, José Sánchez, que también fue presidente del Oviedo. Y al 32 iba Paquito, que tenía a su novia allí. Estudié en el colegio de la Milagrosa y después en el Instituto de Alfonso II. En la Milagrosa tuve una profesora, sor Teodosia, que siempre decía que tenía dos alumnos que eran sus niños mimados: Jaime Durán Zaloña, que sería ingeniero de Minas, y yo. Muchos años después, justo antes de convertirme en diputado pero estando ya atareado en Madrid, volvía mucho a Asturias para ver a mi madre, que vivía en casa de mi hermana y mi cuñado, José Luis Norniella. Mi hermana, Mary Luz, siempre me decía que tenía que ir a ver a sor Teodosia, porque siempre preguntaba por mí. Entonces hubo un momento que cesé en un cargo, creo que fue cuando dejé de ser director del Instituto Nacional de Vivienda, y por fin tenía tiempo. Le dije a mi hermana: ´Mary Luz, ahora que puedo voy a ir a ver a sor Teodosia´. Llamé a la Milagrosa y me dicen: ´Sor Teodosia está de cuerpo presente´. Todavía hoy, cuando lo cuento, me emociona y me impresiona. Dije: ´Pues voy ahí a rezar delante de ella´".

Fútbol. "En mis años en el Alfonso II empecé a jugar al fútbol, se me daba bastante bien. Jugábamos en un equipo, el Furia, en el que había alumnos del instituto, otros del colegio Loyola y alguno más por ahí. Aún recuerdo la alineación: el portero era Miguel Buylla; luego estaban Jeromo Alvaré, Jaime Tartiere, Santi Álvarez-Buylla, Pachín, Serrano el de Anís la Asturiana, Paquirri el hermano de Santi, y en la delantera Manolo García Morán, Emilio Saavedra, Alfredo García Bernardo, Fermín Herrero y yo. De suplentes: Antón García Bernardo, mi hermano Orlando, que se murió hace un año, José Luis Gasset€ Cuando terminábamos las clases, a finales de mayo, íbamos a jugar a una zona al lado de la avenida de Galicia. Íbamos por allí mi hermano Orlando y yo, Antón y Alfredo García Bernardo, y los tres hijos de ´Herrerita´:_Eduardo, Chus y Roberto Herrera, que era más crío que nosotros. Eduardo acabó en el Oviedo, y Chus Herrera en el Oviedo y el Madrid, y poco antes de morirse, siendo aún muy joven, en la Real Sociedad".

Ingeniero. "Cuando estaba terminando el Bachillerato mi padre estaba de secretario de González Villaamil en la Confederación Hidrográfica del Norte de España, y yo aspiraba a ser jefe de mi padre. Una posibilidad era ser ingeniero de Caminos, pero era caro venir a Madrid. Un amigo de mi padre, Jovino Pedregal, militar y profesor en la Politécnica del Ejército, sugirió a mi padre que yo estudiara Químicas en Oviedo y así luego podía acceder a ser ingeniero de Armamento y Construcción. Y eso me permitiría jugar al fútbol, intentar hacer una carrera en el fútbol. Pero finalmente me presenté a una beca en la Diputación de Oviedo, la saqué y me vine para Madrid a estudiar Caminos, en la Academia Luz".

Madrid. "La preparación era durísima: si había clase por la mañana, pasaba toda la tarde y parte de la noche haciendo problemas para el día siguiente. Estuve primero en una pensión, en la calle Campoamor también, pero la de Madrid. Y después ya en casa de una prima de mi madre, María Malgor, que era viuda sin hijos. Allí estuve los dos años previos al ingreso y los cinco de carrera. Seguí jugando al fútbol. Santiago González-Buylla estaba en el Colegio Mayor San Pablo y participaba en los campeonatos universitarios. Me llamó para que fuera a jugar reforzando el equipo. Estuve un curso o dos con ellos. Después estuve también con el Colegio Nebrija. Siempre nos ganaba el Colegio Mayor Santamaría, en el que estaban Carlos Lapetra y su hermano, que acabaron los dos jugando en el Zaragoza. Nos daban un baño jugando...".

