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El sentido del humor de Gustavo Bueno

El padre del Materialismo Filosófico tenía una habilidad especial para elegir textos que nos hiciesen reír y mirar la realidad sin inhibiciones

El sentido del humor de Gustavo Bueno

Hay muchas tesis doctorales que han tenido como marco el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno. Hasta ahora, sin embargo, no conozco que un animoso seguidor del gran filósofo haya abordado el humor según Gustavo Bueno y el sentido del humor que él demostraba en sus escritos y vídeos. Desde luego, aseguro que quien escoja esos dos asuntos va a pasar un tiempo muy satisfactorio, porque el humor es uno de los asuntos más gratificantes para alguien que lo quiera estudiar.

De Gustavo Bueno a Groucho Marx

Bueno muestra que tiene sentido del humor desde el momento en que tiene una habilidad especial para elegir determinados textos que hacen reír al lector. Y como él no tiene inhibiciones que le impidan mirar de frente la realidad, puede encontrar motivos de risa; por ejemplo, hasta en el Boletín Oficial del Estado.

En la Exposición de motivos (I) de la Ley Orgánica de Partidos Políticos (6/2002, 27 de junio) aparece el siguiente fragmento:

"Aunque los partidos políticos no son órganos constitucionales, sino entes privados de base asociativa, forman parte esencial de la arquitectura constitucional, realizan funciones de una importante constitucional primaria y disponen de una segunda naturaleza que la doctrina suele resumir con referencias reiteradas a su relevancia constitucional y a la garantía institucional de los mismos por parte de la Consti¬tución".

Groucho Marx había desaparecido un cuarto de siglo antes de que saliese publicada la ley citada. Sin embargo, en las catorce películas en las que intervino se reía de muchos aspectos de la sociedad. Y lo hacía de un modo que recuerda el estilo de los abogados metidos a políticos que redactaron ese texto que salió publicado en el BOE.

En "Una noche en la ópera" (1935), hay dos pasajes que ayudan a comprender esa manera humorística que muestra Bueno sólo con elegir determinados textos.

Cuando está cenando con Margaret Dumont, él le dice: "¿Sabe usted por qué yo estaba con ella? Porque me recuerda a usted. Por eso estoy ahora cenando con usted. Porque usted me recuerda a usted. Sus ojos, su garganta, sus labios. Todo lo que hay en usted me recuerda a usted. Excepto usted. Creo que está bien claro. ¡Que me ahorquen si lo entiendo!".

Él emplea la palabra "usted" de una manera que puede compararse con "institucional" y "constitucional", tal como aparecen en la ley citada. Lo que él añade es que lo que está diciendo es un disparate. Si hubiera vivido y le hubieran presentado ese texto del BOE en uno de los programas de televisión en los que obtenía grandes éxitos, hubiera sentenciado lo mismo: "¡Que me ahorquen si lo entiendo!".

En esa misma película, también sale la célebre negociación de Groucho con el representante del cantante Ricardo Baroni. Del diálogo que mantienen, escojo las frases finales:

"-Dice ahora... la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte.

-Eso sí que no me gusta nada. Nunca segundas partes fueron buenas. Escuche: ¿por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?".

La diferencia entre Bueno y Marx es que, para el filósofo, el humor sirve como medio para triturar las ideas falsas. Ejemplo:

"Porque, ¿acaso pueden formar parte de una arquitectura constitucional las máquinas institucionalmente diseñadas para barrenar tal arquitectura?". Se refiere a los partidos separatistas.

De Gustavo Bueno a Aristófanes

Ahora bien, si queremos encontrar las raíces del humor de Bueno hemos de remontarnos a Aristófanes. Este gran genio de la comedia griega solía partir de una situación imposible -un muerto que habla, una ciudad construida en las nubes...- y aplicaba después una lógica implacable.

Bueno hace lo mismo, pero aplicándolo a nuestro tiempo. Se fija en que la ley de Partidos parte de una ficción jurídica y, de ahí en adelante, saca las consecuencias.

