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Salud

Migrañosos

Un nuevo medicamento biotecnológico para la migraña, que es una de las diez causas principales de minusvalía en el mundo

Migrañosos

En el siglo XIX los médicos apenas tenían medios para tratar a sus enfermos. Fue en las primeras décadas del siglo XX cuando se produce una verdadera revolución en la terapéutica. Quizá la más notable, la introducción de las sulfamidas. Las curvas de mortalidad por un conjunto de enfermedades infecciosas descendieron espectacularmente, una tendencia que ya había comenzado con el saneamiento del agua de bebida para las enfermedades que tienen origen feco-oral. Pronto aparecieron los medicamentos biológicos: moléculas complejas, casi siempre proteínas, producidas por organismos vivos. El ejemplo más conocido, y el primero, fue la insulina, que entonces se obtenía del caballo. Ya en la década de 1970 se crean los primeros fármacos diana por estar dirigidos a un punto específico del proceso metabólico. La primera, la cimetidina que bloqueaba la producción de ácido en el estómago y fue un medicamento salvador de las úlceras de estómago. Se denomina protector gástrico y hoy apenas se usa, barrido por los inhibidores de la bomba de protones, el omeprazol. La irrupción de la biotecnología que ha dominado la farmacología estos últimos años ha sido una bendición para muchos pacientes, y, por su extremado coste, una amenaza para el sistema sanitario que de momento ha logrado capear. Los medicamentos biotecnológicos, a diferencia de los biológicos, se caracterizan porque su producción la realiza un ser vivo modificado genéticamente, convertido en una fábrica de esa molécula, una proteína que puede ser un anticuerpo, por ejemplo. En síntesis consiste en insertar en el genoma de esa fábrica biológica el fragmento que produce la molécula deseada. Son fármacos que tienen un protagonismo principal en el cáncer, pero también en muchas otras enfermedades o trastornos. Por ejemplo, recientemente se ha comercializado uno para controlar el colesterol. Claro, sólo se indica en casos muy especiales. Y sólo hace unos meses se aprobó uno para la migraña.

La migraña es un problema de salud de envergadura que quizá no reciba la atención que merece. Baste saber que es una de las diez principales causas de minusvalía en el mundo. No es sólo un dolor de cabeza: a menudo se acompaña de síntomas incapacitantes como náuseas y vómitos, dificultad para hablar y una aversión a la luz y el ruido. Un dolor que puede latir y durar horas o días. Hay aproximadamente 200.000 personas en España que sufren varios episodios al mes. Tratarlas es un desafío para la medicina. Ensayan un medicamento tras otro, sufren sus efectos laterales, viven secuestrados por la enfermedad. Un estudio revela que muchos no intentan si quiera buscar trabajo porque nunca saben cuándo el dolor los va a invalidar. Se sienten frustrados, deprimidos, derrotados, aislados. Se perciben como una carga para la sociedad y a la vez que están estigmatizados porque sus migrañas no se toman en serio.

En este contexto el nuevo medicamento, y los que con el mismo objeto se están probando, parece un alivio, una luz al final del túnel. Se trata de un anticuerpo, fabricado por un animal que después se humaniza retirándole los fragmentos que no pertenecen a nuestra especie. Su papel es bloquear una proteína que produce señales entre los nervios y a la vez dilata localmente las arterias Los migrañosos tienen más cantidad de esta proteína y en los ataques se eleva. Pues lo que ha demostrado un ensayo clínico es que el 50% de las personas con migraña que lo tomaban lograban que sus ataques se redujeran el 50%. Una reducción similar a la que obtienen otros fármacos para este problema. Un pequeño avance para el conjunto de estos enfermos que puede ser enorme para los que se benefician. Porque se ha visto que hay ciertas características que predicen la respuesta, como si no en todos los migrañosos esta proteína tuviera el mismo valor.

Hay varias reservas que empañan la luz de este avance terapéutico. La primera es que ha excluido del estudio a los pacientes que habían ensayado varias drogas sin éxito, éstos, los migrañosos resistentes, son los más necesitados. En segundo lugar, que el estudio duró tres meses y si bien los efectos colaterales fueron pocos, no sabemos que ocurrirá si se toma años, toda la vida. Finalmente hay un problema de coste. Comparado con otros biológicos no es excesivo, unos 5.500 euros año. Es sin duda coste efectivo si se tienen en cuenta los daños y limitaciones que sufren estos pacientes. Además, en poco tiempo, otras compañías tendrán su anticuerpo en el mercado, lo que seguramente hará que bajen los precios.

Creo que no son comparables, en términos de beneficio, y más aún de coste, las mejoras que se lograron con los medicamentos químicos del siglo pasado respecto a los biotecnológicos. Antibióticos, analgésicos, psicofármacos, antihipertensivos, reductores del colesterol? han contribuido a una vida más larga y más sana. Pero no cabe duda de que los biotecnológicos mejoraron la vida de pacientes con enfermedades que antes se trataban peor como las reumáticas, las inflamatorias intestinales y muchos cánceres. También, esperemos, la migraña.

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