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JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ | Profesor de Piano y profesor superior de Órgano, Composición y Dirección de Orquesta, jubilado

"La música cambió mi vida, por ella no entré en la mina"

"La vida nuestra fue dura: hubo algún invierno en que nos dio de comer Cáritas; mi padre tuvo un accidente gravísimo, un tren basculó sobre él"

"Neocantes", durante su actuación en directo en el programa "Tarde para todos", de TVE. MARA VILLAMUZA

José María Martínez Sánchez es avilesino de pación, pero allerano de nación. Durante más de tres décadas dirigió el Conservatorio de Avilés, que contribuyó a crear. Es profesor de Piano y profesor superior de Órgano, Composición y Dirección de Orquesta, pero ahora está jubilado. Dedica su tiempo a tocar el órgano de la iglesia nueva de Sabugo, a seguir estudiando y hasta a montar en bicicleta. Lo que está claro es que Martínez no va a renunciar a la música en su vida.

Nacimiento. "Nací el 10 de septiembre de 1949, en Valdevero, un pueblito de Moreda. Mis amigos dicen que ni es 'balde ni es 'vero'. Está a dos minutos de Moreda, subiendo por un caminito. Enfrente del puente de la Casa Nueva".

Familia minera. "Mi padre, que era de Vegadeo, se fue a los 15 años a trabajar a las minas. Trabajó para minas Velasco Hermanos. Allí conoció a mi madre, que es de Valdevero. Soy el mayor de cinco hermanos. Todos viven en Gijón. El segundo es Daniel, luego viene Consuelo, el cuarto es Nino y el quinto Ricardo. Ninguno se dedica a la música, pero mi abuelo materno era gaitero, Herminio El Gaitero. Mi tío Tista tocaba también la gaita y otro tío mío, Chema, el tambor. Además, el hermano mayor de mi madre, Tino Valdevero, fue campeón en 'Rumbo a la Gloria'. Él cantaba canción asturiana. Tino tenía un bar en la Casa Nueva, abajo de mi pueblo".

Estudios. "Empecé en las escuelas de Villanueva, subiendo hacia Boo. Después estuve en las escuelas de Güeria, cerca de Nembra. Las terceras fueron las del Campo. No sé por qué cambié de escuelas tantas veces. Empecé en la Academia de Aller, con don Germán, el famoso don Germán. Allí me vio don Santos Sánchez, que sería cura de La Carriona, y me animó a que hiciera la prueba para entrar en la Escolanía de Covadonga. La hice en Oviedo, con 10 años. Ese verano, Jesús Bayón, el cura de Cangas del Narcea, me dijo que fuera a estudiar al Seminario, que había plaza".

Años de hambre. "Yo tenía un primo carnal que era seminarista, además estaba Bayón, que es algo primo, siendo cura. Además, estaban las monjas de Nembra, que también eran familia. Yo lo que quería era ser misionero y dedicarme a los demás. Esto, precisamente, fue lo que me llevó a dejarlo años después. Pensaba que si tenía que vivir debajo de un puente, vivía debajo de un puente. Yo viví la miseria, la escasez de todo. Mi padre era minero, entraba de noche, a las cinco de la mañana, y llegaba de noche. Cuando tenía un poco de tiempo libre, atendía una vaca para darnos algo de comer. La vida nuestra fue dura, hubo algún invierno en que nos dio de comer Cáritas Parroquial. Mi padre tuvo un accidente gravísimo, un tren basculó sobre él y lo arrastró tres o cuatro metros y estuvo año y medio en Madrid con las costillas rotas, el esternón... Las pasó canutas. Luego le declararon útil total y permanente para el trabajo. Después ya consiguió que le dieran lo que llamaban un punto compatible, allí trabajaba en bombas de achique. Mi padre era barrenista y después de aquello no podía con el alma, aguantó poco porque tenía un tercer grado de silicosis. Después de que se jubilara con 1.500 pesetas al mes, le convencí para que fueran a vivir a Gijón y allí empezó él a trabajar con los albañiles".