"Una Euskalherria que aunque no es un Estado realmente existente, porque sólo existe en los mapas que el PNV distribuye en las ikastolas, sin embargo define la plataforma imaginaria desde la cual el PNV orienta sus planes, programas y estrategias políticas".

"Teniendo a la vista los programas de estas facciones secesionistas que venían actuando en España desde hacía casi un siglo, no tiene fácil explicación el reconocimiento, por pura ficción jurídica, de estas facciones como partidos políticos, por los gobiernos que se constituyeron en función de la Constitución de 1978. Porque el artículo 6 de esta Constitución establece que: 'Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política' ".

"Pero, ¿acaso pueden entenderse como participación política (es decir, como acción de tomar parte en la vida de un Estado constitucional, 'concurriendo a la formación y manifestación de la voluntad popular') las actuaciones de una facción orientada programáticamente a destruir el todo en el que teóricamente, en cuanto partidos políticos, debieran participar?".

Hay comentaristas y partidos políticos que han asimilado la gracia de Aristófanes y de Bueno por distintas vías. Y empiezan a bromear con el concepto de "cupo vasco", al que denominan irónicamente "cuponazo" y, en una línea más directa, "estafa". ¿Cuántos años va a sostenerse esa ficción jurídica? Porque cuando los contribuyentes empiezan a ver las cosas claras, y ven las trampas, las cosas no vuelven a ser iguales.

Ocurrió lo mismo en el Irán del ayatolá Jomeini: le perdieron el temor reverencial las mujeres que, con sus tijeras, acortaron sus vestidos y las revistas satíricas que, inexplicablemente, el régimen de los ayatolás permitió, quizá porque no se dieron cuenta de la potencia del humor.

"La confusión de ideas sobre la democracia que manifiestan los redactores de la Ley Orgánica 6/2002 se aprecia muy bien en un párrafo del punto IV de la Exposición de motivos, en el que se dice: 'con los artículos 7 y 8, esta Ley Orgánica persigue conjugar el respeto a la capacidad organizativa y funcional de los partidos a través de sus estatutos, con la exigencia de algunos elementos esenciales que aseguren la aplicación de principios democráticos en su organización interna y en el funcionamiento de los mismos".

Y al igual que ha hecho con la alegoría de la "arquitectura institucional", ahora emplea la de la "columna vertebral", que le sirve filósofo para triturar el desatino conceptual de los abogados que ignoran los conceptos filosóficos.

"Como si la idea de la democracia política, que es propia de una sociedad política considerada como un todo, pudiera también aplicarse a todas sus partes (a la familia, a la orquesta, a los partidos políticos) más allá de su acepción de democracia procedimental. Como si el concepto de 'columna vertebral', que es propio de un organismo vertebrado, pudiera aplicarse a cada uno de sus órganos (la columna vertebral del hígado o la columna vertebral del co¬razón).

"O incluso como si pudiera aplicarse a totalidades envolventes de los propios Estados, como cuando se pretende aplicar la idea de democracia a las Naciones Unidas, al establecer, en la Asamblea General, el procedimiento democrático de resolución entre sus casi doscientos miembros, porque dejando de lado el derecho de veto de los cinco grandes, el voto de una Nación política que representa a 1.300 millones de ciudadanos se equipara al voto de otra Nación que no alcanza los 50.000 ciudadanos.

"(Como si el concepto de columna vertebral, que es propia de los organismos vertebrados, pudiera aplicarse a los tipos, géneros, etc., de organismos que envuelven a los vertebrados, creando una suerte de columna vertebral que mantuviera unidos a los vertebrados, a los insectos o a los gu¬sanos.)"

"En su autodefinición el PNV parece estar pensando en una democracia, como idea metafísica, que tuviera sentido real considerada en abstracto, es decir, separada de las naciones concretas a las que únicamente puede aplicarse el adjetivo democrático. Suposición semejante a la de quien creyera que la sonrisa del gato puede flotar separada del gato".

