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JOSÉ ANTONIO CECCHINI | Deportista y catedrático de Deportes

"Tengo mal recuerdo de mi educación, los profesores daban miedo y era vertical"

"El fútbol se juega y la lucha es muy dura, pero los luchadores se saludan para empezar y acabar, y los futbolistas salen al campo y los llaman hijos de puta"

José Antonio Cecchini, en un jardín del campus de Llamaquique, en Oviedo. LUISMA MURIAS

-Nací el 8 de octubre de 1955 en Oviedo, en casa, en el segundo de la calle Uría, 31, donde mi padre tenía la cafetería Cecchini. Soy el quinto de seis hermanos, cinco varones y una mujer. Vivimos cuatro.

- ¿Cómo era su padre, Carlos Cecchini?

-Alto, fuerte, muy sociable y cariñoso con los hijos, aunque la dedicación era distinta entonces. Lo conocí más cuando me hice mayor e iba a su casa, jugábamos a las cartas y veíamos el fútbol los domingos por la tarde. Murió hace doce años y lo echo de menos.

- ¿Y su madre, Paz Estrada?

-Era un ser extraordinario de besos, abrazos, ánimo y muy positiva para todo. Mi hermano Carlos, Bibi, era igual que ella.

- ¿Había ideas políticas en su casa?

-No se hablaba. Mis padres vivieron la guerra en el lado vencedor, pero lo recordaban como algo muy duro.

- ¿Y religiosas?

-Mi madre estudió Teología y fue profesora de Religión en el colegio de San Pedro. De pequeño fui muy religioso. Me intentó captar el Opus: fui al Club Torla un día y no volví. Estuve muy vinculado emocionalmente con la religión y muy preocupado por lo que hacía y lo que no. Ahora no quiero hablar mal.

- El bar de la familia fue muy famoso.

-En tiempos de mi abuela, la cafetería era El Carrilu, dirigido a pasajeros de la estación. Luego pasó a ser un sitio donde se daban comidas y, al final, mis hermanos mayores le dieron el giro a la primera cafetería yeyé. Pusieron un "pick up"; al lado, había una tienda de música, Hi-Fi, y todos los discos nuevos que venían de Inglaterra se estrenaban allí. Iba Juan Jerónimo Granda, que me daba 25 pesetas cuando me veía, los "Junior"..., pintores como Carlos Sierra; el Chely, escultor. Mi hermano Luis empezó a hacer escultura... Yo llegaba del colegio y veía y oía ese ambiente. Desayunaba abajo.

- ¿Cómo era el ambiente en casa?

-Todos fuimos deportistas, quizá por parte de mi madre. Mi tío Luis Estrada fue atleta, presidente de la Federación de Montañismo, y sus hijos Eduardo y Miguel fueron grandes deportistas. Viendo cómo éramos, mi madre hizo un gimnasio en una habitación que llenó de colchonetas y balones.

- Todos fueron deportistas.

-Bibi, hacía piragüismo y Juan me llevó al gimnasio Alpo con 9 años para hacer gimnasia deportiva, en la que él fue campeón. Además, siempre jugué al fútbol en la calle. La calle Uría no era lo que es ahora y en la estación había un interior de carga de materiales donde jugábamos. Pasando el puente teníamos los prados de la falda del Naranco y San Pedro de los Arcos. También jugué en el Campo San Francisco, donde la Herradura.

- ¿Destacaba?

-Un ojeador me hizo una oferta para entrar en el club Tradecol, pero me sonó a chino y dije que no. Era interior derecha, enlace entre la media y la delantera, número 8. Me divertía muchísimo. A los 11 años vinieron a hablar con mi padre para que jugara en la Juventud Asturiana, y lo dejé a los 14.

- ¿Por qué?

-Tenía once dioptrías y no veía el balón, pero coincidió con que mis hermanos abrieron un gimnasio de artes marciales en Gijón, en la calle de las Cruces, y luego en Oviedo. Juan se había lesionado las muñecas y no podía hacer gimnasia, se le ocurrió hacer judo y yo, detrás. Entré en artes marciales a los 14 años, tarde para llegar a la élite.

-¿Cómo se relacionaban los hermanos?

-Fantásticamente bien. Tuvimos gimnasios y pista de hielo hasta 1983. Luego, Juan se fue a Bolivia dos años, donde tenía un negocio de ganadería junto a su mujer, estadounidense. Bibi tiró por otra línea. Jorge siguió en el mundo de la empresa y yo entré en la Universidad. Ahora toco la guitarra en casa de mi cuñado y cantamos música sudamericana, de los "Beatles" y "Los Brincos".

