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Esteban Fernández Rico | Decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Asturias

"La fuga de talento no tiene arreglo"

"La transición energética debe afrontarse con mucha prudencia, no se puede hacer como si le dieras a un interruptor, como si apagaras la luz; echamos de menos un plan riguroso y elaborado por expertos"

Esteban Fernández Rico, en la sede del Colegio de Ingenieros Industriales, en Oviedo. IRMA COLLÍN

Esteban Fernández Rico ha sido reelegido esta semana como decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Asturias, una asociación que sirve de paraguas para 2.200 profesionales, y que acaba de renovar buena parte de su junta de gobierno. Será su segundo y último mandato. Es también catedrático de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Oviedo, donde fue vicerrector de Calidad e Innovación en el equipo de Juan Vázquez. Y es otra de las voces que reclaman que la transición energética se haga de una forma más pausada y calmada, y acompañada de un plan riguroso. Junto a Fernández Rico también fueron elegidos Nuria Jove como secretaria del Colegio y Leopoldo Espolita como tesorero. El decano pone el acento en que en la nueva junta se incorporan tres mujeres.

-¿Qué retos se plantea en este nuevo mandato?

-Tenemos una serie de retos que son prácticamente obligados por los grandes cambios que se están produciendo de forma tan acelerada y, en ese sentido, tenemos un plan estratégico que ya está en un borrador avanzado y que ahora vamos a precisar en detalle para tenerlo como un marco de referencia en todas las actuaciones del Colegio.

-¿Y en qué consistirá?

-Se contemplan una serie de ejes como la prestación de servicios de la manera más moderna y digitalizada posible para nuestros 2.200 colegiados. Tenemos todo un conjunto de actividades para la defensa de la profesión y la actualización del desempeño profesional porque hoy en día la transformación digital exige que los profesionales dominemos las tecnologías relacionadas con la industria 4.0. El año pasado fuimos elegidos por el Ministerio de Economía, a través de "red.es", para ser la oficina de orientación a la industria 4.0 en Asturias. Precisamente, ahora estamos elaborando el plan de detalle para poder iniciar las actuaciones para buscar el incremento de productividad de nuestras empresas, especialmente de las pymes. No vamos a estar parados, tenemos mucho trabajo por delante, y apasionante.

-¿Cómo está el sector?

-Ésta es una profesión es muy versátil. Llevamos 175 años de desarrollo históricamente hablando. Es una profesión generalista y multidisciplinar y esas dos propiedades hacen que seamos muy versátiles para adaptarnos a la revolución tecnológica que se va produciendo en cada momento y para ser, incluso, líderes de esa revolución tecnológica. Estamos desempeñando nuestra labor en campos que la gente ni se plantea. Hay, por ejemplo, ingenieros industriales en los hospitales, probablemente en labores de mantenimiento. También en entidades bancarias o en bufetes de abogados porque muchas veces los servicios técnicos exigen nuestros peritajes. Desde ese punto de vista estamos bien posicionados, lo que no excluye que en cada momento estemos formándonos y tratando de asumir los nuevos cambios legislativos que se producen. Hay que tener en cuenta que nos inciden dos cuestiones fundamentales sobre nuestra labor. Una es la directiva europea de servicios, que liberaliza prácticamente los servicios y que dice que cualquier técnico competente puede desempeñar cualquier actividad. Eso nos obliga a ser muy competitivos, asumir los retos de la competencia del mercado y a estar en la vanguardia en el sentido más profesional del término. Otro cambio, es el relativo al plan de Bolonia que transformó el modelo de titulaciones. Nosotros, tradicionalmente, éramos ingenieros industriales, pero ahora somos máster en Ingeniería Industrial.

-¿Hay buena salida laboral en su sector?