Groucho Marx se mantuvo como un genio del humor desde 1952, en que interpretó su última película, hasta 1977, en que murió. ¿Qué no hubiera hecho él, que escribía muy bien, con las dos alegorías que he citado y con la sonrisa del gato? Diálogos muy ingeniosos, que abrirían las mentes a panoramas críticos desconocidos. Tanto a él como a Bueno se les daba muy bien partir de situaciones como las de Aristófanes y reducirlas al absurdo.

El ejemplo de los guionistas ingleses Jonathan Lynn y Anthony Jay

El Reino Unido lo está pasando en estos momentos muy mal por la cuestión del "Brexit". Sin embargo, Jonathan Lynn y Anthony Jay, dos guionistas de televisión muy inteligentes y con gran sentido del humor, durante los años ochenta pusieron un gran espejo en el que los británicos se pudieran mirar. Abordaron gran parte de los problemas nacionales en las series "Sí, Ministro" y "Sí, Primer Ministro". Concretamente, la política exterior de Gran Bretaña respecto de Europa. Como podemos observar, su enfoque se parece al de Aristófanes, Groucho y Bueno. Lo único que hace falta son buenos guionistas -aunque no sean de la talla de Lynn y Jay-, que sepan transformar las situaciones que plantea Bueno y escribir episodios de series.

"Ministro Jim Hacker. -Yo siempre había creído que el Ministerio del Exterior era pro Europa. ¿Lo es o no lo es? -pregunté a Humphrey (su Secretario Permanente).

-Sí y no -dijo-, si me perdona usted esta expresión. El Ministerio del Exterior es pro Europa porque en realidad, es anti Europa. Toda la administración pública se unió para hacer que el Mercado Común europeo no funcionara. Por eso entramos en él.

"Me parecía un enigma. Le pedí que lo explicara mejor. Su argumento era, en lo esencial, el siguiente: Gran Bretaña ha mantenido una misma política exterior durante los últimos quinientos años, destinada a mantener una Europa dividida. Por esa causa peleamos con los holandeses contra los españoles; con los españoles y alemanes contra los franceses; con los franceses y los italianos contra los alemanes, y con los franceses contra los italianos y los alemanes. [La rebelión holandesa contra Felipe II de España, las guerras napoleónicas, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, dividir para reinar. Y el Ministerio del Exterior no veía motivos para cambiar una política que tan bien ha funcionado hasta ahora...

"Eso me escandalizó. Yo creía que todos los que nos manifestábamos públicamente europeístas creíamos en el ideal europeo. Se lo dije a Sir Humphrey, que sonrió.

Entonces le pregunté:

-Si no creemos en el ideal europeo, ¿por qué tratamos de aumentar sus miembros?

-Por la misma razón -respondió-. Es como en las Naciones Unidas. Cuantos más miembros haya, habrá más disputas, y la organización será tanto más inútil e impotente.

Esto me parecía de un cinismo intolerable, y se lo dije. Sir Humphrey estaba de acuerdo.

-Sí, Ministro. Nosotros lo llamamos diplomacia. Es lo que ha creado la grandeza de Inglaterra (Jonathan Lynn y Anthony Jay, "Sí, Ministro", capítulo 5, "El juicio final", P. 147; el episodio en televisión se tituló "Terribles profecías!").

Cómo Bueno muestra, con humor, las contradicciones de los autores de ciertos libros de texto

En 2007, Bueno publicó "La fe del ateo". El título es un oxímoron: une dos ideas que en realidad se excluyen. Es un absurdo ingenioso.

Tiene el filósofo muy buenos momentos, incluso cuando más indignado se siente ante el panorama que contempla. Hay golpes que darían mucho juego en diálogos teatrales y cinematográficos. En esta columna me limito a esa obra. Lo mismo podrían hacer otros animosos seguidores con las demás obras de Bueno.

