Tino Pertierra

Muerte entre las flores

Nos estaríamos equivocando si pensáramos que Mula es una cómoda despedida de Clint Eastwood hecha a su medida, y como tal autocomplaciente y reservona. Robert Redford se regaló esa salida de escena con The old man and the gun, y ciertamente le salió algo digno y emotivo, pero no memorable. Tampoco figurará Mula entre los grandes títulos de Eastwood, pero tras la sucesión de patinazos de mayor o menor aparatosidad que siguió a Gran Torino su ¿última? película como actor es un soplo de aire fresco y permite la reconciliación con su cine. Y eso es así porque el creador de Sin perdón se sirve del personaje de Earl Stone para descargar reflexiones en tono crepuscular y cuasi redentor sobre sí mismo.

Veamos: un hombre de edad avanzada al que le ha arrollado el futuro, un cultivador de flores que ha perdido su sitio en el mundo por culpa de las nuevas tecnologías. Se siente extraño, desplazado. Desarraigado al máximo. Como si fuera un cineasta en el ocaso que va a contracorriente en la industria. Un profesional que acepta trabajos que no están a su altura, al igual que Stone se embarca en asuntos delictivos con su vieja camioneta, nada menos que hacer de mula por el narcotráfico aceptando, al principio renegando de sus principios, un dinero sucio, un dinero manchado de sangre. Stone, y esto es lo más importante, se siente un gran fracasado en su vida privada. No es para menos: su familia ni está ni le espera. Un fiasco como padre, un desastre como marido. Sus flores, sus huidas, sus ausencias. No puede ser casualidad la presencia de Alison Eastwood en el reparto. Ni tampoco que el autor de Bird ofrezca una de sus mejores interpretaciones sin evadirse en ningún momento de su apariencia desvencijada y ruinosa. Eastwood se permite reírse de sí mismo incluso en lo que se refiere a su conocido conservadurismo político (la escena con la familia a la que ayuda en la carretera), entronca en cierto modo con el lado paternalista de Gran Torino y se concede en su conmovedor y hermoso final la oportunidad de una redención desde la honestidad y el coraje. Es una pena que toda la parte policíaca en la que aparece Bradley Cooper no tenga fuerza pero esa desembocadura de emociones y reencuentros proporciona instantes inolvidables, como la escena en la que declara su amor a su esposa moribunda.

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