Desaparecido prematuramente Stieg Larsson, el mercado editorial prolongó la vida de sus personajesde forma harto artificial potenciando los elementos de "best seller" al uso en detrimento de las cuestiones más severas y críticas de la saga original. Tras la sombría aportación de David Fincher, el regreso de Salander responde a esos criterios más comerciales y dóciles con un guión de escaso fuste sostenido por la indudable pericia de Fede Álvarez al volante y el carisma blindado de una Claire Foy que cambia la férrea delicadeza de Isabel II por un personaje amartillado que domina la escena con soltura y cierta fiereza.
