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JOSÉ FRANCISCO ÁLVAREZ-BUYLLA | Periodista jubilado, creador de la serie periodística "La Calle", publicada en LA NUEVA ESPAÑA durante dieciséis años

"Le hice una entrevista a mi mujer y al poco nos casamos"

"Mi padre no entendió que me fuera a estudiar a Pamplona, decía que estaba mejor como consignatario que como periodista, que ganaba más"

Buylla, entrevistando a la actriz Deborah Kerr en una habitación del hotel de la Reconquista (foto de Puche).

José Francisco Álvarez-Buylla se inclinó desde el principio por el periodismo local porque el otro, bromea, le daba "miedo". Empezó en los años sesenta y no paró hasta que se jubiló de las páginas de LA NUEVA ESPAÑA. Se despidió de la vida laboral en un banquete al que asistieron doscientas y pico personas. En este último medio siglo todos en Avilés han leído lo que ha contado el creador de la serie periodística "La Calle", todos los días, "sábados y domingos incluidos". Solo faltó cuando le operaron de cáncer, se disculpa. Ya no cuenta, pero colabora con Cáritas buscando trabajo a quienes "por no tener no tienen ni papeles".

La familia. "Nací el 6 de marzo de 1943, en Avilés. En la calle de Palacio Valdés, en frente justo del teatro. Mi padre se llamaba Ignacio Álvarez-Buylla y trabajaba como jefe de negociado de la Junta de Obras del Puerto y la ría de Avilés. Mi madre era Amparo García González, que era de Valliniello. Tuvieron dos hijos: a mí y a mi hermana, María Amparo, que es cinco años más joven que yo. Ella vive entre Avilés y Villamayor, en el concejo de Infiesto.

La infancia. "Vivíamos en una buhardilla, en un cuarto piso. Fui al colegio del Santo Ángel de la Guardia, con las monjas que estaban en el palacio de Maqua. Al terminar allí pasé al instituto, pero, en el medio, íbamos a unas clases particulares, que era lo que se llevaba en aquel momento. Mi madre me llevó a la Academia Lumen, que estaba en la calle de Rivero, al lado de la capilla de San Pedro, detrás de casa. Allí estaban María Luisa Menéndez Lumen y Rubén Darío Menéndez Lumen, que firmaba sus crónicas de calle y de deportes como Azul Cobalto. Hace un poco que murió".

Maestro. "Rubén Menéndez fue el veterano de la revista 'El Bollo'. Él se encargaba de enseñarnos en la academia todo lo referido a las letras. María Luisa, por su lado, enseñaba todo lo que fueran ciencias. Cuando María Luisa Menéndez se casó con Nicolás Muñiz, este nos empezó a enseñar inglés. Teníamos las clases en el instituto a las cinco de la tarde, en la avenida de Portugal. Bajábamos por la calle del Marqués, llegábamos a la academia y allí estábamos una hora cada día, incluso los sábados".

Instituto. "El Carreño Miranda estaba en el actual colegio Palacio Valdés. Lo dirigía Esther Carreño García. Decíamos 'Esther Carreño Miranda', pero ella nos corregía. 'No, no. Miranda, no, García'. Esther Carreño fue muy importante en su momento".

Avilés, años 50. "El otro día tuvimos una reunión los antiguos alumnos. Estaba Luis Palacios, estaba Ramón Rodríguez, estaba Legazpi, estaba Montoto. Estaba David Menéndez, estaba Del Rey, Elena Sanz, la hermana mayor de la cronista... Empezamos a hablar de aquel Avilés y de este. Concluimos que no teníamos las ventajas que tenemos ahora, pero era un Avilés muy tranquilo en el que todos vivíamos muy bien. No había política por medio, todo el mundo se quería, todo el mundo se apreciaba, todos los chavales jugábamos a lo mismo. En el parque de Las Meanas echábamos unos partidos de la leche todos los sábados y luego, cuando éramos un poquitín mayores, empezamos a jugar en equipos de fútbol por ahí. Yo lo hice en uno que se llamaba Victoria de Los Telares. Éramos muy buenos. Iba a vernos más gente que ahora al Real Avilés. El campo estaba en La Maruca, en un sitio que llamábamos las explanadas. Teníamos un campo precioso: nos lavaban la ropa, que eso era signo a tener en cuenta. Debíamos estar en Segunda Regional. Teníamos un entrenador que luego fue bastante famoso: Luisín Guardado".