Matrimonio. "Terminé la carrera en 1961, pero no me fui de prácticas de final de carrera porque para entonces ya llevábamos cinco años de novios mi mujer, Pilar López Vizcaíno, y yo, y nos queríamos casar. Yo había entrado a trabajar con Eladio Llaneza en su empresa, J. E. Llaneza, una empresa asturiana con sede en Oviedo. Yo creía que iba a ser mi empresa para toda la vida, pero me enteré de que iba mal económicamente. Fue entonces cuando me fui, ya casado, de alférez de milicias a La Coruña. Al estar casado evitaba también una posible ´captación´ por una gallega, porque muchos compañeros míos de milicias acabaron casados".

Fenosa. "Nada más acabar milicias me fichó Fenosa para trabajar con ellos. Cobraba 4.000 pesetas al mes, y nos instalamos en La Coruña, en la calle Juan Flórez. Me querían para trabajar en los proyectos de aprovechamientos hidroeléctricos del Miño, saltos de Velle, Castrelo y Frieira. Yo ya quería dejar Llaneza: sabía que estaba mal económicamente y efectivamente fue un desastre. Pasaba que entonces los ingenieros de Caminos, cuando terminábamos la carrera, ingresábamos en el escalafón del Ministerio de Obras Públicas, en el cuerpo de Caminos. Si no había plazas quedábamos en expectativa de destino. Pero había una trampa legal para evitar el ingreso y seguir ascendiendo en el escalafón: era ser ingeniero de un Ayuntamiento o una Diputación. Un magnífico amigo mío, Jacinto Amigo, era alcalde de Carballo: era uno de los mineros que habían ganado mucho dinero con la venta del wolframio durante la Guerra Mundial. Me dio la solución de ser ingeniero municipal del Ayuntamiento de Carballo, sin sueldo, pero ofreciéndome llevar la dirección de obras de la red de alcantarillado de la villa. Ahí tuve la ocasión de ´vengarme´ de otro ingeniero que no había querido ayudarme al acabar la carrera, porque él era el jefe de obras, pero me negué. Después, en marzo de 1964, empecé a compatibilizar mi trabajo en Fenosa con el de director de vías y obras de la Diputación de Orense. Fenosa lo permitía porque a los ingenieros de Caminos nos pagaba mal".

Castrelo. "Cuando entré en Fenosa, mi jefe era Luciano Yordi de Carricarte, el padre de Marisa de Borbón. Era el ingeniero de las obras hidráulicas de Fenosa, pero estaba muy absorbido por los problemas que había en el salto de Belesar. Así que el director de Fenosa, Benigno Quiroga, me brindó llevar las obras del Bajo Miño bajo la supervisión de Yordi. Hasta entonces él no había aceptado ningún ingeniero a su lado, pero yo me llevé muy bien con él. Llevé las obras de Velle, Castrelo y Frieira. El salto de Castrelo era muy polémico, porque inundaba la comarca del Ribeiro. Que daba vino en mucha cantidad, pero de pésima calidad. En cada una de las obras teníamos 1.500 obreros trabajando en dos turnos de once horas, eran proyectos muy importantes. Pero había mucha tensión por aquella cuestión de los viñedos, y estábamos amenazados. En Castrelo, en concreto, hubo una manifestación de vecinos que llegaron al poblado de la obra, cortaron el acceso y quemaron las oficinas. Si no quemaron los pabellones de los obreros fue porque no se atrevieron, porque los propios trabajadores los protegieron. Acabaron deteniendo a varios de ellos, pero a uno de los cabecillas, un herrero de Castrelo de Miño, no. Este vino a verme, muy preocupado, a la obra. ´Mire usted, don Ángel´, me dijo, ´estoy muy preocupado porque dicen que yo iba al frente de la manifestación´. Yo le contesté:_´No se preocupe usted porque como se sospechaba que iba a haber algún desastre o algún accidente, la Guardia Civil ha hecho fotografías de los manifestantes´. Y él exclamó:_´¡No me joda!´. Pero había mucha tensión: yo tuve a la Guardia Civil custodiando mi chalé todo ese tiempo".

Acuerdo. "Capitaneando todo aquel proyecto había un personaje muy importante en Orense:_Eulogio Gómez Franqueira, que impulsó la creación de la Unión Territorial de Cooperativas Coren (Uteco) y de la Caja Rural de Orense. Fueron todos a verle y se llegó a un acuerdo. Recuerdo que de aquella fui al despacho del gobernador civil, y yo tenía como 27 o 28 años. Estaba muy delgado y aparentaba aún menos, así que cuando entré dijeron: ´¡Ah! ¿Pero éste es el señor Carreño´. Se acordaron unas compensaciones por metro cuadrado y los de Castrelo cobraban quince pesetas más que los de otros pueblos. Así que éstos fueron a ver a Franqueira y él les respondió:_´Los de Castrelo cobran más porque ellos pusieron los cojones´".

