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"Yo paselo muy bien aquí, carajo"

En Vilarín, alturas de Castropol, resisten Andrea y su marido. Juan Carlos Estrada es el último de Noceda (Grado), igual que José Magadán en Montefurado, en las estribaciones del puerto allandés del Palo, o que María del Carmen Fernández, sola en Cotomonteros (Santo Adriano), a un paso escaso de Oviedo. Ninguno se va, porque ninguno quiere irse. En Puentenueva (Allande), Mario Suárez y su madre, María del Pilar Fernández, tienen sólo unos vecinos y desde su casa, al fondo del valle que excava el río Pumarín, van enumerando aldeas en las que en el mejor de los casos cada familia tiene una aldea para ella sola. En el peor se han perdido para siempre.

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