Sin galones

La guerra entre superheroínas ha estallado y, de momento, Wonder Woman va ganando. No de forma aplastante pero sí con suficientes puntos a favor si la comparamos con esta Capitana Marvel impersonal, escasamente graciosa y por momentos inconsistente.

Siendo un espectáculo entretenido y guisado con mimo en la cocina de efectos digitales al por mayor, la película de Boden y Fleck amaga con ofrecer un discurso sin adornos sobre el empoderamiento femenino también en viñetas, pero del intento no quedan ni las raspas al final y todo se reduce al efecto circense del más difícil todavía, sin plantear problemas morales dignos de mención y dejando caer en saco roto todas las posibilidades dramáticas del asunto. Hurtando al espectador la conexión emocional con los personajes (un mal endémico en el cine de superhéroes, solo superado por gentes como Nolan, Abrams o Whedon en sus mejores trabajos), Capitana Marvel sigue coordenadas de videojuego y, a diferencia de Wonder woman, termina la historia como la empezó emocionalmente hablando, perjudicada además por una interpretación de Brie Larson un pelín desajustada porque intenta demostrar que es mejor actriz de lo que le exige el guión. Todo parece hecho a prisa y corriendo, sin ímpetu ni ganas de aportar algo a un subgénero que muestra ya evidentes signos de acogotamiento.

Todo es tan previsible que incluso las sorpresas post créditos se quedan en un recurso sin gracia, un pegote medido con calzador. Sin un villano de fuste, picoteada por chistecitos parvularios y con fallos de ritmo evidentes, Capitana Marvel tiene un recorrido muy corto y sus rayos iluminan muy poco.

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