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HUGO O'DONNELL | Artista plástico

"Entré en Artes y Oficios para lograr permisos de exámenes en la mili"

"Mis padres se separaron cuando yo tenía 11 años; dejé un mundo que me gustaba por otro de más estrecheces económicas con el vacío de mi padre"

El pintor Hugo O'Donnell, esta semana en Oviedo. LUISMA MURIAS

-Nací en Madrid, en 1953, de familia asturiana. Mi madre, Vivian Fernández-Corugedo, era una enferma cardiaca; los tres hijos somos sietemesinos y en la Clínica Reina Cristina había incubadoras.

- O'Donnell no es un apellido asturiano.

-Mi padre era García de la Concha, con casa en Cudillero, lugar de veraneo familiar. Y donde estuviéramos, en casa se comía afuega'l pitu, y mi madre hablaba con nosotros en un buen asturiano de Grao.

- ¿Qué lugar ocupa entre los hermanos?

-El del medio. Mi hermano Leopoldo, que ya murió, era cinco años mayor que yo y a mi hermana Isabel le saco 9 años.

- ¿A qué se dedicaban en su casa?

-Mi padre, Leopoldo, era un ingeniero industrial que rompió con la tradición militar, y mi madre, que había hecho Químicas, ejerció de ama de casa y en los 70, de maestra. Cuando nací mi padre trabajaba en una empresa de Fábricas de Riopar (Albacete).

- ¿Hasta qué edad estuvo en Albacete?

-Hasta los 11 años, que vinimos a Pravia. Mi madre procedía de Riberas de Pravia.

- ¿Qué recuerdo le queda de la infancia?

-Con las carencias de la época, pero llena de sonrisas, de río... No eran capaces de meterme en la escuela porque escapaba con un pastor de cabras con el que pasaba el día. Tenía la sabiduría del hombre de campo que explica qué es una retama, por qué huele así el campo en cada época...

- ¿Qué tipo de niño era usted?

-Fuera de eso, bueno. Viéndose incapaz de escolarizarme, mi padre me enseñó a leer y a escribir hasta el examen de ingreso.

- ¿Cómo era su padre?

-Me enseñó qué culebra puedo coger con las manos, a nadar en el río, a hacer juguetes. Como era pintor aficionado, me regaló mi primera caja de óleo con 3 años y pinto desde siempre porque recuerdo gratísimo el olor al óleo y al aguarrás y emborronar rectángulos blancos. Fue un producto del nacionalcatolicismo, de misa y de derechas. Perdimos la relación a los 11 años, cuando mis padres se separaron. Con el tiempo volvimos a hablar, pero en una relación de baja temperatura.

- ¿Cómo era su madre?

-Muy moderna, de las primeras universitarias de Ciencias, lectora, amable, simpática y cariñosa. De mi madre tengo el amor a la lectura y al cine. Venía de la aristocracia rural. Nació en Nueva York, adonde mi abuelo emigró y se casó con Rubina Lane, canadiense, hija de irlandeses. Ella murió pronto, mi abuelo concertó un matrimonio en Grado, se casó y regresó para buscar a mi madre y a otro hermano de ella y empezar una nueva vida en Grado. Lo irlandés me toca por los dos lados, pero es más reciente por mi madre que por O'Donnell, que es del XVI.

- Su hermano.

-En el reparto de la separación le tocó con mi padre. Le recuperé, porque compartíamos aquella infancia tan libre, pero como dos desconocidos que intentan conocerse.

- ¿Cómo recuerda la separación, en 1963?

-Con tristeza. Se acabó un mundo que me gustaba y empezó uno distinto, más estrecho económicamente, en el que añoré a mi padre y sentí su vacío. Mi madre era alegre y culta, nunca transmitió rencor y me ayudó a sobrellevarlo. Y siempre tuve capacidad para hacer amigos, en Pravia, en Oviedo...

- ¿Sintió inseguridad social por ser hijo de separados en 1963?

-No, estaba arropadín. La familia Fernández-Corugedo era un matriarcado y la matriarca era mi tía María Luisa Fernández-Corugedo, que nos recogió. Era mujer de poderío, con carné de conducir, que imponía e imagino que mandaba a mi madre.

- Le coincide el ingreso del Bachiller con la separación de sus padres.

-Sí, lo hice en Madrid porque en los primeros momentos quedé bajo la tutela de mi abuelo materno y también primero de Bachillerato. En segundo curso vine al San Luis.

- Que era el colegio más próximo.

