Bob Dylan no es Dios

El genio de Minnesota es humano, carnal, revolucionario y vanguardista, como Jesucristo

Bob Dylan es Dios. No: Dylan es Jesucristo. Más carnal, más humano, cercano en la propagación de su palabra -aunque aparente distancia y su mensaje se asome a lo críptico-. Además de por las ediciones continuas de sus álbumes, Bob Dylan vive en su gira sin fin.

Highway 61 Revisited

En el concierto del pasado domingo, en Gijón, Bob Dylan, con su banda, interpretó "Highway 61 Revisited", que comienza con la petición de Dios a Abraham, "mátame un hijo", y continúa con el diálogo, libre de toda solemnidad, entre ambos. Abraham, que no puede creer que Dios esté hablando en serio, y, cuando se da cuenta de que así es, le pregunta al Padre que dónde, ese asesinato: "Out on Highway 61".

Antes de entrar en el concierto, nos arracimamos para tomar una cerveza en un bar cercano. La liturgia, para encontrarnos en la complicidad. Allí, hablando del carácter difícil de Dylan, de su relación con el mundo, yo decía que no podía comportarse de modo común porque "es Dios", e inmediatamente me corregí, "no, es Jesucristo". Humano, carnal, imperfecto, con el cuerpo roto a veces, revolucionario, vanguardista. Propagador como nadie de su palabra, genial y reveladora, aun en la aparente dificultad para desentrañarla, llena de todos los personajes de la Biblia, de la morfología del cuento que nos mostró Propp, de la Odisea..., en todas las formas que adquieren esos personajes desde el principio de todo. Esos personajes que no son otros que usted, que yo.

Simple Twist of Fate

La única canción del concierto del álbum "Blood on the Tracks". El álbum que escribió Bob Dylan para purgar la ruptura con su esposa, Sara. El álbum, doloroso en su perfección, que se escribió para purgar nuestras propias rupturas. Una canción que no se cree, por lo bella, por lo plástica, por lo triste y desesperanzadamente reconocible: "But I lost the ring".

Gotta Serve Somebody

El año pasado, fui a ver a Dylan a Salamanca. Vi a dos personas, un hombre y una mujer, mirando el escaparate de una tienda de vinilos de la ciudad. Salía de dentro una canción y él le dijo a ella: "Es el Dylan de la época cristiana, gotta serve somebody, dice".

El domingo, un año después, en Gijón, recordé esa escena, cuando el enorme autor de canciones se levantó del piano para cantar esta, porque aquella mujer era yo.

Porque ustedes, como yo, somos esos personajes de las canciones de Dylan. Con el deber moral de escoger a quién preferimos servir, pues no hay alternativa a no hacerlo: servir al diablo o servir a Dios.

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