"La fe y la creencia son términos tan internamente relacionados como los términos sujeto y objeto (el sujeto que ve algo y el objeto visto por él)... Se dice a veces 'Les congregaba una misma fe' -y aquí fe es creencia-; otra vez: 'Sufría por sus creencias' y aquí creencia es el contenido de su fe (por ejemplo, cuando alguien, lleno de fe, es decir, convencido de lo que dice, afirma: "calzo el número 40', cuando el realidad, su pie era del número 43; una fe, por tanto, que le lleva a sufrir por sus creencias." (P. 12).

"¿Cómo dirigirse en oración al Motor Inmóvil, que es el nombre de Dios que Aristóteles y Santo Tomás atribuyeron como filósofos a Dios? ¿No resultaría ridícula la plegaria de un aristotélico- como filósofos a Dios? ¿No resultaría ridícula la plegaria de un aristotélico-tomista exclamando, puesto de rodillas: '¡Oh, Motor Inmóvil y Acto Puro mío, ¡ayúdame!' " (P. 29).

En esta obra dedica un capítulo a la asignatura Educación para la Ciudadanía, y encontramos momentos que nos sorprenden por las comparaciones que el filósofo introduce.

"Por supuesto, en ninguno de ellos aparece (salvo por 'imperativo legal', cuando se cita eventualmente un artículo de la Constitución de 1978) la palabra 'España', ni se hace referencia alguna a la Nación española (acaso porque las editoriales respectivas esperan vender estos libros, traducidos o no, en la nación catalana, en la nación andaluza, en la nación aragonesa, en la nación gallega, en la nación valenciana...). Parecen escritos y pensados 'desde la parte de la Humanidad'... La pureza de su perspectiva ética les permite elevarse sobre la prosa de la vida" (P. 171).

"Y cuando se habla del terrorismo y de la violencia armada, las ilustraciones obedecen a un criterio selectivo muy claro, alejarse de España y ofrecer imágenes del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York el 11-S, o aviones de combate estadounidense en Irak (12 marzo de 1999). Ni una fotografía, ni una palabra sobre ETA (acaso fuera desagradable a la clientela vasca)" (P. 179).

"En cuanto al libro de José Antonio Marina..., sólo diremos, en primer lugar, que se mantiene también en la 'plataforma estratosférica' (ni una sola palabra sobre la kale borroka o el terrorismo etarra, al hablar de la violencia ciudadana),..." (P. 179).

Situaciones y diálogos que podrían surgir de las obras de Bueno

"El humor, en cambio, tendrá lugar en el momento en el cual los sujetos operatorios, sin perjuicio de ajustar sus conductas a normas determinadas se ven constreñidos, por las circunstancias exteriores, a comportarse como autómatas, y de forma tal que sus propias normas les conducirán a situaciones que les llevarán a acogerse a las normas opuestas".

Puede parecer fuerte que Bueno convierta a los/las autores/as en autómatas, pero es lo que viene a hacer cuando muestra que parten de premisas que no admitirían en público.

"En efecto, tal metodología constituye, a nuestro juicio, la más clara contrafigura de la tradición dialéctica de la filosofía académica... habría que alinearla, más bien, como ya hemos insinuado antes, con las metodologías propias de las teologías positivas o dogmáticas, que se apoyan, como si fueran premisas axiomáticas, en unos artículos de la fe ofrecidos por una revelación escrita en determinados textos, la Biblia, el Corán, o las resoluciones de organismos internacionales como la ONU o la UE.

"La circunstancia de que las premisas ofrecidas por esos organismos internacionales (y recibidas por órganos nacionales como pueden serlo en España el Ministerio de Educación y Ciencia) no tengan la pretensión de ser autoridades sobrenaturales, sino meramente jurídico-coactivas, no elimina el carácter de premisas de autoridad, en virtud de la cual se invocan" (P. 159).

También se ríe de los términos que emplean y de las proposiciones que enuncian:

"Tecnicismos que pretenden hacerse pasar por denominaciones de conceptos científicos, pero que sólo son resultado de la ignorancia de la tradición ética, sustituidas por los apuntes de una clase de 'personalidad', escritos por profesionales igualmente indoctos" (P. 175).

