La demanda energética de nuestro cerebro es grande. Este órgano representa un 2% del peso corporal, pero consume aproximadamente el 20% de la energía. Ser inteligente es muy costoso en términos energéticos. Muchas otras especies no se lo pudieron permitir en el curso de la evolución. Entre otros factores, eso nos separó del mono.
Un grupo de científicos chinos ha querido reducir esta brecha evolutiva mediante la modificación genética de monos. Para ello han introducido en los simios un gen humano que se cree que puede estar asociado a la inteligencia. Los científicos esperaban que los monos desarrollasen cerebros más grandes tras la introducción de este gen. No ha sido el caso, pero los monos transgénicos sí han logrado mejores resultados en diferentes pruebas de memoria.
