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Hay un momento en que ya no es un juego

La OMS incluye en su catálogo de enfermedades la adicción a los videojuegos y saca la transexualidad de las patologías psicológicas

Un niño juega online en el ordenador de su casa. MIKI LÓPEZ

La Organización Mundial de la Salud (OMS), tras veintiocho años sin hacer cambios en su listado de patologías, ha incluido la adicción a los videojuegos como un trastorno mental. Cada vez son más los jóvenes que pasan horas y horas delante de sus pantallas de ordenador o videoconsolas jugando, ya sea online o de forma convencional.

Tradicionalmente se consideraban adicciones aquéllas que estaban relacionadas con el consumo de sustancias ya sean el alcohol, el tabaco o las drogas, pero siempre ha habido un movimiento científico que defendía que se ampliase este rango para considerar adicciones también a la ludopatía, que en realidad sólo difiere de la adicción a los videojuegos en que los ludópatas invierten y juegan con dinero.

Explica Roberto Secades, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, que hay pautas preventivas que se pueden aplicar en la familia y que nos hacen saltar las alarmas ante la posibilidad de que uno de nuestros hijos pueda estar "enganchado a los videojuegos".

Si los padres se percatan de que sus hijos pasan cada vez más horas frente al ordenador, que han dejado de realizar algunas de sus actividades al aire libre que antes les gustaban, como jugar al baloncesto o salir en bicicleta, o que incluso han bajado en su rendimiento escolar deben de poner el caso en manos de los expertos ya que podemos estar ante una adicción.

Tal y como explica Secades, en este tipo de conductas lo importante es actuar a tiempo, ya que cuanto antes se ponga el caso en tratamiento, ya sea psicológico o psiquiátrico (para ello habrá que valorar la gravedad del caso), antes se podrá superar la adicción. El psicólogo clínico ovetense Eduardo García considera que cuando un niño juega más de una hora al día a este tipo de juegos estamos ante una adicción. "Cada vez me encuentro con más casos de este tipo en mi consulta. Adolescentes que están enganchados a los videojuegos y al móvil, que dejan incluso de comer con sus padres para hacerlo encerrados en su habitación. Niños que cambian su conducta, que llegan a tener fracaso escolar y que incluso en muchas ocasiones pueden tener comportamientos agresivos".

Es importante matizar, tal y como dice Secades, que "no se trata de ningún trastorno mental, sino de un trastorno de conducta" y que al igual que para dejar el tabaco o el alcohol se necesita llevar a cabo una terapia de deshabituación, que llevará al menos unos meses y que implicará separarse de todo tipo de móviles, ordenadores o consolas. Hay que romper el hábito. Apunta también Secades que "no sirve de nada reñir al niño o castigarle, ya que cuando hay un trastorno de conducta es algo superior a él y es incapaz de controlarlo".

¿Pero por qué enganchan los juegos? Lo que determina que un juego sea más o menos adictivo es que sea capaz de conseguir que nuestro cerebro segregue dopamina. Es decir, la sustancia que nos hace sentirnos bien de modo inmediato. En realidad, buscamos con ellos el placer ya, el mismo que proporciona un atracón de chocolate o fumar un cigarrillo. Es el mecanismo de recompensa más básico que tenemos todos los seres humanos y nos dejamos seducir, a veces hasta engancharnos.

Los padres y madres están cada vez más preocupados ya que cada vez sus hijos juegan más a ese tipo de juegos. Así lo explica la presidente de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Colegios Públicos de Asturias "Miguel Virgós", Clara Díaz Alonso. "Cada vez más padres nos preguntan sobre esto cuando hacemos un taller sobre ciberacoso o redes sociales. Hay chiquillos que están jugando siete horas al día y eso nos preocupa. Los padres tienen que estar pendientes del uso que sus hijos hace de estos juegos y si hay un problema ponerlo en conocimiento de los profesionales". Clara Díaz reconoce que cada vez los niños juegan menos al aire libre y éste puede ser el germen de un problema futuro.

Los facultativos señalan que normalmente los afectados son jóvenes de entre 14 y 18 años -la media de casos atendidos ronda los 15- con problemas asociados como trastornos de conducta, de personalidad o depresión. Y cada vez empiezan más jóvenes.

Concreta el especialista Eduardo García que "no se debe comprar un móvil a un niño hasta los 15 años, que es cuando comienza a salir y a tener relaciones sociales más a menudo". Pero es casi tradición regalar un móvil o una tableta por la primera comunión, a los 9 años. "He encontrado con universitarios que no han terminado la carrera porque tienen la necesidad de jugar", añade García.

Para José Muñiz, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, la adicción a los videojuegos es "un problema gordo" y "el acceso online que llevamos todo el día en el móvil es muy peligroso".

Los videojuegos abstraen a los jóvenes de su realidad, que muchas veces no les gusta o les resulta aburrida o compleja. En muchos casos de adicción a los videojuegos hay detrás otras complicaciones: falta de normas en casa, problemas para relacionarse con otros de su edad, problemas en el colegio... "La persona deja de ser dueña de sus actos y acaba jugando de forma compulsiva. Hay que cambiar los hábitos y las conductas y es necesario ponerse en manos de profesionales", sentencia Muñiz.

Normalmente, estas terapias son conjuntas entre niños y padres. Lo explica Eduardo García: "Es necesario que los padres sepan que hay que dejar el móvil en la habitación mientras se come o se cena. Hay que aprender a desconectar de la tecnología y estar muy al tanto de lo que hacen nuestros hijos". No sólo los niños juegan más y el problema no son los juegos, sino saber discernir si es una afición o un hobby o una adicción imposible de controlar. Para muchos el juego online no es más que una manera de disfrutar "como puede ser para otros ver la televisión", afirma Saúl Magdalena, 34 años, que juega todos los días "un par de horas. Los multijuegos enganchan, conoces gente y puedes practicar inglés". Cada juego online donde participan varias personas lleva asociado un chat donde "haces amigos, compartes impresiones del juego y hablas de otros nuevos. Llevo jugando muchos años, pero nunca tanto como ahora". La decisión de la OMS de incluir la adicción al juego como un trastorno mental es adecuada: "Sí hay gente que puede tener un problema, pero yo jamás he dejado de hacer nada por echar una partida; otra cosa es que la disfrute".

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