Tino Pertierra

El mundo en sus manos

Recordemos que Christopher McQuarrie firmó uno de los mejores guiones de los años 90: Sospechosos habituales. Si bien es cierto que luego bajó su nivel de exigencia, como director le dio un buen vehículo de acción a Tom Cruise con Jack Reacher y se ganó su confianza para repetir colaboración en la muy solvente Misión: Imposible - Nación secreta. Sus buenas maneras le han dado la suficiente autonomía (dentro de lo que cabe, claro) para mostrar algo más que simple oficio para rodar tiroteos, carreras de motos, batallas de helicópteros y maratones por los tejados. Así, la historia se permite algunos giros muy propios del cine de espías (en un determinado momento Cruise no sabe quién demonios le persigue, y da igual) y le busca las cosquillas a las partes más "románticas" (no es Cruise precisamente un actor que se sienta cómodo en ellas) para construir una incierta tensión sexual / sentimental a tres bandas rodadas de forma elegantísima.

La última frase con la que se da carpetazo a la misión multiimposible da un pista elocuente sobre la intención de los responsables de no tomarse demasiado en serio (sería suicida lo contrario si tenemos en cuenta cuántas veces pone en apuros la credulidad del espectador) y ofrecer con cuentagotas algunas sorpresas dramáticas con eficaces notas sombrías. En cualquier caso, no nos engañemos porque ni Cruise ni McQuarrie quieren hacerlo: Misión imposible: Fallout arranca sin prisas ni estridencias -salvo una brutal pelea en unos servicios de caballeros- pero cuando llegamos a París la mecha de la acción se prende y ya no para. Con la excusa del terrorista anarquista que quiere derribar el orden establecido a la par que destruir la vida de Ethan Hunt, y añadiendo el toque de intriga que aporta el personaje de Henry Cavill como rival / aliado, la película rueda con evidente regusto clásico momentazos de acción que la mayoría de títulos actuales resolvería con especialistas para que no corra peligro la estrella y mucho efecto digital. Cierto es que el circo de cinco pistas que se despliega en el desenlace roza la involuntaria comicidad de un James Bond capaz de salir vivo de cualquier fregado pero, qué diablos, esto es Misión imposible: lo tomas o lo dejas.

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