Gracias, maestro

El creador de la ceremonia de los premios "Princesa"

No me gusta redactar obituarios de personas que han sido colegas en la profesión y con las que he tenido un trato muy especial durante muchos años, porque siempre he tenido miedo a dejar cosas importantes en el tintero, y más cuando tienes que referirte a una persona que ha marcado un antes y un después en la vida profesional de muchos técnicos de protocolo. El fallecimiento este lunes en Barcelona de Felio A. Vilarrubias i Solanes, excelentísimo por norma (estaba en posesión de diferentes condecoraciones, entre ellas la Gran Cruz del Mérito Civil) y por trayectoria (su legado traspasa la propia excelencia), es una de esas pésimas noticias que, aunque esperadas (cumplía los 98 en menos de un mes), nunca deseas que lleguen.

Felio Vilarrubias era un hombre fiel a sí mismo y nunca lo disimuló. Monárquico convencido, no ocultaba sus simpatías con el franquismo y vivía en un "sinvivir" cuando se "dislocó" el afán independentista en Cataluña. De ahí que su esquela comience por "Fiel a Dios y a España". Hombre profundamente católico, nunca dudó en hacerse un hueco en su trabajo diario para acudir al templo más próximo a escuchar su misa diaria. Se iba en silencio y discreción y volvía por la misma senda para seguir en su rutina profesional. Nunca dio la espalda a sus principios, por mucho que ello le valiera perder su puesto como jefe de Protocolo de la Diputación de Barcelona, cuando regresó del exilio el ex presidente Josep Tarradellas, quien le cesó como responsable y le mandó (con bata y todo) al almacén de esa institución.

Recuperado en el año 1980 para la recién creada Fundación Príncipe de Asturias retomó la senda de protocolo poniendo su experiencia y buen hacer al servicio de una Fundación cuyos responsables ignoraban la importancia del protocolo para un evento que hoy ha tomado gran dimensión internacional. Dio forma a la ceremonia de Oviedo que al margen de los cambios estéticos propios de la evolución, aún pervive en su esencia.

Conviviendo 28 años con él en el seno de la Fundación, te recuerdan muchas anécdotas. Su forma de trabajar, peleándose continuamente con las ya pujantes tecnologías que no terminaba de entender, amarrado con su lápiz y goma de borrar a multitud de planos protocolarios que cambiaban cada hora, no era fácil para los demás, pero siempre sabía equilibrar su a veces mal genio con esa caricia amistosa. Vivió un severo revés cuando en la víspera de una de las ediciones de los premios "Príncipe", con Hussein y Rabin entre los galardonados, tuvo que ingresar en el hospital por una intoxicación alimenticia. Fue un duro golpe.

Para entender el protocolo de hoy es necesario retrotraerse a esta época que lideró Felio, que supo dar el paso técnico del franquismo a la democracia, salvando los vacíos normativos que en esa época de cambio se originaron hasta que apareció el Real Decreto 2099/83 de ordenación de precedencias en el Estado, que ponía fin al ceremonial de la dictadura. A Vilarrubias se le puede considerar como el padre del protocolo moderno y el precursor de los estudios oficiales de protocolo que hoy se imparten varias universidades.

Desde la tristeza, sólo puedo decir: gracias, Felio. Gracias, maestro. Tu obra sigue viva y tus discípulos siempre te tendremos de referencia.

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