Crítica / Arte

Tejido de alegorías y conceptos

María Peña pinta un cuadro y recrimina a su modelo

María Peña Coto (Oviedo, 1989), Premio Asturias Joven de Artes Plásticas 2017, ha tenido una trayectoria densa de exposiciones colectivas e individuales, becas, premios y muy variadas actividades sociales y culturales que llaman la atención no tanto por su número, que también, como por sus extensiones internacionales, espectacular teniendo en cuenta su juventud. Luis Feás, comisario de esta exposición de la sala Borrón, se refiere en el texto del catálogo a una de sus performances, "que le hizo recorrer, a ciegas y con tacones, varios kilómetros de la Gran Muralla china, para denunciar las barreras y los límites que se imponen a las mujeres". Aunque también se refiere a su activismo en otros frentes -medio ambiente, tercer mundo...- cito el anterior ejemplo porque en torno a la condición femenina, gira buena parte de la presente muestra.

María Peña Coto parece pertenecer a ese tipo de artistas que desde muy joven, y contando con una buena formación artística, tienen en común sentirse atraídos por el arte en muy diferentes manifestaciones y luego sienten la necesidad de realizar experiencias innovadoras para incorporar su subjetividad y su personal narrativa a la creación plástica. Es el arte joven que viene, en tiempos, quizá lo hayan sido todos, que son de ruptura en el arte.

Ello explica la versatilidad de esta exposición, infatigable articulación de significados, códigos, imaginativo uso de ensamblajes diversos y sofisticados en lo simbólico. La artista entreteje alegorías y conceptos moviéndose entre lo crítico y lo burlesco, lo mitológico y lo cotidiano. Sobre todo despliega una particular estrategia para expresar sus pensamientos, sentimientos, su identidad.

Una pieza emblemática resume bien lo que llevamos dicho y el concepto de la exposición. Es doble, el cuadro "Yellow Fold/ stand up", que ilustra estas líneas...y su espejo, como podríamos llamar al muy interesante vídeo en el que la artista realiza el proceso de pintarlo. María Peña empieza encajando la figura en el espacio para luego ir perfilando las formas y aplicando el color. Es una joven indolente tumbada en un deteriorado sofá del que deja caer lánguidamente una mano desmayada que finalmente empuñará, firmemente y hacia el frente, un mando a distancia de televisión; la joven aparece surrealmente acompañada de un pequeño pingüino y de un cisne rosado. Siempre de espaldas, a la pantalla y al espectador, y concentrada en su cuadro, alterna pinceladas, gestos y movimientos corporales, tan admirablemente realizados que son perfectamente compatibles con estar absorta, la atención puesta exclusivamente en la pintura. Se sienta o se tumba en el suelo, se pone un jersey, ocupa un viejo sillón, ondea las caderas como al ritmo de una música inaudible y luego, cuando la figura va tomando cuerpo, aumenta su actividad, se encarniza, y realiza compulsivamente pintadas admonitorias alrededor de ella... "solo tú puedes cambiar lo que no te gusta... "no te quejes si no actúas...", y distintas inscripciones o símbolos como el de lo femenino y lo masculino, que a continuación mancha para borrarlo como en un arrepentimiento pictórico. El vídeo tiene interés, espontaneidad y gracia, y además es breve, virtudes no muy frecuentes; merece la pena verlo, porque esa confrontación entre la artista y su modelo explica bien el concepto de la exposición, en la que también son interesantes las máscaras y la Mascarada de "Tribu urbana", moderna versión, de peor intención y más clarividente que la de los inocentes aguilandeiros de San Juan de Villapañada en Grado.

Compartir el artículo

stats