Tino Pertierra

Críticas

Tino Pertierra

Selva en las sombras

Ceniza negra: cuando uno muere puede convertirse en muchas cosas. En sombras, tal vez. La película de Sofía Quirós se adentra en la espesura de las sombras siguiendo la mirada exploradora de Selva, una niña de trece años que empieza a dejar de serlo. Que se cruza con fantasmas que respiran, serpientes amigas y cabras imaginadas. Que mantiene largas conversaciones con sus seres queridos en su tránsito hacia el último horizonte. Que comparte complicidades, insulta con cariño, ríe sin maldad, escucha con los sentidos abiertos.

Una vida recién estrenada que encuentra en el baile más exótico una forma de expresión lúdica, por qué no lúcida. Que halla muchas verdades en la magia y puede conversar con un espíritu tatuado en la pared. Que se acerca a la orilla del Caribe y entre las olas parece buscar respuestas que nadie puede o quiere darle. Tan joven y ya obligada a tomar decisiones trascendentales. A elegir. Los deseos de su abuelo ya en el epílogo de sus días significan la cancelación de su propia infancia. Porque hay inocencias que pueden ser muy dolorosas.

Sofía Quirós acompaña con una cámara atenta a los menores detalles a una extraordinaria Smachleen Gutiérrez, bien secundada por los rostros arados por el tiempo de su familia. Dos vías que necesitan cruzarse: la llegada de las ausencias, el conocimiento de la magia como forma de llegar al fondo de las cosas.

Lo sobrenatural se expone con una naturalidad extrema y de igual que el interlocutor de la niña esté vivo o muerto porque la comunicación es fluida, espontánea, intensa. Es un cuento de magia realista que sirve como manual de instrucciones para la vida cuando la orfandad anuncia un largo viaje hacia la soledad. Pura vida reflejada en unas imágenes que muestran una nostálgica y evocadora belleza.

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