Crítica / XXXII Muestra de teatro de Lugones

Lazarillo en "Sálvame"

Una brillante adaptación de un clásico - a la picaresca mediática contemporánea

Es la segunda vez que veo esta divertida versión de "El Lazarillo de Tormes" de "Hilo Producciones" y "Teatro del Cuervo" y compruebo entre el público de Lugones que sigue funcionando muy bien. La adaptación de Sandro Cordero logra conservar buena parte de la esencia del original en una afortunada traslación al contexto de la telebasura, convirtiendo a Lázaro en invitado del programa "Vidas anónimas", una especie de "Sálvame" en el que Elena Alfarache, histriónica presentadora cínica y manipuladora, y un amanerado periodista (con innumerables referentes televisivos) le hacen una entrevista en la que esperan sacar todos sus trapos sucios al darle la oportunidad de desmentir las habladurías que pesan sobre su matrimonio.

Sólo con unos paneles giratorios el espacio se transformará de plató televisivo en rústico armazón de maderas del siglo XVI y los cuatro actores se caracterizarán ante el espectador en un sinfín de personajes. El ritmo es muy ágil, salpicado de coreografías que logran un formato desenfadado y juvenil, idóneo para atraer al público adolescente y conseguir que algún día acuda al texto clásico. A partir del trabajo corporal, técnicas de clown y recursos de gran comicidad, se recrean los episodios más conocidos: el golpe que le da el ciego contra el toro, el truco de la paja y el vino o las uvas comidas de tres en tres. El pasaje de la llave del arcón del clérigo se convierte en una bella fantasmagoría de magia y misterio con tétricos gigantes construidos por "Tragaluz Títeres". Son abundantes los añadidos con críticas a la actualidad, como la escena del amo buldero, aquí convertido en un banquero conchabado con la alcaldesa para estafar al ciudadano, con referencias a créditos hipotecarios y aeropuertos vacíos. No falta tampoco el afán moralizante de la novela picaresca reflejado en la denuncia muy políticamente correcta contra el maltrato a la mujer, la desnutrición infantil, las leyes de extranjería o la pausa para publicidad en la que nos muestran el lado más oscuro de la dictadura de la audiencia. La presencia de la mujer de Lázaro en el plató es otro de los hallazgos de la función, mujer de armas tomar, capaz de soltar 28 insultos por segundo y en orden alfabético, propicia una rápida reconciliación, haciendo pronunciar a Lázaro el archiconocido grito de guerra "¡Yo por mi mujer mato!". No tan reconocibles debieron de resultar los guiños a Mateo Alemán como encargado de la centralita y a la propia presentadora Alfarache.

Hay que destacar la brillante interpretación de los cuatro actores: Sergio Gayol, convincente Lázaro inocentón y superviviente, y el gran Sandro Cordero, responsable también de la dirección, que se mete en la piel de varios amos y del periodista y maquillador amanerado. Laura Orduña encarna con solvencia a la siniestra presentadora y a la madre de Lázaro, entre otros, y Beatriz Canteli se transforma con gran acierto en la mujer de Lázaro, el calderero y una regidora con mucha guasa. Todos tienen una energía y vis cómica innegables que hacen las delicias de los espectadores transmitiendo la buena sintonía de un equipo que disfruta con su trabajo.

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