Dos en la carretera

De David Trueba. Con Lucía Jiménez y Fernando Ramallo.

Si de algo puede presumir David Trueba es de coherencia. Pocos creadores del panorama cultural español pueden presentar una producción con rasgos tan definidos, tan marcados, ya sea como guionista, director o novelista. Con "Casi 40", Trueba recupera a la pareja protagonista de su primera película como director, "La buena vida", para armar una reflexión sobre la necesidad de superar los traumas del pasado, sean reales o no, haciendo bueno aquel verso sabiniano: "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".

A base de retazos de conversación, de miradas, de escenas de café, de cervezas, de algunas canciones interpretadas con voz desgarrada por una estupenda Lucía Jiménez y de muchas horas de carretera, Trueba y sus dos actores/cómplices construyen una película sencilla, íntima, honesta, en una línea intermedia entre "Madrid, 1987" y "Vivir es fácil con los ojos cerrados". Un filme humilde pero auténtico, rodado con naturalidad, que pese a su condición de "road movie" se crece en los planos cortos y que se toma su tiempo para explicar la singular relación entre los dos personajes y que descolla con una memorable confesión en una habitación de hotel, en la que comprendemos que el pasado no es como nos lo habíamos imaginado y que, como rezaba el título de una de las mejores novelas de Trueba, hay que saber perder. O saber crecer, que viene a ser lo mismo.

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