-Nosotros desde hace muchos años tenemos un conjunto de becas para los recién incorporados al Colegio y llevamos un tiempo sin dar ninguna de esas ayudas. Eso quiere decir que se están colocando de manera directa los profesionales, pero eso no quiere decir que sea una colocación en un inicio remunerada. Ahí hay mucho qué hacer porque el mercado laboral tiene un transitorio de arranque de un año o un año y medio donde la figura de las prácticas o los becarios son las que priman durante ese tiempo en las empresas, y, aunque estamos incidiendo siempre que son profesionales de primer nivel y que deben de tener una retribución acorde con ese título, cuesta trabajo romper esa dinámica. Superado el tiempo en el que son becarios, sus retribuciones ya empiezan a estar más acordes con los tiempos. Luego se está dando una circunstancia y es que tenemos ya muchos colegiados en el extranjero. Tenemos una red de profesionales en 25 países y las retribuciones de estas personas son totalmente diferentes, mucho más altas.

-¿Cómo están las empresas en la carrera de la digitalización?

-Están como la media nacional y en determinados sectores por delante y en otros por detrás. Ése el diagnóstico. En el caso de las pequeñas y medianas empresas aún queda mucho recorrido para ir entrando en las distintas tecnologías que se aplican en la industria 4.0, en el mundo de la globalización y en la digitalización. Eso es lo que buscará nuestra oficina de transformación digital. No es un proceso sencillo porque el día a día de las organizaciones empresariales y, particularmente, de las pymes hace que den prioridad a salir adelante y a su negocio, pero los otros temas también son importantes porque de lo contrario vas a perder competitividad. Y ésa es una asignatura pendiente. El retardo en entrar en esa dinámica nos perjudica. Por ejemplo, en el País Vasco hace ya un tiempo que sacaron un programa de innovación y de estímulo de la digitalización y de la industria 4.0 que entiendo que fue muy agresivo, dicho en el sentido positivo de la palabra, para estimular su tejido empresarial sabiendo que si no se entra en ese tren se perderá competitividad.

-¿Cómo puede afectar a la industria asturiana el proceso de transición energética que el Gobierno plantea?

-Nosotros lo vemos como algo que hay que abordar, pero con mucha prudencia y con un tiempo razonable. Yo, personalmente, suelo poner el ejemplo de que no se puede hacer la transición energética dándole a un interruptor, como si apagaras la luz. Echamos de menos un plan riguroso y fundamentado en el sentido técnico, es decir, elaborado por expertos, que marque los plazos, los tiempos y las actuaciones para que todos los agentes, las empresas, la sociedad vayan entrando en ese plan de forma progresiva. Lo contrario es generar incertidumbre, tensión, y modificar de manera aleatoria toda la coyuntura de los precios y, todo eso, nos hace ser muy poco competitivos.

-¿Qué efectos puede tener sobre la industria?

-También se echa de menos un plan de reindustrialización. Es algo sobre lo que se viene hablando ya un tiempo, pero está sin cerrar y es imprescindible porque el tejido empresarial es el que genera riqueza y el que genera puestos de trabajo estables y consolidados y, en definitiva, es lo que mantiene a una sociedad en los puestos más relevantes.

-Las minas acaban de echar el cierre, ¿puede tener eso algún efecto sobre la economía asturiana o ya estaba descontado su cese de actividad?

-Nos afecta en cierta medida porque perdemos tejido empresarial, sabiendo que las minas tienen un ciclo y no van a durar eternamente y que estamos llegando a ese final del ciclo. Lo que pasa es que eso requiere una gestión muy precisa porque estamos hablando de territorios que al perder esa riqueza van a tener un estatus de futuro que les va a hacer que no estén en primera línea y esa transformación no es nada sencilla. Todo lo que sea perder riqueza empresarial cuesta muchísimo volver a revitalizarlo. Esas cosas no se hacen de la noche a la mañana.

-También están sobre la mesa los anuncios de cierre de las centrales térmicas.