"¿Qué tiene que ver la llamada democracia ateniense con esa idea de democracia? No es que fuese una democracia con el déficit de tener un 60% de esclavos. ¿Es que un tal déficit no es suficiente para que dejemos de hablar de democracia ateniense, del mismo modo que un 'déficit' de 10º en los 180º que miden los ángulos de un triángulo es suficiente pare dejar de llamarlo triángulo?" (P. 185).

"Esta sistemática actitud armonista y optimista de los educadores de la ciudadanía, ¿no es en realidad una actitud escandalosamente mentirosa e irresponsable, que sólo puede entenderse que fue tomada por imperativo o convencimiento legal?" (P. 178).

" 'El gran proyecto lo haremos consistir en construir un mundo feliz y justo'. Pero esto será cualquier cosa menos un proyecto, pues resulta (como nos dice a continuación el autor) que es un proyecto que hemos de cumplir todos si queremos que 'la casa común se realice'. Pero un proyecto común (si queremos) que apela a la contingencia de la reunión de todos los 6.500 millones de quereres de proyecto, no es un proyecto, sino una mera fórmula retórica que pretende marcar una tarea infinita a los aprendices de ciudadanos, a fin de mantenerlos en un clima de esperanza vacío, denominada mentirosamente como proyecto" (P. 180).

En algunas ocasiones, Bueno se adentra en el humor negro

"... y en segundo lugar (sobre el libro de José Antonio Marina, al que antes se refería Bueno), que ni siquiera se advierte el menor esfuerzo por remontar la vulgar perspectiva psicologista de los planteamientos y la papilla humanista que desde esa perspectiva puede destilar. Ese subjetivismo psicologista queda simbolizado en los planes de las ciudades ideales que figuran en la portada y contraportada y en las guardas del libro... planos cuyas calles y plazas ('Plaza de la Conciencia Cívica', 'Plaza de la Ciudadanía', 'Avenida de la Responsabilidad', 'Calle de la Fidelidad') aparecen integradas en el interior de dos cráneos siameses unidos frente a frente, con posibilidad de 'diálogo' por la calle del Respeto" (Pp. 179-180).

Es posible leer varias veces este párrafo de Bueno y que cada vez nos riamos más.

Finalmente, Bueno pone de manifiesto que la Educación para la Ciudadanía viene propuesta por los profesionales de la enseñanza de la Filosofía. Y él, que había salido en defensa de la enseñanza de la Filosofía contra las propuestas de Sacristán en el libro de 1970, tampoco quiere convertirse en el inspirador de un "lobby". Por encima de todo, está su fidelidad a los españoles que son quienes sostienen con sus impuestos a esos profesores.

"Hace pocos años, en las manifestaciones en Madrid de los profesores de Filosofía aparecían en las pancartas que hablaban de la 'necesidad de enseñar a pensar a los españoles' los nombres de este mismo panteón académico, circunstancia que ya entonces nos pareció ridícula, sobre todo desde un punto de vista práctico: ¿Acaso creían aquellos manifestantes que 'enseñar a pensar a los españoles' equivalía a explicarles la doxografía de los clásicos de sus pancartas? ¿No se daban cuenta de que la exhibición de esos nombres, a modo de fetiches, volvían en su contra a los parlamentarios que debían aprobar la ley de educación, y que ya 'sabían pensar' sin necesidad de haber leído a los autores promocionados en las bandas, banderas, pancartas y gorras?" (P. 183).

He dejado que hablase Bueno, para mostrar cómo sus libros siguen emitiendo señales, como los guardias que regulan el tráfico o como un semáforo que avisa sobre cambios de comportamiento que los conductores han de poner en práctica si no quieren convertirse en "carne de ambulancia". Bueno muestra las consecuencias de esos accidentes en el plano de los conceptos y de las ideas.

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