Hijos. "Estuve trabajando para Fenosa hasta el 31 de diciembre de 1970, y en esa época nacieron mis tres hijos, allí, en La Coruña:_Mario, Marta y Jorge. Mario y Jorge estudiaron en el colegio que hay subiendo a La Coruña, y Marta en las Jesuitinas con don Rafael Taboada, que fue abad de la colegiata de La Coruña y capellán del Deportivo, muy amigo mío. Pero al final de 1970, el gobernador civil de Orense me ofreció un puesto en un organismo que quería crear para atraer industria. Era un proyecto financiado al 50% por la Caja de Ahorros de Orense, que estaba muy boyante por los recursos de los miles y miles de emigrantes orensanos y gallegos en Europa, que les remitían sus fondos. Así nació la Oficina Provincial de Inversiones (Oprin), para la que contaba ya con un polígono industrial, San Ciprián de Viñas".

Maletines. "En todos esos años, nunca perdí la afición al fútbol. Desde La Coruña iba alguna vez a Asturias, a ver al Real Oviedo, y una de las veces coincidí con Veloso, el que fuera jugador del Deportivo de La Coruña y luego del Real Madrid, que vivía también en Juan Flórez, como nosotros. Jugaban el Deportivo contra el Oviedo, que peleaba por no descender con el Levante. Fui a ver a Veloso, al hotel España, y le dije:_´Veloso, hombre, no machaquéis al Oviedo´. Y él me dijo: ´El Levante nos ha ofrecido equis miles de pesetas´. Ya había maletines entonces, pero creo recordar que se salvó el Oviedo".

Mundial. "Por esta pasión por el fútbol, cuando se creó el comité organizador del Mundial-82, que presidía Raimundo Saporta, tuve la ocasión de colaborar. De aquella estaba yo de subdirector en el Ministerio de Obras Públicas y le pedí al subsecretario Pedro López Jiménez, hoy vicepresidente del Madrid con Florentino Pérez, que me dejase ser el representante del Ministerio en el comité del Mundial. Me dijo:_´Si no soy yo, serás tú´. Y así fue. Saporta me encargó la supervisión de las ciudades candidatas a ser sede del Mundial y el seguimiento de las obras de adaptación de los estadios".

Casa Gerardo. "En Asturias había un problema por la rivalidad entre Oviedo y Gijón, ya que en principio sólo podía haber una sede. Por aquel entonces, yo ya era director general del Instituto Nacional de la Vivienda y conseguí reunir en una comida en Casa Gerardo, en Prendes, al alcalde de Oviedo, Luis Riera; al de Gijón, Joaquín Palacio; al presidente del Sporting, Manolo Vega-Arango, y al del Oviedo, que era Daniel García Yagüe. De aquella comida salieron los cuatro de acuerdo en que fueran sede las dos ciudades".

Buenavista. "Cada tres meses los inspectores de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) venían a España para revisar la marcha de las obras. Les acompañábamos un grupo en el que estábamos siempre Manolo Benito, Agustín Domínguez y yo. En Oviedo teníamos un problema, porque el vestuario del estadio Buenavista era horroroso, una porquería. Parecía mentira que se hubiera hecho una obra. Yo quería evitar que los de la FIFA vieran aquello, porque no se habrían creído que se hubiera hecho una mejora: lo habrían desechado. Así que aquel día pasamos primero por Gijón, todo bien, y cuando llegamos a Oviedo nos pilló un tormentón tremendo. Así que les llevamos al estadio, pisamos el césped, vieron la famosa tribuna en voladizo de Ildefonso Sánchez del Río, que en su día había sido un alarde de ingeniería, y rápidamente nos fuimos al Reconquista, aprovechando la tormenta. Así logramos que las dos ciudades fueran sede, y el día de la inauguración del estadio remodelado, con un partido amistoso, nos dimos un gran abrazo don Luis Riera y yo".

Segunda entrega, mañana, lunes:

"Cuando me nombraron conselleiro, ofrecí a Rajoy ser secretario técnico"

Compartir el artículo

stats