Deseo de ser periodista. "Eso nació en la academia de Lumen. Rubén Menéndez siempre me decía: '¿Por qué no estudias algo de letras?'. Me decía que escribía bien, que me pusiera a ello. Le dije un día que quería ser periodista como él. Los domingos iba mucho al fútbol y me fijaba muchísimo en los periodistas: les dejaban entrar, les abrían las puertas de par en par, les colmaban de atenciones. Aquel Avilés del que hablo tenía 45.000 habitantes. Y había un periódico diario en la ciudad".

Un socio de Valliniello. "Empecé a escribir cartas al director. Eran cosas de deportes y contra el Avilés. Íbamos a subir a Segunda, pero nos eliminó el Ilicitano, en 1968. Cogí tal cabreo que me puse a escribir. La publicaron, los jugadores me contestaron: '¿Qué le da derecho a meterse con nosotros?'. Así estuvimos casi tres meses: carta mía, respuesta suya. En ese tiempo escribía y nadie sabía quién era. Fueron como veinte cartas o así. Por entonces tenía 25 años".

Consignatario. "Terminé el Bachiller a los 17 e inmediatamente empecé a trabajar en una oficina consignataria. Pasé después a Montajes Asturias: era el pagador. Entré en Casocobos, en la calle de La Cámara. En paralelo empecé a trabajar en 'La Voz de Asturias'. Entonces la consignataria y el periódico, más o menos, eran la misma empresa. El gran jefe era José María de Abando, una persona encantadora. Así empecé a escribir, pero un día me dijeron que no podía seguir porque no tenía carné. Entonces era el corresponsal de 'La Voz de Asturias' en Avilés, pero no podía seguir: no podía tener cargo en una empresa sin el correspondiente carné. Un día me encontré con Antonio José González Muñiz, una persona a la que yo quería mucho, un avilesino de pro que, por entonces, era el subdirector del diario 'Ya'. Nos encontramos en la calle de la Fruta, donde su familia tenía una mercería. Fue él quien me animó a marchar a Pamplona a estudiar. Fui para allá, hice un examen y me dijeron que ya me dirían si me habían cogido. Me cogieron, se lo comuniqué a Casocobos. Así me despedí".

Facultad. "Cuando empecé a estudiar, los vieyos éramos un señor que se llamaba Santos Ibáñez y yo, que tenía 27 años. Ibáñez terminó como jefe de prensa del Banco de Bilbao. Se lo dije a mi padre. No le gustó nada. Mi padre no entendió el cambio, decía que estaba mejor como consignatario que como periodista, que ganaba más. Vivía con él, con mi madre y mi hermana. Habían hecho por entonces casas en la calle del Prado para los empleados del Puerto. Habíamos dejado la buhardilla por un piso de cerca de 160 metros cuadrados. En Pamplona empezamos el curso solo veintidós personas. La Facultad la puso en marcha un asturiano, Alfonso Nieto Tamargo. Estuve cuatro años. Se me dieron bien los estudios. Tenía ganas. Aquella Universidad era muy de casa, muy cercana. Un día un profesor se cita conmigo en la cafetería para hacerme el examen final. Dije que vale. Entendí que luego íbamos a ir a un aula, pero no. Empezamos a pasear por el campus. Hablaba contigo, te comentaba cosas y, entonces, ya sabía cómo andabas. Me lo explicó luego: 'Sois muy pocos, os conozco a todos, sé perfectamente cómo funcionáis durante todo el curso. Sé perfectamente cómo eres. No necesito sentarte y ver si te pones o no nervioso. ¿Te voy a suspender porque estés nervioso?'. Se llamaba Francisco Gómez Antón. Murió no hace demasiado.

María Elena Prada. Nos conocimos mi mujer y yo el Domingo de Ramos de 1974. Enseguida congeniamos. Yo estaba terminando la carrera, me mandaba cartas. Sabía quién era porque tenía una tienda muy conocida en Avilés: una ferretería que evolucionó en bazar. Le hice una entrevista y al poco nos casamos. Entonces colaboraba en 'La Voz de Avilés'. Estudiaba y colaboraba. La entrevista iba de si se cerraban los comercios los sábados por la tarde o no. Ella y su hermana María Teresa eran partidarias de que sí. A partir de aquello, nuestra relación fue por carta. A finales de junio revalidé el título en Madrid. En julio estaba ya en Avilés. Un día, despidiéndonos en la puerta de su casa, le dije: 'Mari, tengo trabajo, tú tienes trabajo. El tuyo es mejor que el mío. ¿Por qué no nos casamos? Lo hicimos en la parroquia de Santa María del Mar. El 16 de octubre".

Segunda entrega, mañana, lunes: "Que la gente sea donante; eso fue lo que me salvó la vida"

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