Super López y poco más

Gato por liebre. Sin recato. Y Jennifer Lopez al rescate con lo que mejor sabe hacer: reírse de sí misma, exuberancias incluidas. No hay más: una actriz desaprovechada por el cine (con su consentimiento, claro) y que se limita a masticar clichés en esta nadería que empieza como comedia laboral y, de golpe y porrazo, se convierte en un sucedáneo de culebrón de sobremesa plúmbea con madres e hijas por sorpresa. Hay un momento en el que es inevitable alzar las cejas y decirte: eh, pero qué me estás contando. Sin pudor, Jefa por accidente (menudo titulito han puesto los distribuidores a Second Act, vaya lumbreras) empieza con cierta gracia al presentar a una impostora que llega a las moquetas más selectas con un curriculum inventado (parece salir de la política española). Como comedia, la cosa funciona a tirones: Lopez se despide en plan digno de su ex jefe tontaina y tropieza con torpeza, hay un niño tirando a repelente que pone a su madre al borde de un ataque de nervios, y al que volveremos a ver al final con la misma actitud, una conversación con un empresario chino fingiendo que sabe su idioma es divertida y los apuros para sostener el embuste tienen gracia.

Por desgracia, y aunque seamos comprensivos con la torpeza a la hora de exprimir las virtudes musicales de la protagonista (una escena de baile sensual/belicosa, una canción coral en la cocina), el giro radical de género e intenciones convierte el cuento en una chapuza sensiblera con un discursito final en plan coaching que causa rubor. Y pavor.

Compartir el artículo

stats