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Cuando La Espasa se convirtió en Woodstock

El colectivo de creadores "The Kids Are Right" retrata la historia del Motorbeach Festival de Caravia en una oda a la vida salvaje con ecos de la Generación Beat norteamericana

Cuando La Espasa se convirtió en Woodstock

Son millennials que tienen sus referentes en la Generación Beat. "The Kids Are Right" es un colectivo artístico fundado por el luarqués Diego Sánchez y el madrileño Borja Álvarez Larrondo. Sumando a otros seis jóvenes, periodistas, cineastas, diseñadores?, han creado "Quimera", un libro que recoge los ecos del Festival Woodstock, que ahora resuenan en la playa de La Espasa de Caravia, donde se celebra el Motorbeach Festival.

Corría el año 2014 cuando Sánchez y Álvarez Larrondo aterrizaron en Caravia con sus cámaras. Un peregrinaje que se repetiría en otras tres ocasiones más, hasta 2018. Entre medias, antes y después, ambos fueron construyendo su identidad, encontrando su camino. Su vocación de documentalistas freelance les ha llevado a los Estados Unidos, el Himalaya, Ucrania o a los suburbios de Madrid y París. Sin embargo, en el Motorbeach encontraron algo especial. "Nuestras referencias de Woodstock, de la música, iconos del rock and roll, clichés de las novelas sobre la vida del forajido, todo ello lo revivimos en nuestra piel allí mismo", subraya Sánchez.

Emular al ídolo, como si hoy en día un griego quisiera tomar la península turca y morir de un flechazo en el talón. "Eso siempre lo llevamos a nuestros viajes. Yo fui a Estados Unidos y quise buscar a la Generación Beat contemporánea. Viajando a lo Jack Kerouac y documentando. Lo que hoy llamamos 'dirty kids'", puntualiza el luarqués, que reconoce su voluntad de acercarse a estas corrientes: "Vamos buscando un poco el mito. A nuestros referentes".

Sin embargo, la primera intención de estos dos jóvenes no era ni mucho menos acabar haciendo un libro. "Empezamos sacando fotos durante las dos primeras ediciones del Motorbeach. Luego vimos que el material que obtuvimos reflejaba todo esto que nos atraía y decidimos empezar a documentarlo con más profundidad", comenta Sánchez. Fue entonces cuando comenzaron a buscar testimonios que permitieran entender mejor lo que allí sucedía. "Nos encontramos una especie de sociedad anárquica y autogestionada, la vida al margen en un pequeño poblado durante unos días al año. Hablamos de gente que vive ansiosa para que llegue el momento. Lo llevan al extremo y luego vuelven a su vida normal", describe.

Su modo de trabajar, una nueva versión del periodismo de inmersión, una especie de "gonzo 2.0", el "slow journalism": "Es un concepto muy moderno, que no deja de ser una renovación de la idea de inmersión. Si quieres llegar a comprender de verdad cualquier cosa tienes que meterte en ella. En el festival no es tanto una situación de inmersión porque los valores del encuentro los llevamos bastante dentro. Es más un sentimiento de afrontar la vida, el día a día, tu trabajo", trata de resumir Sánchez. Ambos hicieron una verdadera labor de inmersión y no era raro verlos generalmente en pleno meollo, donde la magia sucedía, o en caso contrario en su furgoneta destartalada cociendo huevos en un camping gas.

Más allá del buen rollo y las circunstancias tragicómicas que su trabajo conllevó, Sánchez, Álvarez Larrondo y sus compañeros buscaron poner la técnica al servicio de la narración y emplearon la ficción documental como camino a la realidad. "El hecho de escoger un formato de libro va ligado al concepto de documental que entendemos. Contar una historia sobre la que puedas sacar tus propias conclusiones. Hay contradicción en las historias, no se trata de sentar unas bases que hablan de la verdad; 'Quimera' habla de una sensación. Es una oda a la vida salvaje, aunque ésta tampoco tenga una definición, hay muchas maneras de vivir intensamente. Te lo puedes creer o no", afirma Sánchez.

Sumergidos en este sueño, esa ilusión producto de la imaginación, estos "niños que están bien", mezclaron fotografías, recortes, poesía, narrativa y sobre todo mucho arte. Tras cuatro años de trabajo, el resultado llegó, un libro que se financió en tan sólo treinta horas a través de un "crowdfunding" y que por fin se vende en su página web. Pero ¿qué han sacado sus autores de la experiencia? "A nosotros nos ha aportado diversión, libertad y la posibilidad de hacer lo que nos gusta. Ver la trastienda del rock and roll, el paraje, la gente, todo eso conjugado en nuestro tiempo y nuestra obra", sentencia Diego Sánchez.

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