-Sí, pero estuve interno. Era un sitio duro en el que aprendí solidaridad. Fue lo que más me costó de mi época escolar. Salía los fines de semana y tenía un régimen especial porque, al ser de Pravia y estar el colegio saturado, dormía en casa de unos tíos.

- ¿Y su madre y su hermana?

-Daba clases en el Santo Ángel y luego en Colloto y mi hermana iba con ella.

- Un poco caótico, ¿no?

-Lo acepté, no le di muchas vueltas.

- ¿Qué estudiante fue?

-De aprobar entre junio y septiembre. Normaluco. El problema en el San Luis era que al menor descuido te podían caer unos golpes... y alguna vez me descuidé.

- ¿Cuándo vino a Oviedo?

-A los 15 años, cuando mi madre consiguió trabajo en la escuela de Colloto y vinimos a vivir a una colomina de obreros de Vallobín. Me pareció una ciudad cómoda que en seguida conocí y en la que hice amigos.

- Un cambio de clase social.

-Sí. Mis amistades eran hijos de obreros y bien. Después de sexto de Bachiller pasé a hacer Oficialía Industrial en la Fundación Masaveu y allí conocí a la gente del barrio.

- ¿Qué adolescencia tuvo?

-Rebecuca. Dejé melena y mi madre no lo aceptó de buen grado. Me obligaba a poner coleta para comer pensando que eso me molestaría, pero yo salía a la calle con coleta y ella rabiaba un poco más.

- ¿Qué le gustaba hacer?

-Dibujar, pintar, y a los dos años de llegar a Oviedo empiezo a parar por malos lugares, el Cecchini viejo de Angelita, en la calle Oscura, y La Quintana, en la calle La Luna. Empecé a ver otros mundos y a hacer amigos distintos que cuestionaban la existencia de Dios y el régimen franquista, lo que nunca me había planteado. Me arrimé a la bohemia, que eran "Margen", Carlos Sierra, Fernando Alba, Luis Cecchini. En 1970 me captaron para las Juventudes del PC.

- ¿Tenía novia?

-Laly, de Pumarín, de mi edad. La conocí en la típica pandilla de los amigos del Masaveu en la época del Cecchini. Al año nos casamos, a los 20, porque queríamos una vida independiente. Ella trabajaba en Sanidad.

- ¿Qué actividad política hacía?

-Reuniones de célula, carteles de campañas de amnistía y libertad, bustos de Lenin en escayola. En 1973 cayó parte de un comando y estuve escapado casi un año, en León, trabajando de peón de la construcción, y allí me detuvieron. Me trajeron para Oviedo y me ingresaron unos pocos meses en la cárcel, por asociación ilícita y propaganda, de la que me sacó Antonio Masip, mi abogado, en libertad provisional. De allí a la mili.

- ¿Qué tal mili tuvo?

-Los que teníamos cargos de Orden Público íbamos a Medina del Campo y estábamos rebajados de servicios de armas y no hacíamos guardias. Encontré un amigo y me dijo "¿sabes logaritmos?". Le contesté que no. "¿Los aprenderías en una noche?". "Sí". Entré en un puesto fundamental, el central de tiro de artillería, y como sabía dibujar hice una mili de cuello blanco.

- ¿Y en el Tribunal de Orden Público?

-Fui vestido de militar, Masip consiguió unificar los dos cargos en uno y como coincidió con el "Proceso 1.001" los casos que eran miguinas los sobreseyeron.

- ¿Y Artes y Oficios?

-Yo nunca dejé de pintar, pero poca cosa. En la mili, como estaba casado y ya había nacido mi hija Georgia, que hoy tiene 44 años, quise conseguir permisos. Hicimos una representación de "Ubu, rey" y me matriculé en Artes y Oficios para ir a los exámenes. Escogí decoración de interiores y al tener hecho el Bachiller me convalidaban los dos primeros cursos, salvo modelado y dibujo.

- Al acabar la mili empezó cuarto.

-Sí. Y me gustó. Trabajaba de peón hasta que, al año siguiente, unos amigos que tenían una academia de peluquería y estética me contrataron para dar clases de dibujo técnico y artístico. Ahí trabajé seis años.

- ¿Cuánto duró su matrimonio?

-Tres años. Dos, de convivencia normal. Lo que falló fue la juventud.

- ¿Fue un padre presente?

-Lo que pude y supe, no sería mucho.

Segunda entrega mañana, lunes:

"En los 70 creí, como tantos, que la forma progresista de pintar era la abstracción"

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