- ¿Qué niño era usted?

-Siempre haciendo deporte y con dificultades para relacionarme.

- ¿Y como estudiante?

-Empecé en el colegio de Loyola y luego fui a la preparatoria y al Instituto Alfonso II. Tengo mal recuerdo de la educación que recibí porque era excesivamente vertical, no podías pensar, la gimnasia era de filas y columnas, las clases no eran participativas y tenías miedo a los profesores.

- ¿Qué notas sacaba?

-Notable, con matrícula de honor en Educación Física. Quería hacer Arquitectura, pero Juan me dijo que existía el Instituto Nacional de Educación Física en Madrid y que me apuntara. Se presentaban casi 600 para 60 plazas. Me avisó 15 días antes y no pude preparar las pruebas físicas. Me admitieron, creo que por las buenas notas del instituto.

- ¿Cómo fueron esos cuatro años?

-De los mejores años de mi vida: todo el día haciendo deporte, los estudios trataban sobre deporte, entrenaba con la selección española de judo y de sambo y dormíamos en el mismo sitio. Hice amistades que continúan. Salí de Asturias en 1974, con 17 años, se me fue la timidez, descubrí la libertad personal y me hice más crítico. Antes era muy obediente. Desarrollé mis habilidades sociales. Llegué solo, sufrí unas novatadas olímpicas y las pasé con la entereza que pude.

- Cuente.

-Te levantaban a las 5 de la mañana, con frío enorme, y bajabas en calzoncillos a recoger confeti del suelo. Me pusieron un disfraz ridículo, me soltaron en el metro sin una peseta y tenía que volver. No quería más novatadas, fui a una casa de la selección española de lucha y los veteranos pasaron la noche preocupadísimos. Volví y les dije que me había perdido. Ahora lo recuerdo con cariño.

-¿Y con las chicas?

-Estudié en un colegio que no era mixto y en la Universidad seguían separándonos. Tenía miedo escénico de hablar con ellas. A partir de que empezamos a salir a Moncloa y a relacionarnos con ellas, mi timidez fue desapareciendo. Tampoco fui un donjuán.

-¿En qué más cambio?

-Físicamente. Cuando jugaba al fútbol era un xilimbra y cuando Paquito me llamó para probar por el Valladolid de Primera División a mediados de los ochenta, ya pesaba 90 kilos. Era demasiado fuerte y musculado para jugar al fútbol.

- Hizo fútbol de calle y lucha de gimnasio. ¿Estuvo en muchas peleas?

-No, pero las había. Tengo una línea de investigación de si el deporte educa en valores, algo que se acepta como válido y, según nuestras investigaciones, no lo hace.

- ¿Por qué?

-El deporte es neutro, un regate no es ni bueno ni malo, pero hay un entorno cultural. Se reproduce el modelo del deporte espectáculo con empujones, patadas, peleas. Participar en deportes de contacto medio o alto, como es el fútbol, aumenta los niveles de agresividad y baja los de razonamiento moral.

- ¿Recibió o dio muchos golpes?

-Sólo tuve un lío, jugando al fútbol en Valdesoto y por eso lo dejé.

- ¿Qué pasó?

-Había vuelto a jugar a fútbol sala en el gimnasio a los 22 años porque habían salido las lentillas. Me vio el periodista Ricardo Vázquez Prada y lo organizó para que me probara el Vetusta. En un amistoso contra el Caudal metí dos goles. Me querían hacer ficha para el Real Oviedo, pero jugué pocos partidos porque llegó el partido de Valdesoto. Un rival me escupió, yo reaccioné impulsivamente y le hice una llave de judo. Nos expulsaron. Cuando estaba cambiándome entró en el vestuario el utillero y me dijo que estaban pegando a mi familia. Salí, vi gente peleándose y fui a separar, lo que es muy complicado. Una experiencia muy fea.

- ¿Le gustaba el fútbol adulto?

-Sí. El fútbol se juega; la lucha, se lucha y es muy dura. Pero el judo se basa en el respeto y saludas antes y después de la pelea. En el fútbol infantil no te va a ver nadie, pero en éste sales al campo y te llaman hijo puta.

- Las artes marciales son militares

-Pero hay reglamento y cuando se vence ni se humilla ni se destroza. Y da tranquilidad porque sabes que si dejas pasar cinco minutos desaparece la agresividad y lo aprendes para la vida. Ves las cosas de otro modo.

Segunda entrega mañana, lunes:

"Fui a Japón buscando un maestro de técnicas fantásticas y todo era pegarse"

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