-Está todo dentro de un mismo paquete. Hay que entender que la transformación tiene que ir produciéndose. Y no se puede hacer de la noche a la mañana. Por eso el análisis tiene que ser en profundidad y con todas las piezas puestas sobre la mesa y con un traslado hacia la sociedad muy honesto y honrado y con mucha prudencia. Se pueden tergiversar mucho los puntos de vista y los enfoques y se puede pensar que tenemos una riqueza energética que nos permite abaratar mucho los costes de la luz y no es así realmente. Somos un país dependiente y eso condiciona mucho todo nuestro desarrollo.

-Y esos precios repercuten fuertemente sobre las empresas.

-Como la subasta energética está sin resolver y Asturias tiene un conjunto de empresas en primera línea de un tamaño muy relevante y energéticamente dependientes eso es una espada de Damocles. De alguna manera es un problema que está oscilando. Puede haber momentos en los que la situación se tensiona y es muy difícil de gestionar. Debería de tenerse una visión sobre la competitividad, porque una planta no puede estar sujeta a esos vaivenes, deberíamos de tener un estatus de costes dentro de un periodo razonable y eso requiere un planteamiento amplio que, probablemente, exceda a las políticas energéticas nacionales. Pueden tener interés determinados pactos con Francia o Portugal para la transmisión de la energía eléctrica.

-¿Están las energías renovables listas para tomar el relevo?

-Falta armar un plan energético nacional que contemple todas las soluciones posibles y saber qué papel va a jugar cada tipo de energía. Hace años se permitió poner plantas de cogeneración en las industrias y están dando un buen rendimiento. Se está pensando si se puede llevar al ámbito privado para viviendas unifamiliares o colectivas determinadas soluciones energéticas. Pero son cuestiones que no acaban de concretarse. Nosotros eso lo estamos viendo con preocupación. Como país tomamos una decisión hace años sobre las energías nucleares un poco a contracorriente, lo que ocurre es que otros países plantearon soluciones diferentes y ahí están. Ahora, tienen un planteamiento de ir cerrándolas en un determinado plazo, pero no de la noche a la mañana. Y todo eso repercute en nuestro día a día energético y por eso no podemos extrañarnos de que la luz suba. Las piezas se mueven un poco y repercuten sobre los consumidores y en las empresas.

-Pese a todo, ¿sigue siendo competitivo el tejido industrial asturiano?

-Hablando en general quizás haya que decir que sí, pero cuando se entra en los detalles la respuesta de los sectores, algunos pueden estar en condiciones óptimas y otros no. Desde el Colegio tenemos la idea de que los estudiantes que tienen estancias en empresas puedan hacer una labor de investigación para saber dónde están esas compañías, saber sus cuellos de botella, dónde están sus fortalezas y debilidades del proceso productivo, y darles soluciones que vayan ligadas con la digitalización y la industria 4.0. Somos la profesión que más vinculada está con este cambio tecnológico. Esto es algo que podría hacerse sin demasiados costes para las empresas y ayudaría a aflorar sus problemas.

-¿Cuáles son las industrias más competitivas de la región?

-La mayoría de las vinculadas con los parques tecnológicos y las nuevas tecnologías. Luego, hay muchas empresas del sector metalmecánico que están haciendo trabajos muy importantes y participando en proyectos internacionales, y tenemos ingenierías de primerísimo nivel donde prácticamente el 90% de la facturación viene del exterior. Asturias tiene un conocimiento relevante que debemos de preservar.

-Lo que parece que no funcionan son los planes para que el talento retorne a Asturias.

-Eso es un problema. Este tema lo sigo de primera mano y estoy muy sensibilizado con él y soy pesimista. Es algo que no tiene arreglo. Al ser catedrático veo los diferentes intereses de los grupos de estudiantes y cuál es su mentalidad y vengo observando desde hace años que hay estudiantes a los que el ámbito local se les queda pequeño. Esa cultura está arraigándose y hace que muchas personas estén pensando durante la carrera mucho más allá, se van al extranjero con mucha facilidad y no piensan en volver. El retorno es muy complicado porque allí ya tienen unos salarios muy elevados.

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