Seminario. "Yo quería estudiar y quería dedicarme a los demás siendo cura. En mi casa no había ningún libro, nada, pero yo tenía interés por todo, pero sin medios de nada. Mis padres conmigo hicieron lo que pudieron. Les dije que quería estudiar, que Bayón y Santos Sánchez me habían propuesto ir al Seminario, les dije que quería ir a clase, y me llevaron a clase. Mi profesora de Piano primera se llamaba Fe Requejo, que hoy vive todavía en Moreda, aunque está delicada de salud. Me enseñó el himno de Covadonga para entrar en la Escolanía y en el Seminario, los dos primeros años fueron en Covadonga y los siguientes en Oviedo. Hacía frío, mucho frío. Desde pequeñito ya fui director de los coros de la sección mía y, además, organista, desde los 13 o 14 años. Tengo esas inquietudes de siempre".

Organista. "La música cambió mi vida, por ella no entré en la mina. Me llevaban a Covadonga y yo oía a la Escolanía cantar. Quedé patidifuso. Seguramente, la Escolanía no era tan buena como hoy pensaría yo. Además, en el Seminario de Oviedo, si querías, te daban clases de Piano. Me dio clases Miguel Suárez Criado, que por las noches tocaba en El Suizo, un cabaré que estaba en la plaza de Riego, en Oviedo. Suárez Criado había sido alumno de Purita de la Riva, la profesora que después me daría clase a mí también. Empecé a escuchar a los seminaristas mayores, a los que llamábamos teólogos, que tocaban el órgano, que es un instrumento que siempre me produjo un impacto".

Crisis vocacional. "Estudié en el Seminario hasta octavo, hasta Filosofía. Me faltaron cuatro cursos para terminar la carrera de cura. Empecé a ver que había algo que no me encajaba, yo tenía que ser muy pobre, el más pobre de todos, y yo aspiraba a tener un coche, a vivir bien y sentía que eso se contradecía con el ideario de ser un buen cura. Mis hermanos me decían que yo lo había dejado porque me gustaban les moces. Les dije que no, que ésa no era la razón. Claro que me gustaban, pero entonces no entraban entre mis preocupaciones. Lo que pasaba es que descubrí que la pobreza y el dedicarme a los demás eran circunstancias en las que seguramente iba a fallar. Eso me llevó a una crisis vocacional porque te educaban con un miedo tremendo a dejarlo: eres elegido por Dios y si lo dejas ahora qué vas a hacer... Yo me lo creía todo, era un adolescente de 17 o 18 años de nada".

Conquista del mundo. "Me pagaron los estudios completos los dueños de la mina en la que trabajaba mi padre. Jesús Bayón, el cura de Cangas del Narcea ahora, les pidió una beca para mí. Y me la dieron, por ser hijo de productor. Cuando decidí dejar el Seminario yo fui a verlos a su casa en Gijón. Veraneaban en La Guía. Tenían una casa preciosa, maravillosa. Les dije que estaba pensando en abandonar la carrera de cura y que lo que quería hacer era ir a la Facultad y estudiar Filología Clásica. Les pedí que siguieran con la beca y yo me comprometía a devolverles el dinero en cuanto acabara la carrera y la señora me dijo: 'Lo siento, te pagamos para que seas sacerdote'. Entonces yo me vi un poco perdido, pero debo reconocer que estos señores se portaron conmigo maravillosamente, tanto que hoy soy muy amigo de sus hijos, que son muy buena gente. Sin embargo, la mentalidad de la madre era que me tenía que ayudar para ser sacerdote. Lo entendí perfectamente. Así que me ayudó otro cura, uno que fue profesor en el Seminario y en la Escuela Padre Ossó, me buscó una academia en Gijón para dar clases de Latín y de Griego, en la calle Covadonga. Tenía 19 años. Hice Preu en el Jovellanos. Ganaba algo de dinero, ayudaba en casa... Mis padres lo dieron todo por nosotros".

