La guerra de Vietnam y el discurso feminista (es decir, humanista) de Frances McDormand. El horror de una intervención militar que produjo cientos de miles de muertos y la sonrisa del inmigrante Guillermo del Toro hablando del cine como una forma de acabar con las líneas en la arena. Kissinger, ese tipejo, diciendo que los estadounidenses debían dejar atrás Vietnam, como si fuera posible "desinventar" el napalm, y Jimmy Kimmel, ese cómico tan poco estridente, acompañado por varios famosísimos actores, entrando por sorpresa en un cine y regalando palomitas y perritos calientes ("no disparen sobre los vegetarianos", gritó Kimmel) a los espectadores. La serie documental "La guerra de Vietnam" (#0) y la retransmisión de la ceremonia de los Oscar 2018. O sea, Estados Unidos de América.

El filósofo Gilbert Ryle negaba que la mente fuera algo que mueve el cuerpo, una especie de "fantasma en la máquina", porque pensar que la mente es una añadidura al cuerpo es como si alguien, después de visitar todos los edificios de Oxford, preguntara dónde está Oxford. Los que, después de ver los primeros capítulos de "La guerra de Vietnam" (el primero lleva el extraordinario título de "Déjà vu") y emocionarse con la deliciosa intervención de Rita Moreno en la que la actriz puertorriqueña habló de la música, las matemáticas y el cine como lenguajes universales, se preguntan dónde están los auténticos Estados Unidos de América, cometen el mismo error categorial que el turista que recorre todos los edificios de Oxford sin encontrar Oxford. Las toneladas de mentiras que se amontonaron sobre la guerra de Vietnam y las toneladas de talento que sostienen el maravilloso tinglado del cine no son partes del cuerpo de un país movido por una mente, un fantasma, encarnado en el despacho oval de la Casa Blanca, sino que la guerra de Vietnam y el triunfo de México en los Oscar son una forma de describir las actividades de una máquina, un país, tan fascinante como contradictorio.

No es posible olvidar Vietnam, como pretendía Kissinger. Es imposible no recordar a Frances McDormand poniendo en pie a las mujeres nominadas en todas las categorías a un Oscar. Oxford es así.

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