Nicolás Marcos se define como vigneron, un vocablo francés que en nuestro castellano podría equivaler a viñador o persona que atiende las viñas. En la Borgoña es un término comúnmente utilizado, pues la gran mayoría de vinos de calidad están elaborados por los propietarios del viñedo, que miman y cuidan sus plantas hasta la extenuación, utilizando de manera generalizada la biodinámica y la cultura orgánica porque saben que sus viñas, el planeta y los clientes, lo agradecerán.
En los últimos tiempos están surgiendo por doquier jóvenes viticultores que están contra revolucionando el mundo del vino. Si aún debemos de estar dando las gracias por su buen hacer a gente como Alvaro y Rafa Palacios, Telmo Rodriguez, Marcos Eguren, Agustí Torelló, Peter Sisseck o Ignacio de Miguel, entre otros muchos, que reventaron las caducas reglas del vino en España. Ahora también debemos de apoyar a chicos como Juan Antonio Ponce en Manchuela, Verónica Ortega en Bierzo, Roberto Olivan en La Rioja o Nicolás Marcos en Asturias.
Nicolás Marcos fundó su Dominio del Urogallo en Asturias. Se enamoró del viñedo asturiano en un viaje casual a Cangas de Narcea con el trasfondo de una sublime comida en el Bar Blanco. Descendiente de viticultores y bodegueros de Toro, en consenso con su mujer Yolanda, vendió todas las propiedades que tenía en tierras zamoranas y se trasladó con el zurrón lleno de euros a Cangas del Narcea, ventilándose una buena fortuna en adquirir la antigua bodega y viñedos de Pesgos, el gran fracaso de los últimos tiempos de la viticultura asturiana.
Con La Fanfarria 2014, Nicolás quiere transmitir la generosidad gustativa del Albarín Tinto, una uva autóctona que nos va a regalar grandes momentos.