Entrada en Avilés. "Los fines de semana iba con el cura José Antonio Montoto a Avilés. No tenía con Avilés apenas nada, un compañero del Seminario era de aquí. Venía los fines de semana, comía en casa de él. Pero también conocí la comarca gracias a Montoto. Siendo teólogo él aún, con un curso pendiente para ser cura, me llevaba a Piedras Blancas, donde él tenía un grupo de jóvenes. Yo era el animador con la guitarra. Marchábamos de caminata por Luanco, por Candás, íbamos a las iglesias, él decía misas y yo tocaba el órgano si lo había. Si no, la guitarra. Además, estaba Josefina Barandiarán, que era cubana, tenía dos hermanas más y era profesora del Instituto Número 5. Ella y yo empezamos a poner música en la misa de jóvenes, la de la iglesia de San Nicolás. Empezamos en una capilla lateral, pero luego creció y se celebró en toda la iglesia, los sábados aquello era una romería".

"Neocantes". "Ahí nació primero el 'Grupo Folk San Nicolás' y, después, 'Neocantes'. En el primero había veintitantas personas, después se seleccionan y al final sólo quedan siete: los de 'Neocantes'. Hacíamos canción testimonio y canción folk. Era un grupo de chicos y chicas, hacíamos música que preparaba yo. Estudiaban todos en Oviedo y ensayábamos los fines de semana. Tuvo mucho éxito, nos conoció Manolo Díaz, el de 'Los Bravos', y quiso que grabáramos un disco. A la par de nosotros estaban 'Mocedades', 'Aguaviva', 'Nuestro Pequeño Mundo'... Más tarde vino 'Madreselva'. En 'Neocantes' estuvieron Reinerio Hevia, que era hijo del aparejador del Ayuntamiento, Maite Ávila, Marisol Murciano, Amparo Meilán, Germán Torrellas, Armando Suárez Solís y yo mismo. Antes estuvieron las cubanas, que eran muy buenas, lo dejaron las tres a la vez. Josefina, Cristina y Rebeca Barandiarán Piedra. Estando yo se grabó un disco. Después dejé 'Neocantes' y quisieron volar solos. Terminó Germán Torrellas con ello, como cuarteto. Grabar un disco antes era casi imposible y salir en la tele no digamos. Sobre todo en directo. Lo hicimos en 'Tarde para todos'. Todos los arreglos eran míos. Empecé haciendo arreglos de canción asturiana. Fuimos los pioneros. Eso luego estuvo muy de moda. Se me ocurrió lo de las canciones asturianas porque me gustaban mucho. Todas las que hice se las había escuchado a mi madre cantar en casa".

Universidad. "Empecé Filología en 1970, con 20 años. Trabajé y estudié todo el tiempo, de profesor de Latín, pero también de guitarra. Había empezado con Alfonso Ordieres, concertino de la Sinfónica de Asturias. Fue el mejor profesor que tuve. Vivía en Avilés con José Antonio Montoto y con Ceferino de Blas en un piso en San Nicolás. Cuando a Montoto le trasladaron a Oviedo, yo me fui a vivir a un piso de Palacio Valdés con Ceferino, que era cura y decía misa los sábados, y con Puente, que había sido compañero mío en el Seminario y al que LA NUEVA ESPAÑA acababa de nombrar corresponsal en Avilés. Me dijo: 'Tengo que ir para Avilés'. Le respondí yo: 'Pues ven para casa'. Ellos llegaban de madrugada, pero yo no, yo me quedaba en casa estudiando porque tenía un miedo al futuro tremendo, estudiaba, trabajaba, estaba obsesionado con ayudar a mis padres".

Julio Puente. "Habíamos sido compañeros en el Seminario. Luego preparamos en Preu juntos en Gijón. Mis padres vivían en Pumarín y veía a Puente todos los días y bajaba a su casa alguna vez a dormir y a estudiar, aunque luego no estudiábamos nada".

En el instituto. "Hice la carrera a la vez que la de Piano y la de Guitarra Clásica, pero ésta la dejé en quinto, no terminé. Piano lo terminé con Purita de la Riva, entonces todo el mundo estudiaba con ella. Acabé la carrera de Filología y ya daba clases de Latín y Griego y de guitarra. De eso es de lo que vivía entonces. Ganamos un montón de premios. Preparé las oposiciones para profesor de Instituto con mi amigo Leandro Huerta Díaz, compañero del Seminario. Las había sacado ya. Era profesor no numerario en el Menéndez Pidal. Saqué la plaza en Cangas del Narcea. Ahí hice un coro. Ya había hecho la Polifónica aquí. Y a partir de ahí fue un no parar".

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